Chamonix 2018 - 17 JUL (dia 5)

Con toda la energía del mundo, hemos salido bien pronto esta mañana para para hacer una de las dos rutas que terminan en el pequeño Lac Blanc, situado a 2352m en las Aiguilles Rouges. Para ello hemos ido en autobús al pueblo vecino de Les Praz y luego hemos pillado telecabina y telesilla hasta l'Index, la zona de comienzo de la excursión. Hemos llegado casi en solitario, nos hemos equipado bien para el frío y hemos empezado con muchas ganas. Pero después de pasar por los primeros neveros, nos ha entrado la duda:¿será así todo el camino? No hemos tardado mucho en darnos cuenta de que esta ruta AÚN no puede hacerse: los excursionistas que iban por delante han sacado un piolet ante una vereda de dudoso paso y, tras verles en plena faena, nos hemos dado la vuelta sin más hasta el telesilla. Maaadre mia.

Pero como he dicho hace un momento, hay dos rutas, así que no nos ha quedado más remedio que empezar desde La Flégère y subir, subir, subir y subir por un camino pedregoso, en ocasiones angosto, que requiere mucho más que esfuerzo físico para completarlo, porque muy poca señalización y, en momentos de duda, no sabes exactamente cuánto te queda hasta el lago y sólo ves piedras en el horizonte. 

También es cierto que de esta manera puedes encontrar fauna salvaje local que siempre es de agradecer (hemos visto una marmota y... casi nos tragamos a dos rebecos que bajaban como locos ladera abajo!!!!). 

Tras 1 hora y 45 minutos de subida casi ininterrumpida, hemos conseguido alcanzar el lago. Qué maravilla, por favor. Hemos aprovechado el momento de recompensa visual para comer y hacer fotos. Y creo que todos los demás excursionistas han hecho lo mismo. Suena a tópico, pero es que es entonces cuando te das cuenta de que el esfuerzo ha merecido la pena.

Por cierto, la bajada no se hace mucho más corta que la subida: hemos tardado hora y media. Y no es que seamos unos lentos, sino que es imposible para los humanos bajar la montaña al ritmo de rebecos desbocados y sin freno. Bueno, eso... y que con tantas rocas hay que andar con mucho cuidado para no tener un desafortunado accidente.

Con tanto esfuerzo realizado nos apetecía cenar con sustancia. Como ya habíamos hecho la reserva al llegar de la excursión, nos hemos acercado hasta la Pizzeria des Moulins con un hambre de impresión, esperando un fantástico festival de hidratos italianos. Hemos pedido un par de pizzas y, de entrante, burrata. Ésta ha llegado como a los 10 minutos de que nos tomaran nota. Hasta aquí todo bien. No sé cuánto habremos tardado en comerla (15/20 minutos?), pero pasados otros 15/20 desde que nos quitaron el plato y darnos cuenta de que ninguna de las pizzas que salían de la cocina eran las nuestras, nos hemos empezado a mosquear. Miles de preguntas se nos venían a la cabeza (¿Habrá pasado el camarero de nosotros? ¿Será que el camarero no ha tomado nota bien del pedido y se le ha olvidado? ¿Es que los ingredientes son complicados de juntar?). 

Hemos tenido que preguntarle al chaval que nos tomado nota. "Salen ya en dos minutos", nos dice. Pero cinco después no hay rastro de nada. Volvemos a preguntarle: "Si, si... ya salen". Y, si, salieron, pero justo UNA HORA después de haber entrado en el restaurante. Obviamente nos hemos quejado y tanto el propio camarero, como otros dos compañeros más, han salido a disculparse... aunque analizando bien todo lo que decían, parecía simplemente que el fallo había sido nuestro porque habíamos pedido un entrante en hora punta y nuestras pizzas eran "de las especiales". Toma ya. 

Minutos después nos preguntan si todo está bien. Pues no, hijo, no: del disgusto, ya se me han quitado las ganas de comer. Al pedir la cuenta, nos han querido invitar a un café como compensación, pero claro, ya no nos apetecía estar allí ni un minuto más. 

En fin, voy a ver si escuchando un poco de música se nos pasa el mal rollo. Ainss!!!


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