A una media hora de Salem se encuentra el parque estatal de Silver Falls, un lugar que los foráneos se suelen saltar pero que los lugareños adoran con locura (la recepcionista del hotel así nos lo ha demostrado cuando le hemos dicho donde íbamos).
La entrada es gratuita pero dejar el coche en el parking cuesta 5$ (el ticket tiene que quedar bien visible en el salpicadero). Junto al mapa informativo del parque se puede coger un folleto gratuito con las diferentes rutas y la localización de las cascadas (porque, si de algo puede presumir este lugar, es precisamente de sus cascadas!). Ya sabíamos que no es la mejor época para verlas, pero aún así se puede pasar un día muy entretenido y bonito.
No teníamos muy claro qué ruta hacer pero sí que queríamos empezar por (quizá) la cascada más emblemática, South Falls. Con una caída de 54m es una de las cuatro del parque que permite su paso por detrás. Seguro que en más sitios (Islandia, por ejemplo) se puede hacer esto, pero para nosotros era la primera vez que caminábamos viendo una cascada desde el otro lado. Hemos disfrutado como enanos haciendo fotos. Una pena que no estuviese en todo su esplendor pero… es el precio de viajar en Septiembre!
También nos hemos encontrado con un par de cascadas prácticamente secas (Double Falls y Winter Falls). Con este panorama hemos decidido cambiar (y acortar la ruta) dejando las dos más alejadas para otra ocasión.
Por cierto, no hay ningún servicio (WC) durante toda la ruta así que, si alguien no puede aguantar mucho, mejor que no haga el trayecto largo o lo pasará bastante mal (no, no hay opción de “lo hago detrás de aquel árbol”). Tampoco hay muchas oportunidades de sentarse: sólo hemos visto un par de bancos sueltos. Así que mejor dejar la comida en el coche para después de la caminata.
En el trayecto hasta Portland nos hemos encontrado un buen atasco de salida de la ciudad (peor casi que el que tuvimos ayer nosotros). Por una vez éramos nosotros los afortunados que no tenían parones al volante. Una vez hemos entrado en la ciudad ya hemos visto los primeros esbozos de su corriente alternativa: carriles bici, gente haciendo deporte, monociclos, tándems. Incluso hemos ido un buen rato detrás del tranvía. Parece que aquí lo que sobra es el coche!
Para cenar nos hemos acercado hasta Fullerton Wines, una vinoteca muy curiosa donde nos hemos puesto hasta arriba con esta tabla de quesos y embutidos… y una cata de vinos locales. Que nos gusta mucho viajar, pero cuando vemos comida así nos sentimos como en casa. Estaba todo muy rico. Incluso los vinos, que son más bien de gusto suave americano, estaban bastante conseguidos.
Bueno, a dormir que ya toca.
Zzzz…