El Monasterio de los Jerónimos es una de las paradas obligatorias cuando se visita la ciudad. Se encuentra en el barrio de Belém y el tranvía 15 de Praça do Comércio tiene parada casi en la puerta. Recomendadísimo estar a primera hora para evitar colas innecesarias.
Su iglesia es gratuíta (dentro está la tumba de Vasco de Gama!), pero lo interesante es sin duda el claustro - una auténtica joya (ver FOTO). Por cierto, para ver éste último, existen varias modalidades y en todas se incluye una audioguía un tanto caótica (debe de ser la primera vez que se nos quitan las ganas de saber más cosas de un sitio). Ojo: mejor ver el claustro en primer lugar.
Al otro lado de las vias del tren (opción de paseo hasta puente elevado o túnel subterráneo junto a los jardines) se encuentra la famosísima Torre de Belém. En su día sirvió como centro de recaudación de impuestos para entrar en la ciudad pero hoy debe de ser uno de los lugares más abarrotados de turistas de la zona. Por ello es MUY interesante tener en cuenta lo siguiente:
- Comprar la entrada combinada "monasterio + torre" evita hacer cola.
- La subida al torreón está bastante limitada porque su acceso es bidireccional y está regulado por un semáforo bastante rudimentario. Una vez se pone en verde, lo mejor es subir hasta el final, sin parar en los pisos intermedios o el ascenso se puede hacer pesadísimo.
Tras comer un rico bacalao en O Navegador, hemos continuado el paseo por la zona del río hasta el Monumento a los Descubrimientos. Esta impresionante construcción tiene unos 50m de altura y está dedicada a todos aquellos que participaron en el desarrollo de la época de los descubrimientos (reyes, patrones, marineros...). Hasta hoy pensábamos que era una construcción conmemorativa sin más pretensiones pero nos hemos encontrado con una puerta y unas escaleras que dan acceso a una sala de exposiciones temporales (parte inferior) y un ascensor que da acceso a la terraza superior (con vistas de 360º!). Que cosas!!!
Aunque sin duda, el mayor descubrimiento del dia (y creo que del viaje) han sido los pastéis de Belém. Aunque por toda la ciudad las pastelerías ofrecen dulces parecidos, los auténticos se encuentran junto al Monasterio de los Jerónimos. El local es enorme y siempre está lleno de gente, pero hay buena rotación y en poco tiempo es posible conseguir una mesa. Ya nos habían dicho que estaban muy buenos pero lo que jamás pensamos es que iban a estar TAN pero TAN deliciosos. Alucinante. Hemos pedido un par cada uno para probarlos pero... hemos terminado repitiendo casi lo mismo!! Madre miaaa... qué buenos están!!!!
Por cierto, los pastelillos tienen fórmula secreta y sólo tres personas la conocen (suena un poco al tema de la Coca-Cola, verdad?). Es más, las tres personas nunca viajan juntas y comen siempre cosas distintas. No sé hasta qué punto será todo esto cierto: de todas formas, ¿a quién le importa esto cuando el resultado es tan pero tan increíble? Viajeros del mundo, venid a Lisboa a probar esta maravilla, por favor!!!
Con el tranvía 15 hemos vuelto al centro y, para aprovechar los últimos momento de sol, hemos subido a varios miradores: São Pedro de Alcántara, Santa Luzia y Graça. Cada uno ofrece diferentes perspectivas de la ciudad, pero sin duda el mejor ha sido éste último donde hemos podido disfrutar perfectamente de la puesta de sol con el castillo a la izquierda, el puente "25 de Abril" al fondo y el resto de ciudad con sus colores cambiantes. Como muestra, esta FOTO que se ve a la izquierda. Ha sido sencillamente espectacular.
Por cierto, para subir al primero de los miradores, hemos probado uno de los funiculares que tiene la ciudad: el elevador da Bica. El trayecto que hace es relativamente corto (quizá no llegue a los dos minutos), pero merece la pena probarlo teniendo la tarjeta de transporte (si no, cada viaje sale por 3,60€... ejem!). Obviamente, cada vez que se pone en funcionamiento, todo el mundo saca la cámara para retratar el momento. En nuestro caso, hasta hemos hecho videos:
Ahora a descansar, que ha sido un día muy intenso!!
:)
¡ Se me ha hecho la boca agua con los pastéis de Belém, id pidiéndome uno que voy volando! ñam ñam
ResponderEliminarSuerte que en Lisboa hay muchas cuestas y los pasteles se bajan pronto, porque si no ... :-P
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