Amsterdam 2018 - 8 ABR (dia 3)

Si ayer nos quejábamos del calor, lo de hoy ya no tenía nombre. Sin viento y con la ropa de invierno encima, la humedad ha hecho los deberes y nos ha puesto a prueba sin miramientos. Lo peor de todo ha sido pensar que en la península las temperaturas están estupendas. El mundo al revés, vamos.

Afortunadamente, hemos estado bastante distraídos en el mercadillo de cuadros de la plaza Spui, para después pasar por Begijnhof, el famoso grupo de casas de beneficencia que en su día estuvo habitado por monjas. No había mucha gente por la calle, así que hemos estado muy tranquilos haciendo fotos a nuestras anchas. 

Aunque al llegar al Bloemenmarkt (mercado de las flores) nos hemos dado cuenta de que en realidad todo el mundo estaba allí viendo plantas y flores. Hemos hecho nuestras pequeñas compras rápidamente y hemos salido disparados a buscar un sitio para comer. La casualidad ha querido que volvamos a repetir (sin quererlo!) uno de los sitios que más nos gustó en el viaje anterior: Bagels and Beans. No, no es exactamente el mismo local: al parecer, les ha ido bien el negocio y se han expandido aún más, no sólo en Amsterdam, sino en ciudades vecinas y en otros paises, como en Alemania o Dinamarca. A nosotros nos parece estupendo: la comida es sana y muy buena. Por cierto, hemos tomado dos riquisimos bagels con unas "bebidas orgánicas" bien fresquitas. Ñam ñam!

Con la maleta de nuevo a cuestas nos hemos acercado hasta la estación central de tren. El camino de vuelta al aeropuerto es igual de sencillo: sólo hay que apretar el botón "QUIERO IR AL AEROPUERTO SCHIPHOL". ¿Por qué no será así siempre en todas las ciudades y aeropuertos? A veces el turista se enfrenta a un galimatías imposible de descifrar y la pérdida de tiempo es casi frustrante. 

No hemos tenido que esperar casi al tren. 3 minutos después de comprar el billete ya estábamos montados y camino al aeropuerto. Donde sí hemos estado muy entretenidos es en el acceso a la zona de embarque. No sé si será cosa del país o de la alerta terrorista de turno, pero nos han revisado absolutamente todo el equipaje de mano. Y cuando digo "todo" es todo. Incluso una de mis botas se ha salido de la bandeja y también me la han pasado otra vez por el escáner. Lo nunca visto.

Mientras buscábamos la puerta de embarque hemos pasado por una de esas zonas modernillas donde el pasajero se siente útil (e integrado) en el ecosistema eficiente del aeropuerto. Al loro con la foto. Se trata de unos puestos individuales con pedales donde uno puede recargar el móvil gracias a la energía que produce su propio pedaleo. No sé cuánto tiempo se necesitaría para recargar una batería de móvil, pero la eco-idea de "hágaselo usted mismo" me ha encantado. Me recuerda a mis años mozos, cuando iba en bicicleta por el pueblo y si quería poner la luz delantera sólo tenía que acercar la bobina a la rueda y pedalear tranquilamente. 

Hemos tenido un vuelo muy bueno. KLM trata de lujo a sus pasajeros (aún ofrece catering gratuíto a bordo, cosa que es MUY de agradecer). La escapada de fin de semana se nos ha pasado casi como un suspiro, pero volveremos segurísimo muy pronto para ver varias cosas que han quedado pendientes.

Termino ya estas líneas con uno de los momentos más curiosos de estos días: cómo meter un mueble en una de las típicas casas inclinadas, estrechas (y sin ascensor) de la ciudad. Es bastante aparatoso, pero la polea de la parte superior del edificio es vital para llevar a cabo una misión tan espectacular. Tremendo!

Buenas nochessss!
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Ah. Canción sorpresa del viaje: Agnes Obel "Fuel to fire". Me encanta...

Amsterdam 2018 - 7 ABR (dia 2)

En esta ciudad (y país) levantarse por la mañana y ver el cielo despejado es casi sinónimo de tener muchísima suerte. No es ninguna tontería: aquí llueve día sí y día también (aún recuerdo lo que nos cayó la otra vez y se me ponen los pelos de punta). Así que, invadidos por el espíritu del entusiasmo y el buenrrollismo, nos hemos puesto a pasear por las calles de Jordaan, el barrio con más encanto  de la ciudad.

Aquí no hay grandes edificios ni museos de renombre: lo interesante es perderse por sus calles y descubrir pequeños rincones mientras los lugareños hacen sus tareas diarias. Ya sé que en estas fechas - y después del invierno que hemos sufrido en toda Europa - tener árboles sin hojas hace que las fotos queden algo deslucidas, pero bueno, el cielo azul compensa absolutamente todo.

Como no podía ser de otra manera, en pleno paseo nos hemos topado con la Westerkerk, una cita indispensable si se viene por estos lares de Abril a Octubre ya que su impresionante torre de 85m permite disfrutar de las mejores vistas de la ciudad y alrededores (hoy hemos podido ver la torre de Haarlem, que está a 18km). La subida / visita a la torre dura 30 minutos y cuesta 8€. Todas son guiadas y hay posibilidad de que sean en holandés o en inglés. Nuestro guía ha sido bastante simpático. Nos ha contado un poco la historia de la iglesia, su contexto y, aunque nosotros repetíamos visita, nos ha parecido igual de interesante que la primera vez (aunque hoy las fotos han quedado muy muy bien!). Como nota curiosa, parece que lo que más le ha sorprendido al guía es que de un grupo de 6 personas (2 portugueses, 2 alemanes y 2 españoles), sólo nosotros sabíamos que Holanda es en realidad una provincia del país y que el nombre oficial es Países Bajos. Sorpresa, jaja!

El hambre ha atacado al poco de terminar la visita. El problema es que, teniendo la casa de Ana Frank tan cerca, hay muchos locales que se aprovechan y abusan con los precios. Hemos tenido que alejarnos un poco para finalmente encontrar Kagetsu Hartenstraat, un pequeño restaurante japonés donde hemos tomado un par de bentos (esas bandejitas con pequeñas porciones de comida). Estaba todo muy bueno, especialmente la sopa miso y el salmón. 

Recordatorio: hay que venir a este local fuera de la hora punta o será complicado pillar sitio. Buena relación calidad / precio en el bento diario.

Hemos seguido paseando con el mismo entusiasmo aunque quizá los pasos iban cada vez más lentos por culpa del calor. ¿Cómo íbamos a pensar que aquí iba a hacer más temperatura que en la península en estos momentos? Mientras nosotros teníamos ganas de dejar abrigo y jersey en cualquier esquina, los lugareños lucían una estupenda sonrisa a juego con sus camisetas de manga corta. Incluso algunos valientes se atrevían con las chanclas - tampoco era para tanto, pero este detalle nos deja bien clarito lo mucho que desean el buen tiempo por aquí -. Aprovechad bien, que el lunes vuelven las nubes grises!

Antes de pasar por el restaurante de la cena hemos hecho una merecidísima parada técnica en el hotel. La verdad es que, casi sin quererlo, nos hemos dado una caminata interesante.

Como no podía ser de otra manera, hemos llegado al restaurante Van Speyk con un hambre canina. Buen trato, buenos productos, pero me quedo sin duda con el lenguado espectacular que nos han puesto (VER FOTO). Maaaaadre mia. 

En fin, ahora toca descansar, después de este fantástico día de sol y calor por las calles abarrotadas de Amsterdam. 

Night night!!

Amsterdam 2018 - 6 ABR (dia 1)

Hace unos semanas me pasaron una foto en la que se podía ver a la Rana Gustavo (muy feliz) mirando por la ventanilla del avión mientras se daba cuenta de que estaba a kilómetros y kilómetros de todas las tonterías de la gente. Y, no es por nada, pero durante un buen rato hoy he sentido lo mismo. Es más: vuelvo a mirar las fotos que he hecho durante el trayecto y tengo la misma sensación. Se nota que llevamos demasiado tiempo con demasiada basura alrededor y esto hace que den ganas de largarse muy muy lejos. Nivel Estratosfera, por lo menos. Ains.

Pero bueno, volvamos a la Tierra de nuevo y centrémonos en este fin de semana en concreto. Hacía ya varios años que no pisábamos tierras holandesas y nos ha gustado volver a escuchar ese acento fuerte tan característico suyo (recordad que Van Gogh suena "FFanJJoJJ").

El trayecto desde Schiphol a centro de Amsterdam es de lo más sencillo: se compra un billete en cualquiera de las máquinas automáticas de color amarillo que hay a la salida (o en el hall gigante) y se aprieta en el botón "QUIERO IR A AMSTERDAM". Así de sencillo. Luego hay que fijarse en el panel, buscando el siguiente tren que vaya a la ciudad, y se baja a los andenes. El nuestro ha sido el 2 y en 15 minutos escasos ya estábamos en el centro. Por cierto, la validación del billete se hace a la salida de la estación, así que si alguno se ha despistado a conciencia, que sepa que le van a pillar sí o sí.

Tras dejar los trastos en el hotel, hemos salido a dar una vuelta. Había mucha gente, pero ha sido entrar en la zona del Barrio Rojo y aquello parecía que se animaba por momentos. Eso sí, todo de manera muy civilizada. 

Hemos picoteado algo y luego hemos vuelto al hotel con un cansancio tremendo. Esperemos que esta noche no nos molesten mucho los ruidos (nos han dado una habitación con vistas a la calle). 

Haleee... zzzzz....!!