Esta noche ha estado lloviendo. Y mucho. Lo sé porque mi querido amigo jetlag ha querido que estuviera muy atenta a cada gota que caía. Qué le vamos a hacer. El caso es que el agua ha sido el protagonista indiscutible de la noche... y también del día, porque la previsión no ha fallado nada de nada.
En este B&B en medio del bosque sólo se oye la lluvia y el canto agitado de los arrendajos de Steller (Steller's jays), una especie de pequeño cuervo con cresta y cuerpo azul + negro. La dueña les pone comida y todas las mañanas uno puede desayunar mientras disfruta de las vistas del bosque y de estos pájaros autóctonos tan fascinantes (bueno, también se acercan ardillas y otros pájaros, pero obviamente éstos son los interesantes para los que venimos del otro lado del charco).
Tras cerrar de nuevo las maletas, nos hemos puesto en camino hacia Cape Flattery, el punto más hacia el oeste de EEUU continental. Hemos tenido mucha lluvia y alguna restricción de tráfico por culpa de las queridas obras de turno de asfaltado y pavimentación, pero al final hemos llegado hasta Neah Bay, en la reserva india de los Makah /ma'kah/. Si. Eso es. Hemos estado en una reserva! Pero bueno, por muy exótico que parezca en realidad aquí no hay tipis de madera ni gente vestida como nativos. Aparentemente esto parece como una zona más del páis... eso si, hay que seguir algunas reglas. Además de no poder introducir drogas o alcohol, para poder circular y aparcar en la reserva hay que tener un permiso (el de amarillo de la FOTO) que se consigue en el museo que está casi a la entrada del pueblo. Cuesta 10$ y es válido para todo el año. También te dan un plano de la zona (muy útil porque aquí la cobertura de radio y GPS no siempre es buena - del móvil ya ni hablamos, porque muchos kilómetros antes ya se pierde la señal definitivamente)
La carretera hasta Cape Flattery pasa por un bosque frondoso en el que los árboles tienden a unirse por la parte superior, con lo que en algunos tramos casi no se ve bien el cielo. Precioso, aunque hoy con la lluvia daba un poco de respeto conducir por aqui. Hemos dejado el coche en el pequeño parking del final y desde alli hemos comenzado el Cape Flattery Trail. Gracias al mal tiempo, casi hemos estado solos buena parte del trayecto - algo estupendo para poder hacer fotos y disfrutar del paisaje. Por cierto, los senderos tienen muchos tramos de madera y también pequeños trozos de tronco. A veces daba la sensación de estar recorriendo un jardín zen japonés - que no sé otros dias, pero hoy nos han evitado terminar de barro hasta las orejas!
La llegada hasta los acantilados es sencillamente espectacular. Los árboles parece que se apartan y de repente... toma ya!! Qué pasada de vistas!! Ya siento que no haya foto que le haga justicia a lo que hemos visto, pero como siempre, la mejor foto se queda en las retinas. Y alli, durante un buen rato, nos hemos quedado como embobados mientras la lluvia y el viento hacían de las suyas.
Varios miradores permiten disfrutar del paisaje y aqui uno se podría pasar horas (si, a pesar del mal tiempo también).
Por cierto, curiosidad del día: en este punto los móviles reciben cobertura procedente de Canadá!!
La siguiente parada del día ha sido en las Sol Duc Falls. Para llegar hasta ahí, además de saludar al guardabosques de turno y enseñarle el pase semanal, hay que conducir por una carretera espectacular flanqueada por una "pared virtual" tremenda de árboles de mínimo 40/50 metros de altura. IMPRESIONANTE. Nunca habíamos visto nada parecido.
El parking donde comienzan los senderos es pequeño, pero con este tiempo tan desapacible nos ha ocurrido lo mismo que esta mañana: sin problemas para aparcar y sin nadie en el camino. Escenario ideal para hacer fotos a nuestro ritmo!
Sabes que te estás acercando al final del camino porque el ruido de la cascada es cada vez más intenso. Entonces se abre un claro y uno tiene sensación de estar en uno de los bosques de elfos de "El Señor de los Anillos".
Qué bonito, por favor. Qué bonito. Momento OHHHHH!!!!!
Con tanto estímulo para la vista ya no sabes ni donde disparar con la cámara. Al final te rindes y te das cuenta de que lo interesante es vivir ese momento. Lo demás, ya no importa.
Emocionados a más no poder, hemos vuelto a pasar por la carretera de los árboles enormes, para después bordear el enorme Lake Crescent y llegar finalmente a Port Angeles, el pueblo más grande de toda la península, donde estaremos un par de noches.
Para celebrar que la lluvia también puede acompañar en el viaje, nos hemos acercado hasta un japonés de la zona, el Okasan. Qué mejor forma de terminar este día tan intenso!
Oishii...!!
Creo que ahi es donde se rodó AVATAR , realmente es precioso y aún con sólo una dimensión
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