Cuando los pobladores del Este del recién creado país vinieron por estas tierras en busca de oro y fortuna muchos se encontraron con la frustración de no poder alcanzar su objetivo rápidamente. Había que ganarse la vida como fuese. En 1881 los hermanos Pickett tuvieron la inmensa fortuna de dar con una cueva que les daría dinero fácil y que se convertiría en una de las primeras atracciones geológicas del estado. En lo alto de Williams Canyon construyeron un acceso atractivo para los turistas y, con el tiempo - especialmente en estos últimos años -, la oferta de Cave of the Winds se ha ampliado con cafetería, tienda de regalos y un parque de aventuras (tirolina, via ferrata, rocódromo,…).
Nosotros sólo hemos visitado la cueva y la verdad es que está muy bien. Además sólo éramos un grupo de 4. En comparación con otras, aquí hay que agacharse bastante en algunos momentos y subir/bajar varios tramos de escaleras (algunas empinadas y estrechas) así que, si uno no está muy ágil, mejor que se quede en la cafetería haciendo fotos desde el cañón (que no es mala opción, porque las vistas son espectaculares). Como decía en el párrafo anterior, esto era una atracción turística desde hace más de 100 años y, como ya sabemos, entonces la sensibilidad hacia la conservación geológica era mínima o nula. De hecho, en una de las salas una estalactita tiene un brillo intenso y extraño debido a las miles de veces que se tocaba porque “daba suerte”. Hoy obviamente no puedes ni acercarte a las paredes pero está bien que recuerden estas cosas para concienciar a las futuras generaciones.
Dejamos la zona de Colorado Springs y nuestra siguiente parada nos esperaba en Pueblo (sí, sí… es un pueblo que se llama “Pueblo”). Aquí hemos visitado Rosemount Museum, una casa histórica enorme de 1893 que es una auténtica joya. Pertenece a la familia Thatcher - que no tiene nada que ver con la afamada primera ministra británica - y fueron ellos quienes consiguieron muchas mejoras para aquel asentamiento que se había formado a partir de varios centros de intercambio comercial (los “trading posts”).
Todas las visitas a la casa museo son guiadas por voluntarios que se desviven por contarte la historia del edificio y de la propia familia. No se pueden hacer fotos del interior (una pena, lo sé) por eso hay que aprovechar bien la estancia y mirar todo con detalle para que el recuerdo se fije bien. Por cierto, a mitad de noviembre se pone ya la decoración navideña y le da un toque increíble. A nosotros nos ha dejado con la boca abierta.
Terminamos el día en Walsenburg. Aquí no hay nada especial, simplemente nos sirve como base de operaciones para lo que haremos mañana. Toda esta zona se nota mucho más árida y plana, pero no deja de ser curiosa para unos europeos acostumbrados a la variedad geográfica.
Buenas noches y hasta mañana!
Al leer lo de Rosemount me ha venido a la cabeza Rosamunde Pilcher😆 ya sé que no tiene nada que ver , será un casualmente!
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