Amanece otro día raso-pandero en Chamonix y, fieles a la llamada de las montañas, hemos subido hasta Plan de l'Aiguille en el teleférico. Por supuestísimo, hemos tenido que esperar una cola de casi una hora (ofuuuu) y encima conformarnos por haber llegado pronto, porque podría haber sido mucho peor.
De todas formas, en cuanto hemos llegado arriba se nos han quitado todos los males. Hemos comenzado con el Balcón Norte muy entusiasmados y desde los primeros metros ya nos hemos dado cuenta de que esta ruta es otra de las imprescindibles del valle.
Cuando ya llevábamos un buen trecho, quizá más de la mitad del camino, nos hemos encontrado con la señalización que se ve en la FOTO. Estaba justo en una bifurcación y teníamos que elegir uno de los dos caminos sin tener casi información sobre ellos. Sólo sabíamos que se tardaba lo mismo por los dos lados, pero uno parecía seguir recto y el otro señalaba hacia la derecha, montaña arriba. También en este último ponía "camino recomendado". Aparentemente, varias personas estaban con el mismo dilema, pero casi todas elegían el camino recto. En ese momento nos hemos acordado del famoso poema "The road not taken" de Robert Frost y sin duda hemos elegido el camino "menos transitado", el de la derecha, montaña arriba.
** Para los curiosos, un poco de culturilla literaria:
"Two roads diverged in a wood and I,
I took the one less traveled by
and that has made all the difference"
(Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
tomé el menos transitado,
y eso marcó la diferencia)
Con el poema de Frost en la cabeza hemos empezado a subir... y a subir, y a subir... hasta que nos ha entrado la duda de quién había sido el gracioso que había puesto aquel camino-suplicio como recomendación para llegar al glaciar (punto final de la ruta).
Media hora después se ha abierto ante nuestros ojos Les Drus, el macizo que está al otro lado del Mer de Glace (el glaciar, vamos) y casi nos quedamos sin habla (porque sin respiración ya llevábamos un rato, pero ese es otro tema).
Ha sido entonces cuando hemos entendido eso de "recomendado". Si no eliges el camino de la derecha, te pierdes el mejor mirador de toda la zona, Le Signal Forbes (2204m). Y realmente cuesta llegar después de todos estos días de excursiones tan seguidas, pero merece muchísimo la pena.
Después de comer algo, hemos continuado la ruta, bajando por el otro lado del mirador y terminando en la estación de tren del Mer de Glace. Las vistas ya no han sido tan agradables, entre otras cosas, porque ver los devastadores efectos del calentamiento global es algo aterrador. En la foto se ve un montón de tierra y restos de sedimentación de lo que va cayendo al glaciar, pero hay que fijarse en toda la masa de hielo que había antes y ya no está. Se ve perfectamente el vacío que ha dejado. Pero que penita, por favor!!!
Subir al tren ha sido un poco suplicio: demasiada gente, demasiada cola, demasiada espera. Y todo esto después de una larga excursión. Quizá este mirador de la estación tuviera sentido hace décadas pero hoy me temo que el mal estado del glaciar, la masificación y esa cueva de hielo que se han sacado de la manga para seguir atrayendo a los turistas, se han cargado por completo el lugar.
Por cierto, a la cueva se accede mediante telecabina y después una maravillosa sucesión de 500 escalones metálicos de bajada (que después serán de subida).
Después de la mala fortuna de ayer, hoy hemos apostado por un lugar seguro. El pub irlandés Le Jekyll nos ha dejado cenar sin incidentes. Hemos disfrutado como enanos las dos hamburguesas y las dos cervezas que hemos pedido.
De camino al hotel hemos reflexionado mucho sobre el día tan intenso que hemos tenido. No sólo ha sido la excursión en sí. Ha sido más bien a quién hemos visto en ella. No lo había dicho antes, pero al poco de empezar el Balcón Norte, hemos conocido casualmente a Jill, una antigua profesora de instituto que, por culpa de un desafortunado accidente laboral, perdió la visión en su ojo derecho y en el izquierdo sólo tiene un 30%. Nos ha pedido que le hagamos unas fotos para subirlas a su blog y luego nos hemos puesto a hablar con ella. Os puedo asegurar que esos 10 minutos nos ha dado una auténtica lección de vida. Esto sí que es coaching y lo demás tonterías.
Dejo aquí el enlace de su blog para que podáis ver de primera mano sus viajes entre montañas. A mí me parece muy grande. Un abrazo enorme JILL!!!
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