Han pasado cinco largos años desde la última vez que estuvimos en Nueva York. Cinco años en los que han pasado muchas cosas (pandemia incluida) pero en los que no hemos perdido las ganas de seguir descubriendo cosas en la ciudad que nunca duerme (Frank Sinatra sabía bien de qué hablaba!)
Vuelo tranquilo y sin problemas a la hora de pasar la aduana: ¿qué más se puede pedir? Pues, sin pensarlo mucho, pediría un poquito de menos gente en todos lados. Quizá haya sido por haber volado un sábado o porque estamos próximos a las fechas navideñas pero aquí hay mucha - muchiiiisima - gente. Ya lo veíamos en los accesos a la ciudad desde el aeropuerto (supongo que por la zona del río la historia sería la misma) y lo hemos sufrido al llegar al hotel. Caminar por la calle con maletas no ha sido la mejor experiencia.
Esta vez nos alojamos muy cerca de Times Square. Nos han dado una planta 37 y, aunque las ventanas aislantes hacen bien su trabajo, hay un suave ruido constante de fondo todo el rato. Y es que, con tanta gente, coches, tuk-tuks turísticos y demás, es lógico que el trajín sea interminable. Se nos ha ocurrido acercarnos hasta la zona de las escaleras de Times Square y aquello parecía el día grande de las fiestas del pueblo. Increíble. Confío en que esto sea algo anecdótico y que mañana todo se vuelva más tranquilo. Ya veremos.
En fin, a ver qué tal nos trata el jet lag en este viaje.
Buenas noches!
Pues con "jet lag" y en "la ciudad que nunca duerme".... ¡mal asunto!
ResponderEliminar