Hoy tocaba reconciliarnos con otra de las citas pendientes de la ciudad: la subida a las torres de Notre-Dame. Como ya estabamos avisados, hemos madrugado bastante para estar a primera hora... pero no contábamos con un pequeño detalle organizativo: se sube en grupos de 20 personas... cada 10 minutos!! Asi que al final ha sido media horita de cola.
Recordatorio: "la taquilla está tras subir el primer tramo de escaleras"
En total son unos 400 peldaños que no se hacen muy pesados por estar distribuidos en tramos: tienda/taquilla, galeria de las quimeras, campanario y parte alta de la torre sur. Casi todo el mundo se para durante un buen rato para hacer fotos a las gárgolas, imaginando escenas imposibles de las mismas con la ciudad (VER FOTO). Pero es precisamente al entrar en el campanario cuando por un momento te imaginas a Quasimodo escondido tras alguna viga de madera. Y es que se respira un aire de fantasía y magia durante todo el trayecto, bien sea por Victor Hugo, bien sea por las propias gárgolas.
Desde arriba se pueden contemplar unas vistas excepcionales de la ciudad. Dejo video de muestra para disfrute:
Despues de comer unos crèpes, hemos empezado nuestro paseo por la parte norte del rio y, - no sé qué habrá pasado -, puede que haya sido la comida, o los 20ºC con ese sol tan agradable... el caso es que hemos terminado a orillas del Sena como unos auténticos lugareños, sentados en el suelo mientras el agua y los barquitos fluian tranquilamente. Creo que nunca antes habíamos estado tan cerca de un rio dentro de una ciudad. No me extraña que los parisinos estén tan orgullosos de ella. Así da gusto!! Por alli tambien había familias comiendo con los tuppers, parejas descansando, gente con portátiles, libros,... vamos, todo lo imaginable para acompañar un momento tan bueno (VER FOTO y VIDEO):
Tras pasar por la Plaza de la Bastilla (todo un símbolo de la ciudad y el país), nos hemos adentrado en una zona de calles estrechitas llenas de gente, para despues aparecer en otra con tiendas kosher, donde la gente hacía colas tremendas por conseguir unos faláfel (especie de croqueta de garbanzos). Obviamente, el barrio judio parisino no nos ha defraudado y caminar por ahí ha sido toda una experiencia.
Para finalizar el paseo, hemos llegado hasta la iglesia de St. Eustache, una enorme maravilla gótica que no hay que perderse. Casualmente, hemos coincidido con un concierto de órgano de un tal Jean Guillou. Este hombre (según hemos podido leer) es toda una institucion en el mundillo. De hecho, ha tocado una pieza preciosa de Bach que nos ha dejado a todos con la boca abierta, pero cuando ha comenzado con una creación de su cosecha... en fin, en fin. Está claro que el arte moderno y la experimentacion no deberían nunca ligarse a instrumentos como éste!!!
En cuanto a la cena, hoy nos hemos decidido por un local de lugareños con buen paladar: Le Petite Cour. El restaurante se encuentra bajando unas escaleras desde el nivel de la calle, lo que le da un ambiente tranquilo y aislado del bullicio diario. La carta no es muy extensa pero la calidad de los platos es magnífica. A destacar la velouté d'asperges vertes y la burratina et salade acidulée (VER FOTO).
¿ pinrreles de planti? OK
ResponderEliminarEsa foto de la gárgola ... no se a quien me recuerda !! :P
ResponderEliminarY hablando de parecidos ... el Quasimodo este no sería bajito, hablaba dando saltitos y tenía acento de Palas de Rey ??
Pooor cierto, que ya se me olvidaba: Lo de la crema de espárragos tiene un pase, pero eso de la foto parece un huevo duro con algo de verde, un tomate picado, dos rayas de "no se que" y unas "fines herbes" de adorno ?
ResponderEliminarA este paso vamos a añorar los japos !