Montana 2019 - 24 SEP (dia 8)

Último día en Montana y se nota que los ánimos están un poco bajos. Tampoco ayuda mucho que haga más frío y que el cielo esté cubierto, pero bueno, durante el desayuno hemos hecho un buen paréntesis gracias a la compañía de nuestros amigos y, cómo no, los comentarios jocosos de Rachelle, la camarera que se merece un sobresueldo sólo por el buen rollo que transmite todas las mañanas. Ah. El bollo de pan de la foto es un "English muffin" y es mucho más esponjoso que los "bagels". Parece mentira que haya sido consciente hoy de ellos y de su nombre después de tantos años de desayunos en hoteles!

Tras cerrar las maletas y preparar todo, nos hemos quedado un rato más en el hall del hotel con A. y T. Hoy querían hacer una ruta en bicicleta eléctrica  de cuarenta y pico kilómetros pasando por la zona de Apgar pero aún tenían que esperar a que mejorara el tiempo (ya se sabe, nubes grises y electricidad son mala combinación!). Nosotros, teniendo el aeropuerto tan cerca y siendo tan chiquitín, podíamos ajustarnos un montón a la hora del vuelo. Al despedirnos ha quedado clara una cosa: definitivamente volveremos a encontrarnos (si todo va bien) al año que viene en otro parque. Parece que esta pequeña casualidad que comenzó el año pasado comienza a consolidarse y podría convertirse en una tradición estupenda. Ojalá!

Hemos aterrizado en Chicago mucho antes de lo estimado, pero nuestras expectativas de llegar pronto al centro se han visto truncadas durante un buen rato a la hora de sacar los billetes de metro. Ninguna de nuestras tarjetas funcionaba en las dichosas máquinas expendedoras y tampoco teníamos el dinero exacto en metálico para ellos. Parecía una broma de mal gusto, pero después de volvernos locos, hemos entrado a una tienda para cambiar un billete de 20$. Quiero ver yo esto en Madrid, a ver qué risa les entra a los turistas. 

Recordatorio: en Chicago, billete de 10$ en mano!!!! 

Afortunadamente hemos llegado a tiempo al Catch 35, el restaurante donde teníamos hecha la reserva para cenar. Ya descubrimos este sitio hace 4 años (de vuelta de otro viaje) y creo que hemos comido igual o mejor que la otra vez. Buenísimas las vieiras y las colas de langosta (sólo faltaba el babero para sentirnos como en la costa Este, jaja!). Viva la cena de aniversario!

Después hemos dado un pequeño paseo por la zona del río. La temperatura era muy buena - nada que ver con lo que hemos tenido estos días en Montana - y daban ganas de quedarse un ratito más sentados en los bancos de madera. Pero... había que volver a descansar porque mañana tenemos una larga vuelta por delante hasta llegar a casa.

En fin, qué poco dura lo bueno. 

Night night!!

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