El Palacio Imperial se encuentra en el centro de la ciudad y aquí vive la familia real nipona. Creo que algunas estancias pueden visitarse en tour privado, pero nosotros nos hemos quedado hoy con los jardines (que, por cierto, son gratis). Aunque no hemos podido verlos al completo por obras, sí que hemos visto la zona del Jardín Ninomaru. A pesar de la cantidad de gente que había, no se nos ha hecho especialmente pesado. Preciosas las carpas de colores del estanque (por supuesto, ahí es donde se formaba el tapón de gente...)
A 12 minutos de la Puerta Otemon se encuentra el famoso Seimon Stonebridge, el puente de piedra por el que acceden el emperador y su familia (además de embajadores) a las estancias del palacio. Cuando hemos llegado hasta la zona frente al puente todo estaba lleno de orientales haciendo fotos sin parar. Nosotros hasta hemos dudado si sacar la cámara. No digo que no sea bonito, sino que no llegamos a entender esta locura de selfies con el puente de fondo. Supongo que a los europeos esto nos parece extraño porque tenemos construcciones parecidas (o mejores) de este mismo estilo. En fin.
Después nos hemos acercado hasta Parque Yoyogi, el lugar preferido de muchos lugareños para pasar el domingo. Nosotros, para vivir mejor la experiencia, hemos hecho un pequeño picnic también con las cosillas que habíamos comprado previamente en una de esas tiendas Lawson. Nos lo hemos pasado genial, haciendo fotos y viendo cómo la gente realmente disfruta de los días soleados en la ciudad. Cosas curiosas: había un grupo de gente practicando acrobacias (bien podrían ser los del Circo del Sol) y un grupo de rockers muy divertido que no dejaba de bailar. Me encanta este parque!
Totoros para acompañar el té! No hay nada más kawaii (cuqui) que el famoso personaje de Miyazaki. Pero si además está relleno de crema y te lo puedes comer... pues es lo más de lo más! Al suroeste de Tokyo se encuentra Shiro Hige’s Cream Puff Factory, un pequeño pero agradable salón de té donde se pueden tomar estos bollitos de crema tan ricos. Llegar hasta allí no es fácil sin GPS (gracias Google Maps, gracias SIM local!!!) pero merece mucho la pena poder pasar un rato agradable en esta casita tan sencilla como curiosa. Como tienen pocas mesas hemos tenido que esperar un poco, pero en cuanto te colocan el bollito en la mesa se te pasan todos los males.
Por cierto, hemos pedido dos Chais para acompañar a los bollitos. Cinco minutos después se acerca el camarero agobiado y nos dice que como sólo les queda té para uno, nos dan dos vasos pequeños y no nos cobran nada porque “ha sido fallo suyo el no poder atender nuestras necesidades”. ALUCINANTE. De verdad que estas cosas sólo pasan aquí... y son dignas de admirar. ¿Alguien se imagina esto en la península, por ejemplo?
Si. Hemos vuelto a Harajuku. Y esta vez hemos hecho pleno de cosas divertidas para comer, jeje!
En Long! Longer!! Longest!!! te lo ponen fácil si quieres vivir una experiencia culinaria propia de un dibujo animado. Sus sándwiches de “queso arcoíris” son lo más! Tienes que esperar un par de minutos para poder abrirlo y que salga el queso en una tira alargada - y preciosa para fotografiar, claro -. También de puede pedir una patata cortada entera en una única espiral y frita en un pinchito largo de madera. Buenísima!!!
En Totti Candy Factory te hacen al momento algodón de azúcar de varios colores con forma cónica. Y son enormes!! En la foto creo que se aprecia bien el tamaño considerable que tiene...
Con todo esto queda demostrado que aquí los foráneos tenemos risas aseguradas para rato. Pero cómo nos gusta Japón, por favor!!!
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