Después de pasar días mimados por la tranquilidad de los parques y la naturaleza salvaje, se nos ha hecho muy raro (y hasta incómodo) dormir esta noche. El centro de las grandes ciudades de este país no descansa ni un sólo minuto y si el edificio no está bien insonorizado puede llegar a ser molesto. Por suerte teníamos en mente desayunar en Yolk, un local que conocimos en un viaje anterior, y hemos podido calmar nuestras penurias nocturnas rápidamente. Lo que se ve en la foto es el “cheesy egg sandwich” al que se le han cambiado las patatas por fruta (gracias a la sugerencia de la camarera!) y ha sido toooodo un acierto. Qué rico, por favor!
Con las maletas ya cerradas y preparadas, nos hemos ido a dar un paseo por la zona del Millenium Park. Hemos hecho bastantes fotos aprovechando que había poca gente (viva el jueves laborable!) aunque nos hemos quedado con las ganas de pillar el famoso Cloud Gate despejado. Como bien se ve en la foto ahora mismo se encuentra de obras y estará así - al menos - hasta primavera de 2024. Pues nada, habrá que esperar hasta la próxima, qué le vamos a hacer!
Un rato después ya estábamos de nuevo en O’hare con todo su jaleo de gente alrededor. El embarque ha sido rápido aunque nos notábamos algo apagados por esa mezcla extraña entre cansancio y tristeza (lo de todos los viajes, obviamente).
Despegue, comida, película, cabezada, cabezada y aterrizaje: pasos conocidos para un viaje que siempre se pasa rápido y del que cuesta desprenderse durante las siguientes horas. Va a ser muy complicado esta vez por haber sido un viaje tan variado y tan educativo.
En fin, ahora a deshacer la maleta, colocar cosas y recopilar fotos. Casi nada. A ver si no se nos hace bola la espera hasta el siguiente viaje!
:)
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