Supongo que a la mayoría no le sonará este nombre, aunque es fácil adivinar por la foto que se trata de una estación de metro de Londres. Pero para mí Aldwych es algo más que un nombre: significa encontrarme de nuevo un lugar abandonado del que tuve conocimiento de su existencia por primera vez a finales de los 90 gracias a un famoso juego de ordenador. Entonces sólo era una idealización adaptada para deleite del jugador de turno, pero ahora por fin he podido ver con mis propios ojos esta mítica estación londinense. Y ha sido una auténtica gozada.
Como ya nos ocurrió hace 3 años con los túneles de Clapham South, los astros se han alineado y hemos tenido mucha suerte. Bueno, quizá aún más, porque esta estación suele estar bastante solicitada para grabaciones audiovisuales y eso deja poco margen para las visitas guiadas. Sabiendo que es una oportunidad casi única creo que los 80 minutos de paseo subterráneo se disfrutan con más intensidad. Incluso cuando te piden la acreditación en la puerta ya notas como va saliendo una pequeña sonrisa en la cara de la gente.
Pero bueno, vayamos a lo interesante. Todo comenzó con la demolición del viejo teatro Royal Strand en 1905. Dos años después, se abrió al público la estación Strand como parte de la línea Piccadilly pero, por motivos estratégicos, en 1915 se cambió el nombre definitivamente a Aldwych (y se puso un cartel sobre los azulejos originales... que hoy tenemos la suerte de disfrutarlos de nuevo - ver FOTO -)
La idea era hacer una estación que diese cabida a muchos pasajeros pero parece que las pretensiones no fueron nada realistas y la zona no era tan popular como cabría esperar. Como consecuencia directa varios túneles se quedaron sin adecentar y de los 6 ascensores que estaban previstos sólo 2 llegaron a funcionar. Ni siquiera en la hora punta se llenaba la estación. Así que a los pocos años uno de sus andenes se terminó cerrando definitivamente al público (con una pared enorme) y decidieron usarlo como búnker de seguridad durante la 1ª Guerra Mundial. De hecho, aquí estuvieron almacenadas muchas obras de la National Gallery.
El otro andén tampoco tenía demasiada demanda, con lo que sirvió de refugio improvisado durante los bombardeos de ambas Guerras Mundiales. Digo "improvisado" porque no estaba oficialmente habilitado para ello (como bien podría estarlo Clapham South) pero la gente conseguía pasar la noche a cubierto pagando el billete más barato. Como se ve en la foto, aquí no había ni literas ni nada: los londinenses se amontonaban como podían para sobrevivir un día más.
Con el paso de los años Aldwych nunca consiguió su objetivo como gran estación de metro. La escasa afluencia de público hizo que fuese la primera estación en cerrar los domingos. Además la taquilla se inhabilitó y se preparó un pequeño mostrador dentro de cada ascensor para que el operario del mismo fuese también el encargado de vender los billetes (creo que se ven las marcas en la parte inferior izquierda de la FOTO). El ascensor sólo bajaba a las horas de llegada y salida del tren, con lo que la espera de los (pocos) pasajeros de turno era más llevadera.
Pero la vida útil de los ascensores tenía un límite y en los años 90 se decidió que ya no merecía la pena arreglarlos por una millonada para seguir manteniendo una estación tan poco rentable. Aldwych se cerró definitivamente en 1994 aunque irónicamente poco después empezó a generar más ingresos que nunca gracias a su reclamo como lugar de rodaje para vídeos musicales, series y películas ("V de Vendetta", por ejemplo). Quién lo diría: el patito feo de las estaciones de metro es hoy un hermoso cisne digno de admirar.
En fin, que nos ha encantado la visita y la guía ha sabido transmitirnos su entusiasmo hasta límites insospechados. Ojalá fuese siempre así con todo, verdad?
Después de picar algo, hemos aprovechado que estábamos cerca de Covent Garden para brujulear un poco por la zona. Como era de esperar, siendo sábado de rebajas y sin nubes en el cielo, las calles y las tiendas estaban hasta arriba de gente. Pero cuando no tienes más pretensión que disfrutar del día aquí no hay agobios. Nos lo hemos pasado genial, incluso hemos descubierto un par de tiendas muy interesantes. También nos ha dado un poco de bajón al ver que nuestra querida Cantina Laredo ya no existe y en su lugar hay un lugar de copas de esos modernillos y sin personalidad alguna. Una auténtica pena.
Hablando de restaurantes, hoy hemos cenado en Burger and Lobster, un curioso local donde puedes comer (como su nombre indica) hamburguesas y langostas. Hemos pedido de entrante unas alucinantes - y recomendables 100% - croquetas de langosta, gamba y mozzarella (y salsa chipotle!), y luego un par de langostas al vapor. Estaban muy buenas y, aunque estamos a miles de kilómetros de las bondades de Maine, ha merecido la pena pedirlas.
De camino al hotel nos hemos dado cuenta de la cantidad de locales nuevos que han ido apareciendo de la noche a la mañana. Supongo que es el signo de los tiempos: con el alquiler de los locales por las nubes, si no tienes beneficios en un determinado espacio de tiempo, es mejor cerrarlo. Pues nada. Seguiremos adaptándonos y descubriendo nuevos sitios con la misma alegría de siempre.
Y ahora a dormir, que ha sido un día muy intenso.
Buenas noches!