Nueva York NYC 2016 - 19 NOV (dia 1)

Cuando hace tan sólo unos días comentaba en el trabajo que volvía a Nueva York de vacaciones, mi compañera se quedó sorprendida y dijo el típico "¿otra vez? Pero si has estado hace poco, no?". No le falta razón: hace dos años que vinimos, pero para mí eso no significa nada, porque esta ciudad siempre tiene algo bueno (y nuevo) que ofrecer y, por supuesto, cada viaje a un mismo sitio SIEMPRE es diferente al anterior.

Lo que no sabía es hasta qué punto iba a suponer una diferencia, porque pocos comienzos de viaje han resultado tan extraños como lo que acabamos de vivir hace tan sólo unas horas. Aparentemente, un vuelo largo directo no suele tener más novedades que la puntualidad (o no) en la salida del mismo o la calidad (o no) de la comida a bordo. Pero este se ha llevado el premio a la originalidad. 

Para empezar, hemos coincidido en el vuelo con un antiguo compi de estudios al que no veía desde hacía casi 11 AÑOS. Qué casualidad, por favor! Conocía sus andanzas gracias a las redes sociales, pero jamás se me habría ocurrido que algo así podría suceder. Lejos del típico encuentro formal donde uno se pregunta las cuatro cositas de turno, hemos hablado un buen rato y nos hemos puesto al día con calma, incluso hemos compartido la eterna espera de la aduana estadounidense. Por supuesto, el terminal electrónico nos ha dado la famosa "X" impresa, así que nos ha tocado esperar una segunda cola hasta el puesto del policía de turno. 

Pero aquí viene la gracia del día. Mientras que ellos han pasado sin problema, mis huellas dactilares no han pasado el filtro de tolerancia del guardia que, lejos de pensar un poco y mirar mi historial, me ha mandado al "cuarto de la incertidumbre", donde otras 30 personas esperaban en silencio a que un guardia les llamara y revisara su pasaporte, tras tropecientas preguntas personales.

Es la primera vez que me ocurre esto y quiero pensar que ha sido una mala casualidad, pero durante los 90 minutos que me han tenido sentada, sin explicaciones y sin más comunicación que la orden de no usar el teléfono, se me han venido a la cabeza multitud de escenarios posibles. Todos muy absurdos, eso si, porque no tenía sentido absolutamente nada. Además, hace menos de dos meses que he pisado este país sin problema alguno. Qué problema iba a dar ahora?? 

Mi pasaporte y mi papelito de la "X" estaban confiscados dentro de una carpeta azul en el mostrador gigante de la entrada. Y yo con un sueño terrible por no haber querido dormir durante el vuelo. De risa, vamos. Me he sentido como en aquella fotografía de coches viejos que vimos hace años en un hotel. Pero cuando por fin me han llamado, mi sorpresa ha sido mayúscula: sólo me ha preguntado hasta qué día estaría en la ciudad (check!) y con quién había venido (Check! Check!). Me ha devuelto el pasaporte con los sellos correspondientes y fin de la historia.

Con cara de perplejidad he salido de la famosa sala mientras otros pasajeros del mismo vuelo esperaban su oportunidad. Para terminar la aventura, el policía de la salida nos ha preguntado finalmente si teníamos verduras o frutas en el equipaje. Pues no, oiga, no. Ningún vegetal aguanta este suplicio. 

En fin, como decía al principio, cada viaje es diferente aunque repitas visita al mismo lugar. Pero creo sin duda que ésta se ha pasado de intensidad y entusiasmo. De todas formas, quizá esto no sea más que el comienzo de una pesadilla fronteriza - no olvidemos que desde hace unas semanas este país tiene nuevo presidente y aquí todo podría ocurrir. Crucemos los dedos para que no nos pillen muchas más de éstas.

Buenas noches!

1 comentario:

  1. "Casualmente" te ha tocado esa recepción de película , eso me pasa a mi y me da un yuyu! y mientras qué pensaba tu costilla? ay Señor que me la reenvian con Carmena!

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