Pasear por el centro un domingo es algo muy agradable pero, si la temperatura empieza a bajar poco a poco, esa lluvia que te llevaba importunando desde hacía un rato de repente se convierte en nieve y... y que gozada, no? Pues eso, que nos lo hemos pasado como enanos de tiendas, paseando y haciendo fotos. Hacía bastante frío, pero para eso inventaron los guantes, capuchas y bufandas.
Por cierto, nos hemos acercado también hasta cabina de los peces, pero le habían puesto una lona y estaba rodeada por una valla. Adiós a la foto sin gente... ains!!
El camino de vuelta al aeropuerto ha sido un poco desesperante. Menos mal que siempre vamos con margen. Nos han tenido casi 20 minutos esperando un tren que fuese hasta la T5. No sé si influye el hecho de que sea domingo, pero no me parece normal que exista tan poca frecuencia en la línea que va al aeropuerto.
En fin. Ahora ya estamos en el aeropuerto, esperando tranquilamente a que salga la puerta de embarque. Parece ser que saldremos (de momento) con 15 minutos de retraso. La verdad es que, siendo el vuelo de vuelta, casi que nos da igual. Esperemos no tener ninguna cosa rara en el vuelo.
La lluvia ha hecho aparición mucho antes de lo esperado, pero en el fondo nos daba un poco igual, porque nuestros planes no iban a verse afectados. Al menos los de la mañana! De hecho, el primero de ellos estaba en la British Library ("Harry Potter, a history of magic"), una exposición que aprovecha la famosa saga del mago adolescente para hablar, no tanto de los libros, sino de todo aquello relacionado con el mundo creado por su autora J.K.Rowling. Así que durante varias salas se pueden ver libros y escritos sobre pociones, alquimia, herbología, astronomía, encantamientos, amuletos, adivinación y criaturas mágicas. Curiosísimo ver incluso un pergamino de 6 metros donde se detalla cómo elaborar la famosa piedra filosofal (ese legendario elixir de vida que convertía los metales en oro). También nos ha impresionado ver un libro grandote en el que se describen plantas con tal exactitud que hasta tiene muestras reales pegadas en las páginas del mismo.
La exposición está MUY bien. Al final te das cuenta de que la autora no es una cualquiera con suerte y que detrás de ese éxito de ventas hay un trabajo de investigación bastante elaborado, digno de quitarse el sombrero.
Estos días se celebra en Londres el "Lumiere 2018", un festival al aire libre donde varias zonas de la ciudad se llenan de luz y color, dándole un toque divertido al oscuro invierno inglés. Es ya su segunda edición y, a juzgar por la gran masificación que se monta en metro, autobús y calles, me parece que no va a ser la última.
Desde las 5:30pm hasta las 10:30pm se pueden disfrutar las creaciones de los artistas. No hemos visto todo (por falta de tiempo, obviamente) así que hemos tenido que hacer una pequeña selección buscando aquello que en principio nos pudiera llamar más la atención (qué bien viene tener una APP específica para el móvil donde te muestran lo que hay y dónde está!!)
La zona de King's Cross tiene una gran variedad de proyectos lumínicos interesantes. Saliendo de la estación de metro, una jaula de colores con un columpio atrae todas las miradas, pero lo interesante empieza a pocos metros a la derecha, cuando una avenida de flexos gigantes te hace sacar la cámara al instante. Por suerte, las nubes se habían calmado ya un poco y la gente estaba como loca buscando el selfie imposible.
Un poco más hacia delante, cruzando un puente, varios focos de luz azul / morada convertían una aburrida explanada en una improvisada ensoñación futurista, proyectando ondas de luz al aire sin casi descanso. Chulísimo!!
Pero lo que teníamos unas ganas locas de ver es la espectacular cabina iluminada de la zona de Covent Garden. Una cabina que, como bien se puede ver en la foto, es en realidad una pecera gigante. Toma ya!!
Para hacer ésta y otras fotos hay que esperar un buen rato, esquivando pacientemente todas las cámaras y móviles posibles de los viandantes. Un rollo, vamos. Aunque aún puede empeorar cuando la típica caradura utiliza a sus hijos para literalmente taponar la visión de los demás cuando a ella le parece bien y evitar así cualquier segundo de espera. Es decir, "tengo hijo, tengo excusa"... y estoy por encima de los demás mortales. Pues vale... maleducada!
Efectivamente, aquí se nos ha ido casi todo el tiempo. Porque la cabina es una maravilla fotografiable! Una pena no haber podido brujulear un poco más el arte callejero londinense, pero teníamos la cena en Marianne, un pequeño restaurante que nos había costado mucho reservar y que, estando en Notting Hill, nos obligaba a perder mucho tiempo en el trayecto. De todas formas, la comida de este restaurante compensa todo el esfuerzo. Platitos creados con mucho estilo y cariño que hacen las delicias de cualquiera con un mínimo de sensibilidad culinaria. Hmmmm!!!
Ahora a descansar un poquito, mientras peces de colores iluminan nuestros sueños, jeje! ;)
Hace ya años me dijo alguien que un amigo suyo tenía un curioso lema vital ante cualquier situación complicada. Justo ahora no recuerdo las palabras, pero venía a decir algo así como que "en la adversidad, me crezco". Hoy no he dejado de repetirlo mentalmente cuando veía que retraso tras retraso se nos iba echando el tiempo encima y lo mismo llegábamos tarde a la cena que teníamos reservada.
Para empezar, el vuelo ha salido casi con 30 minutos de retraso. Ha sido un embarque lentiiiiisimo y eso, en un avión grandote, se sufre mucho más. Estoy convencida de que si la gente se diera cuenta de las ventajas de espabilar en el embarque, otro gallo cantaría. Pero... en fin.
En el aeropuerto, otro nuevo retraso en la zona de control de aduanas. Uno de los pasaportes no ha pasado la prueba de la máquina automática y eso nos ha dejado parados otro buen rato. Pero es que además hoy pasaba algo raro en la red de metro y nos hemos comido otros 20 minutos de larga espera en el andén. Eso sin contar con las innumerables paradas que hemos tenido en medio de la nada... y la cantidad de gente que quería entrar en los vagones.
Sí. Hoy es un día raro, raro... y no nos lo podíamos perder, verdad?
Pero hemos llegado al restaurante a tiempo. Y hasta nos han sobrado 4 minutazos!!
La primera impresión del Chotto Matte no es precisamente de sorpresa, sino de deja vú: de hecho, parece sacado del mismo patrón que el Yauatcha. Es decir, local modernillo, decorado con muy buen gusto, y con música de fondo bien seleccionada (ojo, que había un DJ en la barra haciendo su sesión!). Eso sí, aquí la comida no es asiática, sino "nikkei" (fusión japonesa - peruana). Hemos probado unas gyozas espectaculares, unos nigiris muy originales (el que se parece negro en realidad es una berenjena!!) y un par de pisco sours llamados "Swizzle". BUENISIMO todo. Y muy recomendable el local.
Paseíto al hotel, con un frío considerable, y con varias canciones en la cabeza, como viene siendo habitual en Londres. Esperemos que mañana no se adelante la lluvia demasiado... ay ay!