Tras desayunar como campeones y hacer las maletas casi casi al milímetro, hemos salido hacia el centro de Lexington para ver otro de los enclaves históricos de la batalla que ya expliqué ayer. Se trata de lo que en su día fue una enorme extensión de terreno y donde tuvo lugar el mayor enfrentamiento entre lugareños y británicos. Hoy es un pequeño parque con césped, a modo de triángulo, donde se puede pasear y, quizás, imaginar lo que tuvo lugar hace casi 250 años. En una de los extremos, está esta impresionante estatua en recuerdo a esos patriotas que lucharon y dieron su vida en aquel momento.
En el centro de visitantes (que está en la parte derecha del parque) se encuentra una maqueta donde queda perfectamente escenificada la batalla. También hay recuerdos, comida local, una taquilla para reservar tours callejeros, los correspondientes WCs, y un maravilloso aire acondicionado, ideal para días terribles de calor como el de hoy. Porque, como era de esperar, aquí seguimos con esta humedad insana que hace que cualquier movimiento cueste el doble y canse el triple. No sé si esto se debe a la proximidad del Huracán María - acabo de ver ahora que está cerca de Carolina del Norte y que se dispone a cruzar el Atlántico -.
A la izquierda según se mira la estatua del patriota, cruzando el paso de cebra, hay un pequeño cartel y un camino de tierra. Bueno, de tierra y pedruscos irregulares, bastante mal cuidado, todo hay que decirlo. Subiendo por una pequeña pendiente se llega hasta la zona donde está el campanario con la misma campana que dió el aviso en el pueblo aquel 19 de Abril de 1775. Según parece, este no es el enclave original (se ha movido varias veces para facilitar la expansión del pueblo). Pero dudo que lo vuelva a hacer más estando donde está ahora.
Es tremendo lo que guardan en este país. Si nosotros hubiéramos hecho lo mismo, con la cantidad de historia que tenemos encima, no daríamos abasto.
Por cierto, curiosidad del día: los pasos de cebra junto a la estatua del patriota son de lo más extraño. Parece que están en diagonal, pero sus líneas no siguen la orientación del cruce, sino que parece que están en paralelo con el ancho de la calle. Es la primera vez que vemos algo así, pero tiene su gracia, verdad?
No hemos tenido ningún problema en llegar al edificio de retorno de coches de alquiler (bueno, sólo el pequeño estrés de siempre para encajar bien los tiempos y llenar el depósito). Luego hemos cogido el shuttle azul hasta el edificio terminal y, tras pasar súper rápido el control de seguridad, nos hemos sentado tranquilamente a esperar al vuelo. Hay una zona muy cómoda con asientos acolchados que permiten cargar aparatos eléctricos. Si a esto le añadimos que el WIFI es totalmente gratuito, uno puede terminar de escribir estas líneas sin problema y actualizar su blog, por ejemplo. Así da gusto, verdad?
Esperemos no tener ninguna incidencia en el vuelo. A ver si podemos descansar bien para que el jetlag de vuelta no sea muy maligno.
Guardaremos con ganas nuestro nuevo pasaporte de Parques Nacionales y seguiremos coleccionando sellos hasta que nos cansemos, jaja!
P.D. Termino estas líneas con una canción que nos ha acompañado en el coche estos días y que, casualmente, no había vuelto a escucharla desde 2003... justamente en este país. Qué cosas!
Hasta-la-vista, baby!