En el año 940 el samurai Taira no Masakado fue abatido tras haber liderado una rebelión contra el emperador. Su cabeza, además, se expuso en pleno Kyoto (antigua capital del país) como castigo ejemplar pero, según cuentan, la misma consiguió volver a su tierra, la llanura de Kanto, donde terminaría eligiendo su verdadero sitio de descanso. Ese lugar es justo el que se ve en la foto, cercano al Palacio Imperial y rodeado de edificios enormes del distrito financiero de Otemachi.
Cosas curiosas sobre este monumento:
1. Se ha intentado varias veces cambiarlo de sitio (y construir otro edificio de oficinas en su lugar) pero en todas ellas parece ser que el espíritu vengativo del samurai ha terminado paralizando el proyecto.
2. Taira no Masakado está considerado como semidiós protector de Tokyo.
3. La presencia de todas esas ranas que se ven en el suelo (ver foto de nuevo!) tiene su explicación en un simpático juego de palabras: en japonés son homófonas las palabras “rana” y “volver a casa” (ambas se dicen “kaeru” ). Así que esas ranas son para pedir la vuelta a un trabajo mejor o la vuelta de un ser querido, por ejemplo.
Tras validar los tickets de tren de mañana (snif!), hemos ido hasta Shinjuku Gyoen, un jardín botánico precioso. Hay varios recorridos recomendados para verlo, aunque lo mejor es dejarse llevar y hacer fotos sin agobios. Por su rareza, destaco estos cipreses de los pantanos (originarios del sureste de EEUU) cuya adaptación a medio es tal que pueden sobrevivir a inundaciones o estar largas temporadas bajo el agua gracias a que sus raíces salen a la superficie para oxigenarse.
Y terminamos el día en el templo Zojoji, quizá el mejor sitio para fotografiar la emblemática Torre de Tokyo. Hemos tenido suerte con las nubes, que nos han regalado unas fotos preciosas. En el templo hemos pillado además a unos monjes rezando mientras tocaban un extraño instrumento de percusión. Que más se puede pedir para esta última tarde en la ciudad?
Buenas noches!!
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