Colonia 2017 - 17 DIC (dia 3)

Amanece otro día de cielo gris. Y un frío propio de estas fechas. Igualito que en la península, vamos. La verdad es que se echaba de menos algo así y no esas temperaturas de "quiero y no puedo" que tanta perplejidad provocan. 

Maleta en mano, nos hemos acercado hasta la estación para comprar los billetes de vuelta del aeropuerto. Esta vez hemos entrado directamente en la oficina de atención al cliente, no sea que otro personaje nos pudiera meter en otro embolado de incertidumbre local. Afortunadamente, no hemos tenido grandes problemas: volvemos a pillar el RE5 (regional express) a las 11:31.

La que nos ha atendido (una cuarentañera de pata negra) ha sido muy maja, aunque a juzgar por la cantidad de bisutería atrevida que tenía en manos y muñecas, seguro que sus fines de semana son una fiesta contínua de rock, hardcore y death metal (esa pulsera de calaveras plateadas no creo que desaparezca de mis retinas en mucho mucho tiempo!).  

Una vez en la estación de tren del aeropuerto, hemos pillado el Skytrain. No lo había dicho el otro día, pero lo curioso de este pequeño transfer es que no toca suelo ni vias, sino que está suspendido a 10 metros sobre el terreno. No se ve muy bien en la foto, pero en la parte izquierda del fondo creo que se intuye un poco la estructura sobre la que está "colgado". Impresiona pensar que en cualquier momento pueda desprenderse pero aquí las medidas de seguridad son muy altas y está todo muy bien pensado para que eso no ocurra. 

Y si aún no nos quedaba claro lo mucho que les gusta la Navidad a los alemanes, en plena terminal nos hemos topado con esta fantástica pista de hielo. Si, si... EN la terminal. Qué idea más original, por favor. 

Por un momento he pensado que podrían poner esto en el hall de salidas de Barajas, por ejemplo, pero a los pocos segundos me he dado cuenta de que aquí sucumbiría a las pocas horas por el caos que se organizaría. 

En fin. Cada uno con sus cosas y sus costumbres, sin llevar al límite nada. Y, mientras tanto, Felices Fiestas y Feliz Navidad.

Buenas noches!

Colonia 2017 - 16 DIC (dia 2)

Que el termómetro marcara 2ºC esta mañana al salir del hotel no nos ha asustado en absoluto. Si acaso, nos ha animado a subir con más ganas al mejor mirador de la ciudad: las torres de la catedral. Dicho así parece poca cosa ("bueeeno..., otra más"), pero si digo que hay 533 escalones hasta arriba supongo que la cosa cambia y da un poquito de respeto. O de susto, depende de como se mire.

El caso es que ahí estábamos, a primera hora, como unos campeones. La entrada cuesta 4 euros y te da derecho a hacer ejercicio cardiovascular del bueno y a esquivar educadamente a todos los que te encuentras en sentido contrario en esa escalera de caracol casi interminable. También te permite hacer buenas fotos si las nubes lo permiten, pero como eso ya no depende de uno, siempre queda el recurso de cruzar los dedos y esperar un poco a que se abra un pequeño claro. O a valorar lo bonitas que son las nubes también desde aquí, por ejemplo.

Después hemos dejado las alturas para pasar a las profundidades de la catedral gracias a la visita del Tesoro de la Catedral. Aquí no hemos podido hacer ni una sola foto - una pena - pero lo hemos disfrutado igualmente. Qué colección tan impresionante y tan bien expuesta!! Un 10 para la mente pensante.

Como era de esperar, tras la visita y el empacho de escalones, se nos ha ido abriendo el estómago de mala manera. Tanto es así, que en cuanto hemos salido otra vez a la calle nos hemos acercado al concurrido Gaffel am Dom y nos hemos puesto las botas con un par de schnitzels, patatas fritas y ensalada. Y, de manera excepcional, no voy a poner foto de la comida sino de la bebida, porque es la primera vez que en este país nos sirven cerveza de barril en mini vasitos de 0,2 dl. Nos hemos quedado un tanto sorprendidos (dónde están esas jarras de litro??). Lo curioso es que, según vas terminando de beberlas, el camarero aparece rápidamente y (a no ser que indiques lo contrario) te pone en seguida otro vaso. Luego hace una marca en uno de los posavasos y al final, antes de traer la cuenta, anota cuántas se han tomado en la mesa. Qué manera tan curiosa de tener siempre cerveza recién tirada en la mesa.

Después de comer hemos vuelto a la catedral porque aún nos quedaba el interior por visitar. Casualmente y sin saberlo, hemos entrado 2 minutos antes de que cerraran la girola, así que hemos podido ver durante un ratito el famoso relicario de los Reyes Magos que se encuentra tras el altar mayor. Una pasada. 

Por cierto, hoy hemos sabido que la catedral tardó más de 600 años en construirse. No es que las obras fuesen lentas; es que a mitad de construcción se quedaron sin financiación. No sería hasta mucho después, en pleno S.XIX, cuando el impulso del romanticismo alemán fijó sus ojos en esta maravilla y consiguió terminar el proyecto en cuatro décadas. Otro 10 también para los amantes del arte de la época!

En uno de los laterales de la catedral ponen por estas fechas uno de los mercadillos navideños de la ciudad. Es sin duda el más grande y el que más afluencia de gente recibe (lógico, teniendo la estación de tren casi al lado). Más de 100 casetas reciben al visitante con comida, productos de artesanía, ropa y detallitos navideños. También hay un pequeño escenario donde tocan música en directo - supongo que así es más entretenido brujulear de puesto en puesto. A veces se hace complicado dar dos pasos entre la multitud, pero es cuestión de paciencia seguir bien los flujos de gente y aprovechar los huecos para hacer fotos sin problema.

Menos gente y casetas más bonitas tiene el mercadillo Nikolausdorf de Rudolfplatz. Quizá influya el hecho de que se encuentra a 20 minutos andando de la vorágine de la catedral y muchos turistas terminan dejándolo por pura pereza. Un error, porque merece la pena ver este pequeño pueblo navideño en el que suele estar el propio St Nikolaus rondando por sus callecitas. 

Nos ha dado tiempo a ver todas las casetas antes de que empezase a llover de mala manera. Con un panorama tan feote, hemos vuelto hacia el centro. O al menos esa era la idea hasta que hemos topado con el Markt der Engel (mercado de los ángeles).

Para entonces la lluvia empezaba a ser intermitente y nos hemos pasado un buen rato viendo cosas y esquivando gotas entre casetas. No está nada mal. 

También hemos cenado un par de salchichas riquísimas en un puesto de comida bastante peculiar (al loro con los botes de mayonesa, ketchup y mostaza que cuelgan del techo... jeje!!) 

Ha sido un día muy completo y hemos conseguido cumplir con el objetivo principal del viaje, así que estamos más que satisfechos. Nos lo hemos ganado: ahora un 10 para nosotros!!

Buenas nochesss!

Colonia 2017 - 15 DIC (dia 1)

"Las personas viajan a destinos distantes para observar, fascinadas, 
el tipo de gente que ignoran cuando están en casa"
(Dagobert D. Runes)

Cuando hace tan sólo unas horas estaba haciendo esta foto, me he quedado un par de minutos pensando en lo bonitas que se ven siempre las nubes desde arriba. Ya no es que parezcan bolas de algodón de mil formas, es que dan ganas de tocarlas. Al menos, mientras la ilusión óptica lo permita. Pero bueno, como decía las nubes me parecen preciosas y además siempre que las veo así significa que estoy (estamos!) de viaje. Aunque hoy toca moverse a un sitio mucho más cercano que la última vez, esa inquetud por descubrir algo nuevo e interesante siempre está ahí.

Por eso, cuando hemos aterrizado en Düsseldorf (diuuuuuseldorf!), nos hemos ido rápidamente hasta la terminal de trenes del aeropuerto siguiendo las buenas indicaciones de los carteles.

Recorrido: Terminal C -> Terminal A/B  -> Parking -> Estación de Tren

De una terminal a otra se puede ir andando. Pero desde la Terminal A/B hay que coger el famoso "skytrain" (a 10 metros del suelo, con ventanales panorámicos y rapidísimo). Precio... poco más de un euro.

Una vez en la estación de tren, nos hemos puesto a trastear en la máquina de los billetes. Un jaleo, de verdad. Y justo cuando estábamos intentando alinear botones y tipo de billete, se nos ha acercado un tipo bastante simpático. "A donde vais? - A Colonia. - Ah, qué casualidad. Yo también voy para allá! Justo sale ahora en 2 minutos el tren. Venga, si queréis podemos compartir un billete de zona, de estos que valen para 5 personas". Nos hemos quedado un tanto sorprendidos, pero el hombre parecía buena gente y nos hemos montado sin dudarlo. Increíble el buen rollo de este país. 

Nosotros usamos este tipo de billetes hace unos años, cuando quisimos visitar el castillo de Neuschwanstein. Vale para un máximo de 5 personas y puedes utilizar todos los medios de transporte de la zona correspondiente en el día que se valida. Es uno de estos inventos que facilita viajar, especialmente si vas en grupo. 

Así que casi ni hemos mirado el andén, ni el tren ni nada. Bueno, sí que hemos comprobado que, efectivamente, la dirección era la correcta y que todo estaba en orden. Le hemos pagado la parte correspondiente del billete (que venía a ser casi lo mismo que si lo hubiéramos comprado en la máquina). El hombre nos ha asegurado que, por trabajo, hace este trayecto un montón y que en seis paradas (y 40 minutos) llegaríamos a la estación central de Colonia. 

Y así ha sido. Además el hombre (superamable!!) nos ha guiado hasta el ascensor que bajaba a la planta principal de la estación. La verdad es que no sabíamos bien cómo agradecerle toda esta atención que había tenido con nosotros. Pero bueno, al llegar al rellano principal ya nos hemos parado para despedirnos y seguir cada uno por nuestro lado. 

Aunque el que ha seguido caminando ha sido él. Bueno, más bien ha salido disparado, casi corriendo. Ha sido un final un poco feote, pero hay que entender que no todos vamos de turismo y el trabajo es el trabajo. Y más cuando te dedicas a sacar rentabilidad a tu billete compartido durante todo el día, buscando gente despistada que esté dispuesta a pagarte el billete una y otra vez. Porque, efectivamente, aquí el colega de la maleta negra vieja y roída, se ha parado junto a unas chicas que estaban sacando billetes en la estación de Colonia y se ha ido con ellas... para empezar otro viaje de billete compartido. Con un par, si señor.

Así que ya ha dado igual el check-in del hotel, el paseo por el centro, o las salchichas de la cena en el Meister Bock de la estación. Nos hemos quedado pilladísimos con la estrategia de este personaje. Porque... si un billete de éstos cuesta 45 euros y al día hace unos 10 trayectos mínimo con 2 personas, no hay que ser un lumbreras en matemáticas para ver este supernegocio no declarable que, además, no es delito. Parece ser que compartir un billete de éstos entre personas que no se conocen es algo relativamente habitual.

Pero bueno, una cosa sí que es cierta: si no hubiera sido por este encuentro casual, habríamos perdido un montón de tiempo sacando el billete y quizá nos habríamos plantado en Colonia tardísimo. No hemos perdido dinero (eso, en tal caso, lo ha hecho la compañía de trenes) y no hemos tenido ningún problema. Vamos, que bien visto, es como si hubiéramos contratado un servicio de guía local a nuestra disposición.

Sí. Mejor verlo así, jaja! 

En fin, vaya comienzo de fin de semana. Buenas noches!

Japon 2017 - 22 NOV (dia 9)

A las 7:15AM ha salido el Narita Express de la estación central de Tokyo. Puntual como el mejor reloj suizo. O como todos los trenes de este país, da igual el tipo que sea. Nunca habíamos visto nada parecido.

Como la estación es un laberinto de plantas, pasillos y escaleras mecánicas, ayer hicimos bien los deberes preguntando y comprando los billetes (que ya se acabó el chollo del JR Pass, snif!). Fuimos directamente a la oficina de compra de billetes de la JR - no nos atrevimos con las máquinas expendedoras de billetes (kenbaiki) por si acaso metíamos la pata.

Importante: el Narita Express utiliza las mismas vias de la linea Sobu, así que lo mejor es seguir las indicaciones de esta línea y en breve aparecerán con otra del avión indicando que es la línea del aeropuerto. No es complicado, pero conviene mirar bien todos los carteles y llegar con margen amplio de tiempo porque, repito, aquí son puntuales a más no poder y a la mínima te puedes llevar una desagradable sorpresa.

Casi una hora después, hemos llegado al aeropuerto. Aquí ya no hay peligro de equivocaciones: todos los carteles tienen sus indicaciones en inglés y japonés, y todos los que trabajan allí, si no dominan 100% el idioma foráneo, al menos lo chapurrean decentemente para hacerse entender. 

Hemos comido algo, para después hacer unas comprillas de última hora. Por cierto, aquí las tarjetas de crédito / débito no han fallado ni una sola vez. 

El vuelo ha despegado bastante puntual. Eso sí, en una distancia de 10.600 km (que ya se dice pronto!!), han sido 14 horas y media del tirón. Visto así de repente puede parecer una locura, pero además de aprovechar para dormir, hay tiempo para comer, charlar, ver películas y series, jugar... vamos, que no hay que agobiarse. 

Otra cosa es el cansancio que tienes al salir por el finger, especialmente si no has dormido lo suficiente y te has puesto a ver películas como si no hubiera un mañana. Pero quizá sea así mejor, para luego pillar la cama pronto y no sufrir al día siguiente las maldiciones del jetlag! 

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P.D:  "MADE IN JAPAN collection"

Este ha sido uno de los viajes más alucinantes que hemos hecho. No sólo teníamos unas ganas locas de visitar el país, sino que ha sido un choque cultural brutal en muchos aspectos. Voy a empezar a enumerar unas cuantas cosas que creo que no dejan indiferente a nadie!

1. La taza del WC es lo más. 

Da igual que sea hotel, centro comercial o servicio público: casi todos los retretes modernos son MUY modernos. Japón ha dejado de lado sus letrinas de toda la vida para incorporar mandos electrónicos con asiento calefactado y chorritos de agua para las partes íntimas. Parece una locura, pero después de varios días usándolos, se crea un efecto enganche y ya no puedes estar sin ellos. Snifff...

2.  WCs con sillitas para niños

Algunos servicios de chicas tienen una pegatina en la puerta en la que se ve una mujer y un niño pequeño sentado. Eso indica que dentro hay este interesante asiento de plástico en el que poner a tu peque mientras haces tus cositas sin interrupciones. Así como lo anterior me parece de dificil implantación en nuestro país, esto sí que podría funcionar sin problemas. Cuántas veces tenemos que ver (y escuchar) situaciones incómodas dentro de los servicios... y resulta que la solución está en este pequeño asiento de rincón. Un 10 para la mente pensante!!
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3. Máquinas de vending en cualquier sitio

En cuanto pisas suelo japonés te das cuenta de que las luces que hay a tu derecha (por ejemplo) no pertenecen a un cartel luminoso. No. Es una máquina de vending, llena de colores, que te invita a tomar algo. No es broma. En cada esquina casi hay una máquina y generalmente de bebidas. Supongo que esto comenzaría un verano de mucho calor y ahora están por todos lados, a veces sin venir a cuento. Por ejemplo, qué sentido tiene instalar una junto a este altarcito?

4. Si el producto es bueno, se vende solo. Literal.

En lo alto de un monte, junto a varios santuarios y pequeños altares sintoístas, aparece esto tan extraño. Se trata de una cazuela con varios huevos hervidos. Ningún tendero alrededor. Por 80 yenes (0'62 Euros), te puedes llevar uno. Sólo tienes que dejar el dinero en el platito y ya tienes proteína asegurada en tu comida! Esto en otro países sería impensable, pero aquí es muy normal. De hecho, recuerdo un documental en la TV en el que un señor recogía hortalizas de su huerto, las colocaba en un puestecito de madera con su precio, y la gente lo compraba dejando el dinero sin problema. Que cosas.

5. El tamaño del Parking no importa

Tienes un trozo de acera vacío delante de tu casa y no sabes qué hacer con él? Monta un parking! Aunque sólo quepan 4 coches (o 1, que también los hemos visto). Pones un sistema de cables sofisticado, un cartel luminoso bien resultón, y por último un cepo grandote en el suelo que se levanta para que no ocurran cosas raras con los coches. No está mal, eh?
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6. Aquí no hay (casi) paro

Con una ridícula tasa del 2,8%, Japón es de los países donde más posibilidades hay de tener trabajo. Otra cosa es que sea un tanto extraño, como el tipo de la foto que regula el tráfico con traje de luces. También hemos encontrado gente en las estaciones cuyo trabajo es decirte por qué pasillo tienes que seguir para no perderte. Es como si prefiriesen el factor humano antes que un cartel o una máquina. No sé si esto funcionaría fuera del país.

7. Taxis... elegantes?

Sorprende ver en plena calle un coche negro, con conductor de gorra negra, como sacado de los años 20, cuyo interior está recubierto de una especie de ganchillo blanco. Los coches te esperan con la puerta abierta que se cerrará AUTOMÁTICAMENTE en cuanto subas. Por un momento parece que es el coche de Norma Desmond en "El Crepúsculo de los Dioses".

8. Vagones SÓLO para mujeres

Usados entre semana a la hora punta, estos vagones intentan dar respuesta a todas esas afectadas por tocamientos y fotos indebidas que se hacen cuando el vagón está a reventar. Aquí los acosadores se conocen como chikan y las víctimas suelen ser jovencitas y menores de edad. 
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9. Linternas cargadas en cada habitación

Como ya sabemos, la actividad sísmica en Japón es altísima y sus habitantes tienen que "esperar lo inesperado" en cualquier momento. En todas las casas, tiendas y habitaciones de hotel, existen linternas cargadas que en cuanto las coges se iluminan. Es fácil encontrarlas en caso de apagón total. Y es que, tal y como está el panorama, la seguridad es lo primero. Además en las escuelas enseñan cómo protegerse en caso de terremoto y en los hoteles dejan muy bien indicado qué hacer cuando llegue el caso. 

10. Todo es muy "cuqui"

Si hay que adornar algo, será con colores llamativos, con florecitas, con lacitos. Todo muy tierno y achuchable. Exactamente igual que sus dibujos animados. En qué otro pais del mundo podríamos encontrar unas sosas y frías escaleras mecánicas estampadas con florecitas? Por eso no extraña nada que Hello Kitty aparezca en casi todos lados, inspirando ternura y una medio sonrisa de "qué bonito todo".

11. Japon es el paraíso del KIT KAT

Aquí se conoce como "kit-to kat-to" y se debe de consumir a toneladas, junto con los otros tropecientos dulces locales. Resulta que hay más de 200 sabores disponibles en este país y los turistas se vuelven locos por probar la mayor cantidad de ellos. Hace poco han sacado incluso una edición especial con los alimentos representativos de cada zona y así se pueden encontrar, por ejemplo, kitkat de fresas tochiotome de la Prefectura de Tochigi, el de pasas al ron de Tokyo, el de patata dulce morada de Okinawa o el de melón Yubari de Hokkaido. Tela, eh??
Más info de sabores... [AQUI]

12. Aquí me siento, aquí me duermo.

Es fácil encontrarse en el tren o el metro a un lugareño dormido aunque bien podría ser en cualquier parte, incluso en el trabajo. A nosotros nos sorprende un montón, pero en Japón no está mal visto. Es más, la práctica se conoce como "INEMURI" y se considera una consecuencia directa de trabajar duro.

Por cierto, como no está mal visto, si el de al lado se inclina hacia tu hombro, no te queda mas remedio que aceptarlo y esperar a que buenamente abra los ojos. Imagino que será un honor tener un contacto tan cercano con alguien tan entregado a la causa laboral!

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En fin, con esto y un bizcocho, hasta el próximo viaje a las ocho, jaja!

Arigato gozaimasu!!

Japon 2017 - 21 NOV (dia 8)

Con sus más de 39 millones de habitantes (sí, si, "millones"), Tokyo es esa mezcla raruna entre lo clásico y lo moderno, lo ruidoso y lo callado, lo estridente y lo casi invisible. Por eso, en medio de cuatro calles y rodeado de edificios, te puedes encontrar con un templo budista como el de Senso-ji. El único problema es que con la cantidad de gente que pulula por aquí, es complicadísimo sacar una foto decente y, por supuesto, también es una prueba de fuego atravesar el ejército de pequeñas tiendas junto al templo y no comprar (ni comer) nada. Todo te atrae y todo es fotografiable, así que, al igual que en la zona de Kiyomizudera de Kyoto, unos pocos metros se convierten en horas empleadas en mirar y rebuscar. 

Si los cantos de sirena pueden con uno y finalmente decides probar comida rara y nueva, cualquier puesto te vale. Nosotros hemos tomado mitarashi dango, unas bolitas dulces de arroz que  estaban muy ricas y, como no se puede comer mientras caminas, nos hemos quedado un ratito en un pequeño rincón adaptado para ello dentro de la caseta de comida (en la foto, se ve a una pareja al fondo comiendo precisamente en este sitio). Después, en las callecitas de Asakusa, ya si hemos entrado en un restaurante (muy viejo, como sacado de los años 50), donde hemos tomado pescado y gambas con ensalada, sopa miso y arroz por un precio de menú del día en España. Estupendo, oiga!

Por la tarde hemos estado un poco en Akihabara, el barrio de la electrónica, manga, y muchas frikadas. Aquí cada tienda es un universo en sí mismo y, como no tengas muy claro lo que estás buscando, se te pasará el día sin enterarte. Hay tiendas con tantas cosas y con pasillos tan estrechos, que tienes que andar por los pasillos casi de lado y con cuidado para no golpear cosas con la mochila o el bolso. Impresionante, de verdad. Nosotros no teníamos mucho tiempo (tampoco era éste el viaje para ello) y sólo hemos podido ver un poco por encima la calle principal, pero el entramado de callecitas que se esconden justo detrás parece que promete y queda ya apuntado para un futuro siguiente viaje.

Y hemos pasado las últimas horas en Tokyo cenando en Sushi Aoyagi. Hemos probado uno de sus menús especiales y ha sido toda una experiencia: local silencioso, servicio muy atento, presentación fantástica y sabores nuevos (algunos ha sido imposible quedarse con el nombre). Destaco, quizá por su presentación y sorpresa, el plato que se ve en la foto, con dos trozos de pescado (salmón y caballa), con unas pequeñas palomitas de trigo (!!!) presentadas en su tallo. Es genial!!

La cena, además de estupenda, ha supuesto mi reconciliación con el sushi en este país y también el broche final del viaje. En escasas horas saldremos del hotel y pillaremos el Narita Express (N'Ex) hasta el aeropuerto, donde nos espera un laaaaargo viaje de regreso a casa. Esperemos no tener incidencias.

Buenas noches, konbanwa!

Japon 2017 - 20 NOV (dia 7)

Como comentaba ayer, hoy decimos adiós a la primera etapa del viaje - bueno, "primera" y casi "principal", porque es el verdadero objetivo de estas vacaciones. Pero bueno, se nos ha pasado la semana casi volando y esta mañana otra vez tocaba hacer las maletas (por cierto, que hemos conseguido meter todo si problema). Ayer ya reservamos los asientos (viva la previsión!), así que hemos salido con un margen holgado de tiempo para estar tranquilamente esperando en el andén y poder entrar los primeros, dejando todo colocado en las baldas superiores. También hemos comprado un par de bentos para comer y nos hemos echado unas buenas risas.

Minuto a minuto, hemos esperado con impaciencia las vistas más deseadas del shinkansen, pero de nuevo no ha podido ser. La semana pasada todo estaba cubierto por la lluvia y hoy había demasiadas nubes. Vamos, que nos quedamos sin ver el Monte Fuji otra vez. Bohh. 

Recordatorio: al reservar asiento en las oficinas del JR Pass, si uno quiere, puede solicitarlos con "mountain views" - suelen ser los asientos de la fila de dobles.

La estación de Tokyo Station estaba a rebosar. Qué cantidad de gente! Claro que también había muchisimos carteles e indicaciones y eso nos ha despistado durante un rato, porque no sabíamos qué salida era la mejor para ir al hotel. Menos mal que la intuición sigue funcionando perfectamente y, no sólo lo hemos encontrado, sino que en nada ya estábamos montando en la Yamanote Line camino de Shibuya. Hemos pedido un par de chai lattes en el Starbucks y hemos subido a la planta de arriba para disfrutar del famoso cruce (el más transitado del mundo!!!). Una maravilla visual, oiga!

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Se me olvidaba: junto al cruce, en una pequeña plaza que hay a la salida de la estación de tren, se encuentra la famosa estatua de Hachiko, el perro fiel. Para quien no sepa nada de la historia, digamos que este perro acompañaba todos los días a su dueño, profesor de la universidad, hasta la parada de Shibuya y allí mismo le esperaba a su llegada. Durante más de un año el perro hacía la misma rutina, a primera hora le acompañaba y a última hora le recibía de nuevo, hasta que un día el profesor sufrió un infarto y falleció durante una clase. El perro, mientras tanto, seguía esperando a su dueño... y allí se quedó esa noche y al día siguiente y al otro... y así durante 9 años, cuando un día se lo encontraron sin vida. La historia es totalmente cierta y hasta se han hecho películas (la última, un remake estadounidense de 2009, con Richard Gere de protagonista). Esto sí que es un perro fiel y lo demás tonterias.

Luego hemos estado dando un paseo por la zona, llena de tiendas principalmente y algunos sitios para comer. Es entonces cuando parece que estás en otro planeta, viendo carteles luminoso sin fin y muchísima gente hablando en un idioma que no conoces. Me viene a la mente la película "Lost in translation" y me imagino a su protagonista caminando como nosotros con cara de alucinado.

La verdad es que no hace falta casi nada para disfrutar de todas estas rarezas. Basta con sentarse en un banco, el que sea, donde sea, y observar con detenimiento todas las personas que vayan pasando por delante. Si. Voy a tener que inaugurar una sección el próximo día con todo lo raro (y alucinante) que estamos viendo en este país!

Hace un momento hablaba del cruce más transitado del mundo. Pues Tokyo aún se supera a sí misma con Shinyuku, la estación de trenes más utilizada a diario, con casi 3 millones de personas. Madre mia. No es de extrañar que en el pasaje que da acceso al distrito financiero hayan colocado pasillos rodantes a uno de los lados.

Por cierto, en uno de los edificios de esta zona, se encuentra un mirador gratuito (y muy bien señalizado, por cierto) desde donde se pueden hacer unas fotos estupendas de la ciudad. Muy muy recomendable!

Y ahora a dormir. Que descanséis! 

Japon 2017 - 19 NOV (dia 6)

A tan sólo dos paradas de tren de la Nara Line se encuentra Fushimi Inari, un enorme conjunto de santuarios que se extiende por las laderas del monte Inari-san. Y la verdad es que, desde el primer gran torii que nos da la bienvenida, algo mágico envuelve la visita. Esto lo sé yo, lo sabe el vecino y lo sabe todo el mundo. Por eso es IMPRESCINDIBLE (así, con mayúsculas y bien destacado, para no olvidar) madrugar para visitarlo. Porque, señoras y señores, si queremos tener una experiencia única, hay que estar con poquita gente alrededor. Y este lugar es muy muy famoso para todos, pero en especial para ese "turismo de chincheta" que tanto agobio provoca. Nosotros hemos llegado sobre las 08:20AM y ha sido todo un acierto. Había gente, si, pero no hemos tenido problemas para disfrutarlo pausadamente, hacer fotos hasta aburrir y conseguir llegar a la cima sin sensación de asqueo.

Si. Hay que llegar a la cima. Y eso significa caminar durante 4 km por un sendero inclinado, con muchos tramos de escaleras, cubierto de toriis como si no hubiera un mañana. Pero es taaaan bonito y tan gratificante que merece la pena el esfuerzo. Además, la mayoría de la gente se queda a mitad de camino, aprovechando una zona amplia en la que hay un mirador con vistas a la ciudad. Así que los más atrevidos estamos de enhorabuena, porque podemos ver la cima unos 20 minutos después, y saludar (si se quiere) a los dioses del arroz y el sake, a quienes está dedicado el santuario. 

Para el que no se llegue a creer que este lugar está masificado a todas horas, simplemente tiene que ampliar la foto de la izquierda, hecha justo dos horas después de la anterior. Es el comienzo del camino hasta la cima y al loro, porque ya no se puede avanzar casi nada por la cantidad de gente que hay.

Importante: el camino de subida es diferente al de bajada, así que mejor hacer más fotos de la cuenta que quedarse corto y lamentarlo más tarde en casa. Cualquier rincón es susceptible de ser fotogénico!

La parte baja del santuario tiene puestos callejeros de comida de lo más curioso: desde perdices japonesas fritas hasta bolitas de pulpo (takoyakis). Había muchisimo donde elegir, pero nosotros nos hemos quedado con unos marumochis de judias azuki y de castañas y estaban buenísimos!

Después de comer ya en Kyoto, hemos cogido un autobús hasta la zona de Kiyomizu-dera, para callejear de nuevo por sus callecitas con encanto y descubrir de primera mano el primer Starbucks del mundo que tiene distribución de casa de té japonesa y que te permite disfrutar de tu bebida mientras estás felizmente sentado en un tatami. El local sólo lleva abierto 5 meses y, a juzgar por el ambiente, me temo que en poco tiempo se va a convertir en un fenómeno social y pasará a estar constantemente saturado. Nosotros hemos llegado a una buena hora y hemos estado un buen rato con nuestro té haciendo fotos y echándonos unas risas. Por cierto, el local se encuentra tan bien fusionado con el entorno de la calle que es fácil despistarse y saltárselo.

Con lo que no hay duda alguna es con el restaurante dedicado a Hello Kitty. Creo que es el escaparate de comida más mono de todos!! Absolutamente todos los platos que aparecen en él tienen alimentos, a cual más original, con forma de gatita japonesa. No me digáis que no inspira ternura! Además, dentro del local, cuando te sientas en la mesa, te ponen como acompañante especial un peluche gigante (tamaño persona adulta!!) de Hello Kitty que ocupa su silla como si fuera una más. Aúpa "Haro-Kiti" (tal y como suena su nombre en japonés!).

Y ya que hablamos de dibujos animados tiernos, justo al lado del restaurante hay una tienda con cosillas de varios personajes del estudio Ghibli (es decir, Totoro, Chihiro, Yubaba, Porco Rosso... y alguno más que no recuerdo ahora). Muy interesante tambien!

Terminamos el día cenando tempura en uno de los locales de la planta baja de la estación. No sé si es que hemos tenido un poco de mala suerte al coincidir con un cliente japonés bastante quisquilloso, pero las camareras no tenían muchas ganas de pasar por nuestra zona y el rato que teníamos pensado para cenar se ha alargado considerablemente. Una pena. Y la comida era bastante normalita, pero bueno, había que probar algo diferente para cerrar la primera etapa del viaje. Porque mañana, mal que nos pese, hacemos la maleta y volvemos al norte, donde la capital del país nos espera con los brazos abiertos. Esperemos que podamos disfrutarla tanto como la encantadora Kyoto.

Buenas noches, konbanwa!

Japon 2017 - 18 NOV (dia 5)

Sanjusangen-do es un templo budista que no deja indiferente a nadie. Y no me refiero sólo al exterior o la forma del mismo (que, para el que no lo sepa, es el edificio de madera más largo de Japón!). Es su interior el que se lleva el premio con diferencia.

Para empezar, dejas los zapatos en cualquiera de las baldas asignadas para ello o puedes meterlos en una bolsa de plástico (parece ser que esto es típico de templos muy concurridos). Y, subiendo una pequeña rampa, aparece el cartel de la historia del templo junto con el de FOTOS NO (y otro de "cuidadito, que cuando salgas voy a revisarte la cámara"). Así que ni he sacado las manos de los bolsillos. Sí, hacía frio y sin calzado se nota muchísimo más, ejem!

Lo que se ve a la derecha es una foto sacada de la red. No me ha quedado más remedio que recurrir a este préstamo porque intentar explicarlo es bastante dificil sin una imagen al lado. Esto es precisamente lo que no se puede fotografiar: la diosa Kannon de los mil brazos rodeada de mil estatuas a tamaño natural cubiertas de pan de oro. Brutal. Y en primera fila, protegiendo al conjunto, se encuentran otras 28 estatuas de deidades guardianas. La diosa Kannon se encuentra justo en medio, casi difuminada por una ligera nube de incienso constante. Si se tiene un poco de sensibilidad, da igual la creencia, es imposible no quedarse alli unos minutos contemplando ese rostro tranquilo y sereno de la gran estatua principal.

Por cierto, queda confirmado que cuando llueve, el "turismo (chino) de chincheta" se queda haciendo compras en los grandes almacenes. El resto de mortales debemos aprovechar esta oportunidad para por fin hacer turismo sin masificaciones. Suena a risa, pero no me quiero ni imaginar qué habría ocurrido esta mañana si todo hubiera estado colapsado de gente y griterío ininteligible. O si el templo Ginkaku-ji hubiera tenido más gente aún... uff que horror!! 

Este último ha sido protagonista (sin duda) del momento mágico del día. El templo en sí no está abierto al público, pero sus jardines son realmente preciosos, especialmente en el momiji de Noviembre. Cualquier rincón parece especialmente diseñado para provocar el asombro en el visitante y ser fotografiado. Además, justo al principio, tiene un jardín zen espectacular que incluye una representación del Monte Fuji. Para no perdérselo, vamos. 

A pocos minutos del templo, se encuentra el famoso "Paseo del Filósofo", un agradable camino de unos 2 km que transcurre junto a un canal lleno de cerezos. Su nombre se debe al filósofo Nishida Kitaro que solía meditar por aquí de camino al trabajo. Supongo que en la segunda mitad del S.XIX éste sería un buen lugar para ello, pero no me imagino hoy a este señor queriendo repetir sus buenas costumbres en plena temporada alta de floración del cerezo, por ejemplo. 

Quizá el paseo en esta época queda un tanto deslucido, aunque no olvidemos que los arces japoneses aportan ese fantástico color rojo a cualquier rincón por muy feote que sea. Arigato gozaimasu, Momiji San!!

Se nos ha hecho un poco tarde entre foto y foto, así que nos hemos quedado con las ganas de ver Nanzen-ji, que cerraba a las 5pm y que durante estos días también organiza visitas nocturnas a sus jardines. Qué le vamos a hacer - quizá mañana haya más suerte!

Como no sabíamos donde estaba la parada del autobús para el centro, nos hemos aventurado a caminar tranquilamente por una transitada calle que, según el mapa, nos llevaba directamente sin dar mucho rodeo. Ha sido muy interesante ver ese otro Kyoto actual y moderno, sin turistas, alejado un poco de la tradicional imagen que tenemos en la cabeza. Al menos en cuestión de edificios, porque por aqui también hemos visto lugareños con kimono, jeje!

Claro que a los 20 minutos (y aprovechando que hemos encontrado una parada de autobuses) ya hemos acortado el camino - algo que nos ha venido estupendamente, porque hacía ya demasiado frío. Hemos paseado un ratito y luego nos hemos encontrado la catedral católica de la ciudad. Varias fotos, intento de lectura de papeles y misa después, tenemos una experiencia más en nuestra mochila. De verdad, qué interesante ha sido ver cómo se realiza una misa en una cultura tan alejada de la nuestra como la japonesa. Sirva como ejemplo que aquí no se dan la paz con las manos unos a otros, sino que juntan las suyas, las apoyan en el pecho y hacen una reverencia a todos los que tienen alrededor. Madre mía, que cosas.

Conforme ha avanzado la tarde cada vez hacía más frio. Cuando hemos entrado en el Lipton Tea House para cenar, estaba casi a punto de tiritar. Menos mal que la cena nos ha ayudado a entrar en calor: pollo y ternera bien calentitos. Y, ojo, buenisimos de sabor, especialmente el pollo.

Hmmm,... parece que aún lo estoy saboreando!

En fin, dejo ya esto que si no, me voy a quedar dormida delante de la pantalla. Buenas noches, konbanwa!