Chamonix 2018 - 21 JUL (dia 9)

Tanto temor por la tormenta, truenos y relámpagos, para que al final no haya sido tan terrible. Hemos dormido de un tirón teniendo la terraza abierta, así que ni una queja. 

Las nubes han deslucido un poco el amanecer. Supongo que quien tuviera pensado subir hoy a l'Aiguille du Midi habrá cambiado de planes. De hecho, al pasar por el edificio del teleférico no había nadie esperando y el contador de los tickets estaba a cero. Aún así siempre hay valientes para tirarse en parapente desde Le Brévent (ver FOTO)

Mientras tanto, otros valientes nos hemos decidido por el transporte turístico. Vamos, que nos hemos montado en el típico trenecito rojo junto con varios chinos, alemanes, británicos y alguno más. No suelo ser muy fan de estas cosas, pero reconozco que ha sido divertido ver cómo el conductor se metía en las rotondas interrumpiendo el paso de los demás coches o cómo mientras pasábamos por calles peatonales nos saludaban los japoneses con una amplia sonrisa! 

La (conductora) de la fregoneta ha llegado súper puntual, cual reloj suizo, a la puerta del hotel. La mujer se ha disculpado porque no sabía ni inglés ni castellano, pero con cuatro palabras en francés nos hemos entendido todos (quién dijo miedo cuando llevamos toda una semana con el "bon jour", "merci" y "oui"!!). 

El trayecto al aeropuerto de Ginebra ha sido rapidísimo. Cómo se nota que hoy es sábado y no hay atascos de entrada/salida de la ciudad. Incluso pasar a la zona de las puertas de embarque ha sido casi instantáneo (aún me emociono al pensar que no me ha tocado abrir la maleta para que la inspeccionen).

En fin, una vez más, gracias WIFI gratis del aeropuerto por permitirme escribir estas líneas antes de que llegue el avión. Así da gusto. Esperemos que no haya mucho retraso y podamos llegar a casa sin problemas.

:))

Chamonix 2018 - 20 JUL (dia 8)

Hay cosas que no entiendo. Puedo aceptar que las rutas del valle estén mal señalizadas o que no estén bien definidas por dificultad, pero lo que no puede ser es que con toda tu buena intención consultes la web oficial del valle - https://www.chamonix.com/chamonix-mont-blanc,0,es.html - y la ruta que quieres hacer esté mal dibujada y peor explicada. Alucinante.

Así que para todos aquellos que quieran ir a la Cascade du Dard, voy a dar dos datos clave que NO APARECEN en la web. 

1. Hay que buscar el cartel de "Cascade du Dard" en la zona principal del parking Grepon de Chamonix, justo en la zona de la rotonda. Si se accede al parking por la zona del teleférico, NO hay que hacerle caso a los primeros carteles que aparecen. Simplemente se continúa por la derecha hasta la zona principal y punto.

2. El comienzo del camino es lo que en Google Maps se denomina como "Chemin à Batioret", una especie de antigua carretera asfaltada (NO vayáis por ese camino ancho de tierra que sube hacia la izquierda!). Luego, aparecerán los carteles de la cascada (ver FOTO) y ya se continúa por un pequeño camino a la derecha.

Simplemente con que estas dos cosas apareciesen en la web oficial se podrían evitar muchos dolores de cabeza y, sobre todo, pérdida de tiempo. Pero bueno, salvando estas dos cosillas, la excursión hacia la cascada está muy bien. A diferencia de todas las que hemos hecho estos días, aquí casi todo el camino transcurre entre árboles y a la sombra (una ventaja si se tienen los brazos, cara y hombros quemados, ejem!!). En los tramos conflictivos existen señales en piedras y árboles, incluso señalización vertical. La subida no es asfixiante, pero hay que tener en cuenta que se empieza en 1030m, la cascada está a 1233m, y se puede continuar algo más hasta Le Cerro (junto al Glaciar de les Bossons), que está 1358m. Hay restaurante-bar tanto en la cascada como en el glaciar. 

Volviendo a la cascada, digamos que merece la pena (si las condiciones lo permiten) acercarse lo más posible a la caída del agua - hay fácil acceso yendo con cuidado por el lado izquierdo -. El agua tiene tanta fuerza que en pocos minutos terminas con los pantalones empapados. Afortunadamente, 5 minutos al sol bastan para volver a estar operativos (viva la polyamida y su rapidez de secado!!)

Durante toda la bajada el cielo se ha empezado a poner cada vez más oscuro. Afortunadamente nos ha dado tiempo para volver al hotel sin problemas y arreglarnos tranquilamente para la cena. Pero estando en mitad de la misma, han empezado a caer las primeras gotas y... a estas horas aún sigue al mismo ritmo. El tormentón pronosticado ha hecho su aparición estelar. 

Por cierto, como nos gustó tantísimo el otro día, hemos repetido cena en el Akashon. Esta vez hemos probado un tartar de entrante y como plato principal un costillar de cordero en "cocotte" (olla de hierro) al tomillo. Es justo lo que se ve en la FOTO y es una pena que la tecnología aún no permita enviar olores, porque no sólo sabía espectacular... sino que desde que han entrado con la olla y nos han empezado a preparar los platos, toda la sala ha empezado a oler a tomillo y hierbas de campo. Maaaaadre mia que buenoooo!!!! Ñam ñam ñam!!!!!

Esperemos que la tormenta nos deje dormir. Y si no, pues desayunaremos un café bien cargado para no dormirnos demasiado durante el viaje de vuelta.

P.D. "And I wonder, still I wonder... who'll stop the rain"


Chamonix 2018 - 19 JUL (dia 7)

Seguimos descubriendo todo lo que el valle ofrece y hoy nos hemos ido hasta Les Bossons para ver de cerca el glaciar que lleva su nombre. Eso si, antes nos ha tocado esperar un buen rato al autobús de la línea azul (de verdad, no sé cómo quieren incentivar el transporte público gratuito con esta birria de frecuencias de 30 minutos, que no hacen más que desesperar al turista y hacerle perder el tiempo). 

La última parada de esta línea azul es precisamente la que está a escasos metros de un telesilla bastante viejuno (o "retro", que dirían los modernos) que te lleva hasta casi el final del glaciar. Va muuuuy lento, así que el trayecto es súper agradable y en días tan soleados como el de hoy, dan ganas de quedarse ahí un rato más dando vueltas y vueltas!

El telesilla te deja junto a un bar-restaurante desde el que comienzan varias excursiones de diferente duración. Cada una te permite fotografiar el glaciar desde una perspectiva única aunque, a juzgar por los paneles explicativos que han colocado los dueños del bar, cada vez hay que subir más para obtener algo decente. 

A la derecha se ven dos fotos hechas desde el mismo sitio con una diferencia de 21 años. En 1992 aún existía una gruta que permitía ver el glaciar desde dentro; en 2013... no queda ni rastro. Quien diga que no existe el calentamiento global solo tiene que ver las fotos de la zona de los últimos años y juzgar por sí mismo. A mí me ha dejado muy impresionada saber que el bar se puso de manera estratégica para que los excursionistas pudieran tomar algo casi a pie de glaciar... y ahora tienen que levantar la cabeza en un ángulo un poco incómodo para poder ver algo. Qué penita, por favor. 

Hemos estado ahí un buen rato, escuchando de manera casi hipnótica el incesante ruido que hace el agua del deshielo. Quizá por ello no hayamos percibido los crujidos del glaciar (en el de Argentiere era más que evidente!) que en esta época del año tienen lugar. Dicen que el glaciar avanza, pero yo sólo veo caer agua mientras comparo fotos históricas y me cuesta creerlo. También hemos venido en verano - a lo mejor en unos meses la nieve logra disimular mejor este panorama tan desolador. Estaré atenta y buscaré fotos el próximo invierno.

Por cierto, en este glaciar tuvieron lugar dos accidentes de avión en 1950 y 1966, ambos de la compañía Air India. Desde entonces (y debido al deshielo) el glaciar suele "vomitar" piezas de avión de vez en cuando. Muchos lugareños tienen restos a modo de trofeo en sus casas y los dueños del bar han montado una pequeña exposición muy interesante con algunas piezas, fotos y paneles explicativos sobre el glaciar, su historia, y ambos accidentes. 

** Noticia de hace unos años relacionada con el tema del glaciar y los restos que se van encontrando los excursionistas casualmente: http://www.desnivel.com/alpinismo/alpinista-frances-encuentra-un-rtesoror-en-el-mont-blanc

Por la tarde, y sin ningún tipo de pretensión, hemos subido al Plan de l'Aiguille, esta vez sin hacer esperas a la puerta del edificio del telecabina. Bueno, que nadie piense que en algún momento esto mejora. Desde las 8AM, se reparten los famosos tickets de plástico. Y en nuestro caso, antes de comer hemos pedido directamente el número (el 70!!). Por eso hemos llegado a tiempo para entrar y no tener que estar achicharrados bajo este sol abrasador. Bien por la planificación!

Hemos estado pateando un poco por los alrededores, incluso nos hemos acercado hasta el Lac Bleu. Por cierto, esta excursión está perfectamente guiada por puntos redondos amarillos. Ya era hora de tener un poco de ayuda visual!

La cena de hoy ha sido una auténtica sorpresa. Habíamos leído muy buenas críticas del Le Fine Bouche, pero ya sabemos que hasta que no lo pruebas no te haces a la idea de lo que hay realmente. Y no ha habido que esperar mucho: la ensalada que hemos pedido como entrante, al igual que aquel anuncio de la TV, "nos ha realmente conquistado". Maaaaaadre mia, qué cosa más rica. Luego hemos pedido una cazuelita de queso fundido (con patatas, jamón, y otro embutido) y unas chuletillas de cordero. De postre, tarta de arándanos y tiramisú. Vamos, que nos hemos dado un buen homenaje culinario. 

Ahora a dormir bien y a descansar en la recta final del viaje. Ay, qué poquito nos queda ya... jo!



Chamonix 2018 - 18 JUL (dia 6)

Amanece otro día raso-pandero en Chamonix y, fieles a la llamada de las montañas, hemos subido hasta Plan de l'Aiguille en el teleférico. Por supuestísimo, hemos tenido que esperar una cola de casi una hora (ofuuuu) y encima conformarnos por haber llegado pronto, porque podría haber sido mucho peor. 

De todas formas, en cuanto hemos llegado arriba se nos han quitado todos los males. Hemos comenzado con el Balcón Norte muy entusiasmados y desde los primeros metros ya nos hemos dado cuenta de que esta ruta es otra de las imprescindibles del valle. 

Cuando ya llevábamos un buen trecho, quizá más de la mitad del camino, nos hemos encontrado con la señalización que se ve en la FOTO. Estaba justo en una bifurcación y teníamos que elegir uno de los dos caminos sin tener casi información sobre ellos. Sólo sabíamos que se tardaba lo mismo por los dos lados, pero uno parecía seguir recto y el otro señalaba hacia la derecha, montaña arriba. También en este último ponía "camino recomendado". Aparentemente, varias personas estaban con el mismo dilema, pero casi todas elegían el camino recto. En ese momento nos hemos acordado del famoso poema "The road not taken" de Robert Frost y sin duda hemos elegido el camino "menos transitado", el de la derecha, montaña arriba.

** Para los curiosos, un poco de culturilla literaria:

"Two roads diverged in a wood and I,
I took the one less traveled by
and that has made all the difference"

(Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
tomé el menos transitado,
y eso marcó la diferencia)

Con el poema de Frost en la cabeza hemos empezado a subir... y a subir, y a subir... hasta que nos ha entrado la duda de quién había sido el gracioso que había puesto aquel camino-suplicio como recomendación para llegar al glaciar (punto final de la ruta). 

Media hora después se ha abierto ante nuestros ojos Les Drus, el macizo que está al otro lado del Mer de Glace (el glaciar, vamos) y casi nos quedamos sin habla (porque sin respiración ya llevábamos un rato, pero ese es otro tema).

Ha sido entonces cuando hemos entendido eso de "recomendado". Si no eliges el camino de la derecha, te pierdes el mejor mirador de toda la zona, Le Signal Forbes (2204m). Y realmente cuesta llegar después de todos estos días de excursiones tan seguidas, pero merece muchísimo la pena. 

Después de comer algo, hemos continuado la ruta, bajando por el otro lado del mirador y terminando en la estación de tren del Mer de Glace. Las vistas ya no han sido tan agradables, entre otras cosas, porque ver los devastadores efectos del calentamiento global es algo aterrador. En la foto se ve un montón de tierra y restos de sedimentación de lo que va cayendo al glaciar, pero hay que fijarse en toda la masa de hielo que había antes y ya no está. Se ve perfectamente el vacío que ha dejado. Pero que penita, por favor!!!

Subir al tren ha sido un poco suplicio: demasiada gente, demasiada cola, demasiada espera. Y todo esto después de una larga excursión. Quizá este mirador de la estación tuviera sentido hace décadas pero hoy me temo que el mal estado del glaciar, la masificación y esa cueva de hielo que se han sacado de la manga para seguir atrayendo a los turistas, se han cargado por completo el lugar.

Por cierto, a la cueva se accede mediante telecabina y después una maravillosa sucesión de 500 escalones metálicos de bajada (que después serán de subida). 

Después de la mala fortuna de ayer, hoy hemos apostado por un lugar seguro. El pub irlandés Le Jekyll nos ha dejado cenar sin incidentes. Hemos disfrutado como enanos las dos hamburguesas y las dos cervezas que hemos pedido. 

De camino al hotel hemos reflexionado mucho sobre el día tan intenso que hemos tenido. No sólo ha sido la excursión en sí. Ha sido más bien a quién hemos visto en ella. No lo había dicho antes, pero al poco de empezar el Balcón Norte, hemos conocido casualmente a Jill, una antigua profesora de instituto que, por culpa de un desafortunado accidente laboral, perdió la visión en su ojo derecho y en el izquierdo sólo tiene un 30%. Nos ha pedido que le hagamos unas fotos para subirlas a su blog y luego nos hemos puesto a hablar con ella. Os puedo asegurar que esos 10 minutos nos ha dado una auténtica lección de vida. Esto sí que es coaching y lo demás tonterías.

Dejo aquí el enlace de su blog para que podáis ver de primera mano sus viajes entre montañas. A mí me parece muy grande. Un abrazo enorme JILL!!!


...

Chamonix 2018 - 17 JUL (dia 5)

Con toda la energía del mundo, hemos salido bien pronto esta mañana para para hacer una de las dos rutas que terminan en el pequeño Lac Blanc, situado a 2352m en las Aiguilles Rouges. Para ello hemos ido en autobús al pueblo vecino de Les Praz y luego hemos pillado telecabina y telesilla hasta l'Index, la zona de comienzo de la excursión. Hemos llegado casi en solitario, nos hemos equipado bien para el frío y hemos empezado con muchas ganas. Pero después de pasar por los primeros neveros, nos ha entrado la duda:¿será así todo el camino? No hemos tardado mucho en darnos cuenta de que esta ruta AÚN no puede hacerse: los excursionistas que iban por delante han sacado un piolet ante una vereda de dudoso paso y, tras verles en plena faena, nos hemos dado la vuelta sin más hasta el telesilla. Maaadre mia.

Pero como he dicho hace un momento, hay dos rutas, así que no nos ha quedado más remedio que empezar desde La Flégère y subir, subir, subir y subir por un camino pedregoso, en ocasiones angosto, que requiere mucho más que esfuerzo físico para completarlo, porque muy poca señalización y, en momentos de duda, no sabes exactamente cuánto te queda hasta el lago y sólo ves piedras en el horizonte. 

También es cierto que de esta manera puedes encontrar fauna salvaje local que siempre es de agradecer (hemos visto una marmota y... casi nos tragamos a dos rebecos que bajaban como locos ladera abajo!!!!). 

Tras 1 hora y 45 minutos de subida casi ininterrumpida, hemos conseguido alcanzar el lago. Qué maravilla, por favor. Hemos aprovechado el momento de recompensa visual para comer y hacer fotos. Y creo que todos los demás excursionistas han hecho lo mismo. Suena a tópico, pero es que es entonces cuando te das cuenta de que el esfuerzo ha merecido la pena.

Por cierto, la bajada no se hace mucho más corta que la subida: hemos tardado hora y media. Y no es que seamos unos lentos, sino que es imposible para los humanos bajar la montaña al ritmo de rebecos desbocados y sin freno. Bueno, eso... y que con tantas rocas hay que andar con mucho cuidado para no tener un desafortunado accidente.

Con tanto esfuerzo realizado nos apetecía cenar con sustancia. Como ya habíamos hecho la reserva al llegar de la excursión, nos hemos acercado hasta la Pizzeria des Moulins con un hambre de impresión, esperando un fantástico festival de hidratos italianos. Hemos pedido un par de pizzas y, de entrante, burrata. Ésta ha llegado como a los 10 minutos de que nos tomaran nota. Hasta aquí todo bien. No sé cuánto habremos tardado en comerla (15/20 minutos?), pero pasados otros 15/20 desde que nos quitaron el plato y darnos cuenta de que ninguna de las pizzas que salían de la cocina eran las nuestras, nos hemos empezado a mosquear. Miles de preguntas se nos venían a la cabeza (¿Habrá pasado el camarero de nosotros? ¿Será que el camarero no ha tomado nota bien del pedido y se le ha olvidado? ¿Es que los ingredientes son complicados de juntar?). 

Hemos tenido que preguntarle al chaval que nos tomado nota. "Salen ya en dos minutos", nos dice. Pero cinco después no hay rastro de nada. Volvemos a preguntarle: "Si, si... ya salen". Y, si, salieron, pero justo UNA HORA después de haber entrado en el restaurante. Obviamente nos hemos quejado y tanto el propio camarero, como otros dos compañeros más, han salido a disculparse... aunque analizando bien todo lo que decían, parecía simplemente que el fallo había sido nuestro porque habíamos pedido un entrante en hora punta y nuestras pizzas eran "de las especiales". Toma ya. 

Minutos después nos preguntan si todo está bien. Pues no, hijo, no: del disgusto, ya se me han quitado las ganas de comer. Al pedir la cuenta, nos han querido invitar a un café como compensación, pero claro, ya no nos apetecía estar allí ni un minuto más. 

En fin, voy a ver si escuchando un poco de música se nos pasa el mal rollo. Ainss!!!


Chamonix 2018 - 16 JUL (dia 4)

Lo bueno de tener transporte público gratuito en el valle es que te permite desplazarte sin problemas para hacer tus actividades. Esta mañana hemos cogido la "línea azul 02" para llegar hasta Argentière, el pequeño pueblo donde está el telecabina de Les Grands Montets. Nos hemos parado en el punto intermedio de Lognan (1972m) y desde allí hemos comenzado la excursión hasta el glaciar. El camino tiene una primera parte con una inclinación bastante interesante y varios riachuelos improvisados resultantes del deshielo. No está nada mal.

Pero una vez se llega hasta casi los pies del glaciar, el camino empieza a ir paralelo al mismo y se funde entre bloques de rocas, consiguiendo (obviamente) una inclinación aún mayor a modo de escalera natural. Se tarda un buen rato en poder subirlo y completarlo, pero merece muchíííííííísimo la pena porque con cada paso las vistas van mejorando. Madre mía, que pasada. 

Por cierto, conviene bajar de nuevo a Lognan por el camino que hay arriba, el del refugio. Así se aligera mucho la vuelta y las rodillas no tendrán que sufrir demasiado. Se ve perfectamente a la izquierda desde arriba.

Por fin hemos continuado en otro telecabina hacia la parada final de Les Grands Montets (3275m... y 4ºC). No hemos estado más que un tiempo prudencial para hacer fotos y ver el resto del glaciar desde otra perspectiva pero, vamos, es todo tan impresionante que cuesta mantener la vista fija en un sólo sitio. Y, como era de esperar, también hemos visto varias expediciones subiendo (o bajando) por las inmensas zonas nevadas del Aiguille Verte (4121m). Precioso todo, de verdad.


Con el ánimo elevadísimo por el día tan bonito que estábamos teniendo, hemos esperado casi sin dolor a que llegara el autobus de vuelta a Chamonix (ojito, que tiene una frecuencia de 30 minutos, así que mejor no perderlo bajo ningún concepto). Ducha, puesta a punto y cosillas varias después, hemos ido a cenar a Le Panier des 4 Saisons. El restaurante se encuentra un poquito a desmano del turisteo, así que es perfecto para disfrutar de una buena comida de calidad sin temor a que timen. De hecho, todo estaba estupendo (sopa de cebolla, carpacho de ternera, salmón con verduras y lubina con risotto). Lo que se ve en la foto es la sopa (había alguna duda?) y, aunque parezca mentira, estando ya a 18ºC en Chamonix, ha entrado de maravilla.

A dormirrr!!!

ZZzzz...


Chamonix 2018 - 15 JUL (dia 3)

Sorprendentemente y a pesar de la súper tormenta de anoche, esta mañana ha amanecido como si no hubiera pasado nada. Ese cielo raso-pandero pedía a gritos una inminente subida al mirador por excelencia del valle: l'Aiguille du Midi. Así que hemos salido pronto a por los bocatas para luego llegar hasta el edificio desde donde sale el telecabina. Pero, oh sorpresa, resulta que aquí está todo demasiado regulado y aunque tengas tu Montblanc Pass (la tarjeta que te permite subir a todos los lugares del valle), tienes que solicitar tu turno (igual que en la pescadería, vamos). Obviamente, aquí muchas personas tendrán el mismo número, porque se dan tantas tarjetas como personas caben en un telecabina. Y luego, hay que esperar un ratito... hasta que en el panel electrónico de la pared por fin salga lo que tienes asignado en la tarjeta. 

Cuando hemos subido al telecabina ya había pasado más de media hora. Afortunadamente, las vistas luego merecen mucho la pena y casi ni te das cuenta de lo aprisionado que vas dentro de ella, jaja!. 

Este telecabina termina en Plan de l'Aiguille. Allí hay que pillar otro hasta el impresionante mirador. Y mientras estas disfrutando de las vistas, de repente descubres que hay gente que no hace colas y que se dedica a llegar hasta la cima por sus propios medios. Tela marinera. Un aplauso a estos valientes escaladores! 

Después de muchos momentos de incertidumbre, se ha abierto un claro y hemos podido hacer las esperadas fotos del Mont Blanc, con sus imponentes 4810 m frente a nosotros. Es en ese momento cuando la gente casi se pelea por tener la foto perfecta, ya sea señalando la cima o haciendo gestos raros (curiosos?) con las manos. Para los interesados, que sepáis que el mirador se encuentra a 3842m y en ese momento nosotros estábamos a 0ºC. Tranquilos: ya estábamos advertidos y nos hemos equipado bien para no llegar a tiritar en ningún momento.

Al otro lado de la terraza se encuentra una de las atracciones que más impresionan: un mirador de cristal desde el que poder experimentar la sensación de caminar entre nubes. Al menos durante unos segundos porque, una vez dejas tus cosas, te pones un protector de calzado y entras en la cabina, le tienes que dar la cámara al encargado de turno y él es el que te hace las fotos mientras intentas no mirar hacia abajo ni poner cara de susto. Aunque hay que esperar bastante para estar en esa cabina, es una experiencia que no hay que perderse... aunque todo esté blanco y lleno de nubes!

Después de tomar los bocadillos acompañados por un par de cafés y bollitos a precio de oro, hemos vuelto al hotel para prepararnos convenientemente de cara al partido de la final del mundial de fútbol donde Francia y Croacia han salido a darlo todo. Aquí en el hotel tenían todo preparado para que los clientes pudieran verlo en pantalla grande. Hemos pillado buen sitio y nos lo hemos pasado genial, mientras todos se emocionaban cada vez que el equipo nacional marcaba un gol.... tras otro, porque han quedado 4-2 a favor de los franceses. Curioso ver cómo los presentes se mostraban bastante comedidos con sus comentarios y manifestaciones de sentimientos, algo casi inconcebible en la península. Vamos, que aún recuerdo la final de 2010 y aquello era un auténtico jolgorio en masa. Como bien dicen aquí, "Vive la différence", no? 

Pero bueno, también hay que decir que lo estábamos viendo en un hotel y que quizá en un bar habría tenido más emoción, pero aún así... choca bastante. 

Después del partido hemos cenado en l'Akashon, un pequeño restaurante donde hemos comido estupendamente (fantástico entrante de huevos y foie, rape con risotto y abadejo con verduras). Y entre bocado y bocado, se escuchaba la sinfonía de gotas de lluvia caer en el tejado mientras los pitidos de coches y griterío generalizado se ahogaban en la lejanía.

En fin, un día muy intenso para recordar durante muuucho muuucho tiempo.

Zzzz...

Chamonix 2018 - 14 JUL (dia 2)

Comenzamos nuestra pequeña incursión en los Alpes franceses con una excursión que creo que es indispensable: "el Balcón Sur". Es más, si sólo se viene aquí un día y se quiere caminar, éste es el recorrido a hacer porque no tiene mucha dificultad y las vistas son espectaculares. También hay que tener un día despejado para ello, pero bueno, estando en montaña esto siempre es un poco lotería. 

Se puede comenzar en dos sentidos (desde la zona de Brévent o desde la de Flégère), dependiendo de lo que queramos distraernos con el paisaje (!!!). Es decir, que si elegimos éste último, vamos a estar viendo el Montblanc todo el rato. Pero bueno, nosotros lo hemos hecho justo al revés porque nos venía mejor desde Chamonix y tampoco ha sido para tanto. 

Hemos tardado como unas tres horas, a un ritmo muy tranquilo para hacer fotos sin problemas y disfrutar bien del paisaje. Hemos tenido subidas muy empinadas, pero también hemos atravesado una zona de nieve (un poco sucia con barro y restos de pastos) y hemos subido un tramo de escaleras de bloques de piedras y madera, con escalones que llegaban hasta la rodilla. Y sin embargo, lo peor ha sido entender los mapas de zona que te dan en la oficina de turismo. No hemos sido los únicos: en los cruces de caminos siempre te encontrabas a otros excursionistas con la misma cara de intranquilidad, intentando seguir bien las inexistentes indicaciones. De verdad, ¿tanto costaba señalizar bien los tramos para evitar confusiones? Que no es de recibo tener que interpretar cada tramo una y otra vez. Ains!!

Al llegar a Flégère las nubes ya se empezaban a acumular. Hemos subido hasta Index en telesilla para comer en el pequeño merendero de la zona y luego hemos estado haciendo unas cuantas fotos. Aquí la temperatura era muchísimo más baja y el viento ya empezaba a soplar con alegría. 

Por cierto, en lo alto, a casi 2800 metros, hemos visto gente haciendo escalada. Unos valientes, sin duda. Y luego hemos bajado hasta Les Praz, el pueblo que está junto a Chamonix, para pillar uno de los autobuses públicos (y gratuítos) para volver al hotel.

Hemos visto parte del partido de tenis de Nadal (muy interesante, pero un poco de pena al final) y parte de la "petit finale" de Bélgica contra Inglaterra. Y tras una buena ducha, hemos cenado en "Bighorn Bistro & Bakery". Tienen una carta pequeña, pero muy interesante y selecta. Lo que hemos pedido estaba todo impresionante (nachos, hamburguesa de salmón y arroz con salmón y verduras en tempura). Por cierto, la música es BRUTAL. Cómo se agradece tener buen rock clásico y blues mientras comes!

En fin, mientras escribo estas líneas está cayendo una tormenta de estas que tanto asustan cuando estas entre montañas. Menos mal que estamos a cubierto. Esperemos que mañana amanezca de nuevo despejado.

Y esperemos que podamos dormir con tanto ruido!

Chamonix 2018 - 13 JUL (dia 1)

Vacaciones. Qué bonita palabra! Porque suena (y sienta) muy bien se diga cuando se diga. Y hoy nos toca a nosotros sentirnos afortunados porque durante los siguientes días vamos a desconectar de tanta tontería diaria y nos vamos a centrar en pasarlo bien. 

Para ello, volamos a Ginebra en un visto y no visto aéreo (¡larga vida al avión!). Allí nos esperaba "el de la fregoneta" de turno para no perder ni un minuto y llegar cuanto antes a las montañas. Pero el pobre no contaba con los inconvenientes informáticos diarios y nos hemos tenido que conformar con un retraso inicial de 20 minutos.

Básicamente, lo que se ha encontrado es que (hoy??) ningún cajero automático del parking admitía tarjetas, así que se ha tenido que dar el superpaseo hasta la caja central del aeropuerto. 

Entre esto y el atasco de salida de Ginebra, casi hemos llegado a Chamonix cerca de las 8pm. Afortunadamente, nos ha dado tiempo a hacer el check-in, varias fotos y cenar antes de que entrara la noche. Por cierto, hemos cenado en la Omeletterie La Poêle, una "tortilleria" con infinidad de variedades. Todas se sirven con patatas fritas y una pequeña ensalada. Ñam ñam!!

Después hemos dado un pequeño paseo por el centro del pueblo. A juzgar por lo que hemos podido ver, da la sensación de que esto es mucho más grande que Zermatt: más gente, más tiendas, más vidilla. Las vistas del Mont Blanc despejado han conseguido que nos enganchemos a hacer fotos desde todos los ángulos posibles antes de que se fuera la claridad por completo. Obviamente aquí no se tiene la sensación imponente que ofrecía el Cervino en Zermatt, pero creo que sigue siendo igual de bonito. 


A sugerencia del recepcionista del hotel, nos hemos acercado hasta la Place de Mont Blanc, donde tenía lugar la final masculina de escalada deportiva a nivel mundial. Si, si, "mundial". Pinchando en ESTE ENLACE se puede acceder a la página oficial, donde se pueden ver varias fotos de anoche. Nosotros vimos toda la final, donde sólo el ganador consiguió completar todo el circuito llegando hasta arriba. Fue impresionante! 

Por cierto, al terminar, se hizo la entrega de medallas (masculino y femenino) y hasta sonaron los himnos oficiales de sus ganadores (Italia y Austria, respectivamente). 

Y justo después, tras hacer una cuenta atrás de 10 segundos, desde lo alto de un edificio aledaño, han empezado los fuegos artificiales para dar comienzo a la gran fiesta nacional del 14 de Julio. Han durado casi 15 minutos y han conseguido que todos los asistentes nos quedáramos con la boca abierta durante un buen rato.

La verdad es que no se podía empezar mejor este viaje. Esperemos que el tiempo acompañe estos días y podamos pasarlo muy bien.

Ahora a dormir, que nos espera un intenso y largo día mañana!!!

Nas nochesss!