Maine 2017 - 27 SEP (dia 10)

Tras desayunar como campeones y hacer las maletas casi casi al milímetro, hemos salido hacia el centro de Lexington para ver otro de los enclaves históricos de la batalla que ya expliqué ayer. Se trata de lo que en su día fue una enorme extensión de terreno y donde tuvo lugar el mayor enfrentamiento entre lugareños y británicos. Hoy es un pequeño parque con césped, a modo de triángulo, donde se puede pasear y, quizás, imaginar lo que tuvo lugar hace casi 250 años. En una de los extremos, está esta impresionante estatua en recuerdo a esos patriotas que lucharon y dieron su vida en aquel momento.

En el centro de visitantes (que está en la parte derecha del parque) se encuentra una maqueta donde queda perfectamente escenificada la batalla. También hay recuerdos, comida local, una taquilla para reservar tours callejeros, los correspondientes WCs, y un maravilloso aire acondicionado, ideal para días terribles de calor como el de hoy. Porque, como era de esperar, aquí seguimos con esta humedad insana que hace que cualquier movimiento cueste el doble y canse el triple. No sé si esto se debe a la proximidad del Huracán María - acabo de ver ahora que está cerca de Carolina del Norte y que se dispone a cruzar el Atlántico -. 

A la izquierda según se mira la estatua del patriota, cruzando el paso de cebra, hay un pequeño cartel y un camino de tierra. Bueno, de tierra y pedruscos irregulares, bastante mal cuidado, todo hay que decirlo. Subiendo por una pequeña pendiente se llega hasta la zona donde está el campanario con la misma campana que dió el aviso en el pueblo aquel 19 de Abril de 1775. Según parece, este no es el enclave original (se ha movido varias veces para facilitar la expansión del pueblo). Pero dudo que lo vuelva a hacer más estando donde está ahora. 

Es tremendo lo que guardan en este país. Si nosotros hubiéramos hecho lo mismo, con la cantidad de historia que tenemos encima, no daríamos abasto. 

Por cierto, curiosidad del día: los pasos de cebra junto a la estatua del patriota son de lo más extraño. Parece que están en diagonal, pero sus líneas no siguen la orientación del cruce, sino que parece que están en paralelo con el ancho de la calle. Es la primera vez que vemos algo así, pero tiene su gracia, verdad?

No hemos tenido ningún problema en llegar al edificio de retorno de coches de alquiler (bueno, sólo el pequeño estrés de siempre para encajar bien los tiempos y llenar el depósito). Luego hemos cogido el shuttle azul hasta el edificio terminal y, tras pasar súper rápido el control de seguridad, nos hemos sentado tranquilamente a esperar al vuelo. Hay una zona muy cómoda con asientos acolchados que permiten cargar aparatos eléctricos. Si a esto le añadimos que el WIFI es totalmente gratuito, uno puede terminar de escribir estas líneas sin problema y actualizar su blog, por ejemplo. Así da gusto, verdad?

Esperemos no tener ninguna incidencia en el vuelo. A ver si podemos descansar bien para que el jetlag de vuelta no sea muy maligno. 

Guardaremos con ganas nuestro nuevo pasaporte de Parques Nacionales y seguiremos coleccionando sellos hasta que nos cansemos, jaja!

P.D. Termino estas líneas con una canción que nos ha acompañado en el coche estos días y que, casualmente, no había vuelto a escucharla desde 2003... justamente en este país. Qué cosas!


Hasta-la-vista, baby! 

Maine 2017 - 26 SEP (dia 9)

En serio???

Así hemos amanecido esta mañana, con niebla en todo el pueblo (y quizá alrededores), como si estuviéramos de repente en pleno Noviembre. Pero, muy a mi pesar, esto es sólo una ilusión (ayudada en parte por el aire acondicionado del hotel): cuando hemos salido al coche para colocar las maletas, hemos vuelto a sentir ese calor húmedo de ayer. Casi nos da algo. Me parece que aquí en verano no hay quien aguante.

Por suerte, hemos salido pronto del hotel. Adiós calor húmedo. O más bien, hasta dentro de un rato, porque a 100 kilómetros, en el la zona centro de Massachusetts tampoco se libran de ello. Grrr...

Pero bueno, dejemos por un momento el clima y vayamos a lo interesante. Hoy queríamos ver in situ la zona donde empezó la Guerra de Independencia Americana, es decir, Lexington y Concord. Para ello, hay que ir al Minute Man National Historial Park y pasar por el Visitor Center. Un video de unos 20 minutos explica perfectamente los sucesos ocurridos aquel 19 de Abril de 1775, cuando un ejército de soldados británicos llega a Boston y tiene como objetivo apropiarse del arsenal escondido por los rebeldes americanos en Concord.

La historia resumida, sin datos cansinos y contada de manera macarrilla es un poco así: esa noche tres rebeldes marchan a caballo desde Boston para avisar a sus compinches de Concord. Aunque no son horas, ellos van gritando por todo el camino para que la gente esté atenta, rifle en mano, al paso del ejército inglés. En un cruce, dos son retenidos por una patrulla inglesa, pero el tercero consigue escapar y avisar a tiempo a sus compañeros. Todo esto ocurre sin que los británicos sepan que ha habido un soplo - ellos marchan esa noche, entrando en las casas, buscando armas ilegales, aunque obviamente no hay suerte. 

Al poco de cruzar el North Bridge de Concord, los británicos se encuentran con una sorpresa: 70 lugareños armados haciendo piña y con cara de pocos amigos. Están cansados de tantos abusos e impuestos injustos. Pero la cosa se pone tensa, alguien dispara de mala manera y comienza un enfrentamiento imposible de parar. Hay bajas en los dos bandos pero, de repente, los ingleses retroceden por el puente. Es entonces cuando los lugareños se dan cuenta de que aquello era el comienzo de algo grande y que había que darlo todo para conseguir lo que ya empezaba a forjarse como la gran alternativa a los abusos: la batalla campal.

Ya sé que uno puede tener dudas sobre quiénes son los buenos y los malos en esta historia, pero una rápida búsqueda en internet nos dice que los británicos no lo estaban haciendo bien. Estaban obligando a sus colonias a pagar por la Guerra Franco-India, con impuestos injustos, sin posibilidad de comerciar libremente con otros países, sin derecho a reunirse, aguantando incluso que cualquier soldado pudiera entrar en sus casas "porque sí"... vamos, todo un despropósito que tenía los días contados. Los colonos se sentían tan británicos como sus amigos de las islas, así que no entendían esta diferenciación que les hacía sentir como ciudadanos de segunda clase.

En fin, como decía en un párrafo anterior, hay que parar en el centro de visitantes y ver el vídeo. Después, se puede hacer el camino entero hasta el famoso puente. Como es un trayecto largo de varios kilómetros, están habilitados unos cuantos parkings a los que te puedes desplazar y desde allí ver los paneles informativos y/o los edificios que fueron clave en ese momento. 

Por cierto, el puente que vemos hoy no es el original, que quedó destruido tras la guerra, sino una reconstrucción que se hizo justo 100 años después para conmemorar el centenario de aquel 19 de Abril. En el centro de visitantes que hay cerca del puente se puede ver la única tabla de madera que se conserva del original. 

En Lexington Road, la carretera que transcurre paralela al famoso recorrido histórico, se encuentra la casa familiar de Louise May Alcott, la autora de "Mujercitas". Es una pequeña joya conservada muy pero que muy bien, con un 80% del mobiliario original. La única pega es que al ser una visita guiada, depende mucho de quién te toque para que la experiencia resulte de una manera o de otra. También influye el hecho de haberse leído antes el famoso libro, o haber visto alguna de las películas - creo que no tiene sentido parar aquí sin saber un poco de qué va, porque hay continuas referencias a la obra.

En Concord también se encuentra el famoso cementerio de Sleepy Hollow, donde se pueden ver las lápidas familiares de Hawthorne, Emerson, Alcott y Thoreau. Conviene hacerse con un mapa en el centro de visitantes (o buscarlo por internet previamente) para no perder el tiempo e ir directamente hacia la zona donde están los autores. Yo ya había estado aquí hace años y, aunque tengo buena memoria, no recordaba cosas raras en la zona de las lápidas. Digo esto porque me ha impresionado especialmente la de Thoreau. La recordaba muy normalita y ahora me la he encontrado llena de lápices clavados. No sé qué sentido tiene esto, la verdad. A lo mejor hace referencia a alguno de sus escritos, pero no me parece serio dejar esos lápices de esa manera. Más bien parece otro de esos vandalismos suaves (por decirlo manera educada) que se ponen de moda de vez en cuando. 

** Recordatorio: el cementerio permite entrar con tu propio coche y estacionarlo a pocos metros de estas tumbas.

Terminamos este sofocante día de calor en Lexington, donde nos hemos dado un homenaje gastronómico fin de viaje en el Artistry on the Green. Hemos comido, sin duda, la mejor clam chowder del viaje, unas vieiras jugosísimas y un postre de escándalo.

Viva el fin de fiestas, jeje!

En fin, ahora me pongo a pensar en que en unas horas estaremos haciendo la maleta y no necesito salir a la calle para ponerme a sudar. Uff, qué pereza y qué pena!

Buenas noches!


Maine 2017 - 25 SEP (dia 8)

"Amanece otro espectacular día en Bar Harbor. Y, como viene siendo habitual, aparece a lo lejos el primer trasatlántico de la mañana."

Así podía comenzar el capítulo de un libro. Si. Una interesante novela sobre gente que, buscando un refugio de paz y sosiego, encuentra casualmente este pequeño pueblo de Maine y aquí se quedan atrapados entre tanto bienestar y amabilidad. Un libro con algo de acción, aventuras y buen comer, por supuesto, donde lo importante sea aprovechar cada minuto y sentirse realizado. Qué bonito todo, verdad? 

Seguro que ese libro lo termina escribiendo alguien. Pero nosotros tenemos que seguir con "nuestro libro" y eso significa que hay que hacer las maletas para comenzar el viaje de vuelta a casa. Hoy hemos tenido un viaje largo de coche, bastante cansado entre calor, locuras del GPS y atascos variados. Aunque hemos recargado pilas haciendo una parada estupenda para comer en Fort Williams Park, al sur de Porland, y así ver este precioso faro. Es uno de los más famosos de todo el estado y creo que viendo la foto cualquiera se puede dar cuenta de que su situación y su entorno son preciosos. Y si acompaña el día, tanto mejor. 

Quizá al estar dentro del coche no éramos conscientes de lo que estaba ocurriendo fuera. Me refiero a la temperatura. Estábamos tan felices con el aire acondicionado que, cuando hemos parado a repostar, casi nos da algo. 30ºC y calor húmedo. La sombra del verano de Washington DC es alargada. Incluso en Septiembre y a más de 800 km de distancia. 

Y si pensábamos que esto era algo puntual, estábamos muy equivocados. Caminar por las calles de Concord (New Hampshire), a las 6pm, ha sido un tanto agobiante. Es en estos momentos cuando te acuerdas del calor de la meseta, ese del que tanto renegamos, y empiezas a valorarlo en su justa medida. A ver si vamos a ser unos privilegiados después de todo.

Afortunadamente, hemos encontrado sitio para cenar con bastante facilidad. En The Barley House hemos calmado la sed y el calor con un par de mojitos - bueno, también con el aire acondicionado, que estaba funcionando a tope -. 

Ya hemos oído que aquí estas temperaturas son muy inusuales en Septiembre, pero parece que el cambio climático nos pasa factura a todos sin excepción. 

Me parece que esta noche se va a quedar el aire en la habitación puesto. Mejor dormir con un ligerísimo ruido de fondo que no pegar ojo y fastidiar el descanso.

Buenas noches!!

Maine 2017 - 24 SEP (dia 7)

Como comentaba ayer, toda esta zona estuvo cubierta en su día por un gigantesco glaciar. En cualquier momento, mirando sobre los enormes bloques y formaciones de granito rosa de la zona, se pueden ver las hendiduras brutales que, a modo de punzón, produjeron las rocas y los restos atrapados en la masa de hielo. Y dentro de este paisaje, aparecen también enormes rocas redondeadas que, cuando llegó el deshielo, se quedaron en los sitios mas insospechados. Lo que se ve en la foto es la roca más famosa del parque. Se la conoce como Bubble Rock y los geólogos creen que procede de la zona del Lago Phillips, a unos 30 km al norte del parque. La fuerza del glaciar la arrastró sin piedad hacia el sur y así hoy podemos verla al borde del precipicio de lo más alto de South Bubble. Por cierto, aunque parezca inestable, según dicen es casi imposible que se caiga. Así que todo el mundo, para hacer la gracia, se hace la foto como si quisiera tirarla. 

Cuando bajábamos hacia el parking, hemos visto de nuevo el cartel indicando el camino hacia North Bubble, el monte gemelo. Aparentemente tenía la misma distancia hacia la cima y, como no nos había costado mucho lo que acabábamos de hacer, nos hemos animado sin dudarlo. Pero a los pocos minutos hemos descubierto que esta subida no tenía nada que ver con la anterior: estaba todo lleno de rocas y la inclinación era mayor. Aún así lo hemos conseguido y con un premio espectacular: las mejores vistas del Jordan Pond. Qué maravilla.

De nuevo en la encrucijada de caminos, nos hemos animado a seguir lo que estaba indicado como "Bubbles Divide" que, según lo que veíamos en nuestros mapas, parecía la manera más corta de llegar a la laguna. A los pocos metros se presentaba ante nosotros una bajada sólo apta para los más intrépidos, con rocas, rocas y más rocas. Aunque no es complicado, requiere tener buenas rodillas y equilibrio, porque esto es como bajar unos grandes escalones alocados e irregulares. Nosotros hemos tardado unos 20 minutos, yendo muy tranquilos y sin incidencias. 

Una vez junto al camino que rodea la laguna, hemos ido hacia la derecha, buscando la zona de las pasarelas de madera que vimos el otro día, para terminar en el restaurante y hacer de nuevo la famosa foto de los montes donde acabábamos de estar, The Bubbles

Después de picar algo, hemos analizado bien el mapa de la zona y afortunadamente no hacía falta volver al parking por el mismo camino de piedras. Existe otra subida, bien señalizada y más llevadera, justo unos metros antes de llegar a la South Bubble. Mejor. Mucho mejor.

Dicen que el mejor amanecer del parque se ve desde Cadillac Mountain. Es posible que sea cierto, porque lo que hemos visto desde ahí (ya horas más tarde) era impresionante. Es el lugar más elevado de la isla y, en un día despejado, seguro que esto es una pasada. 

Por cierto, aunque el parking es grande y amplio, suele estar lleno casi todo el rato, porque (obviamente) es otro de los sitios de obligada visita. Imagino que en verano los miles y miles de turistas que vienen todos los días a la isla pasan por ahí al menos una vez.

También desde Cadillac Mountain se pueden hacer unas fotos espectaculares del cielo por la noche. Nosotros no tenemos una de esas supercámaras de profesionales, pero ni falta que hace. Mejor cenar y pasear después, viendo las estrellas (no tan nítidas como desde lo alto) pero igual de bonitas. He intentado hacer varias fotos desde la orilla y, aunque no ha quedado perfecta, al menos se puede apreciar lo que pueden ser los cielos en estas latitudes. 

Una pena que unas horas nos tengamos que marchar de aqui. Pero qué suerte haber podido disfrutar de ello.

Buenas noches!!

Maine 2017 - 23 SEP (dia 6)

Desde casi primera hora estábamos ya en el parking de Sand Beach para comenzar una de las excursiones más populares del parque: Ocean Path. Es importante llegar pronto para dejar el coche sin problemas y para no encontrarse con las hordas de visitantes. Y es que a lo largo de la línea de costa de granito, se pueden ver un montón de formaciones peculiares. 

Llama especialmente la atención esa colección de pliegues en las rocas, consecuencia directa de la enorme masa de hielo que hubo en esta zona en la era glacial. De hecho, ésta es la razón de que el paisaje esté tan "redondeado" (por decirlo de alguna manera) y de que haya esas grandes líneas profundas en los grandes bloques de granito. 

El Thunder Hole es una de las paradas imprescindibles (y por tanto susceptible de estar constantemente masificada). Se trata de una pequeña cueva excavada por la fuerza constante del mar y que en ese ir y venir de agua crea un sonido fuerte y violento, que recuerda a un trueno. O a un tambor gigante. Para verlo, hay que bajar unas escaleras, aunque el tramo final parece que está cortado por seguridad (mejor porque así las fotos salen estupendas). Según el panel informativo, el momento ideal para disfrutar de este efecto es dos horas antes de la marea alta. Nosotros hemos estado como tres horas antes y la verdad es que ya impresionaba el zambombazo.

El paseo ha sido muy muy agradable. Desde el camino principal es interesante acceder a las zonas de las rocas para contemplar bien el paisaje y sus diferentes formaciones.

Tras picar algo, hemos terminado el Park Loop (que cada vez tenía más coches y más gente) y nos hemos encaminado hacia el oeste de la isla. Eso sí, antes hemos parado en Somesville para hacer fotos. Y ahí ha sido donde he podido fotografiar a esta preciosa libélula roja (o Red-Veined darter) sobre una hoja. Hacía muchos años que no veía una!! Qué bonita.

Bonitas también son las vistas que ofrece el Ship Harbor Trail. El camino transcurre entre zona boscosa y costera, con pequeños tramos de matojos altos (importante taparse bien las piernas para evitar sustos indeseables de picaduras y garrapatas). 

Si hubiéramos tenido marea baja, habríamos podido ver a todos esos "inquilinos" que habitan cerca de la costa y que se aprovechan de la riqueza de alimentos que transita en cada subida y bajada. Pero bueno, con lo que hemos leido en uno de los paneles informativos, ya nos hemos quedado más que satisfechos.

A pocos minutos de distancia se encuentra, cómo no, el que va a ser nuestro restaurante favorito de la isla. Como no podía ser de otra manera, repetimos cena en Thurston's Lobster Pound. Hoy ya no hemos entrado como pardillos; sabíamos perfectamente lo que íbamos a pedir sin titubeos. Dos langostas, de kilo y medio cada una, elegidas desde esta pequeña piscinita tras haber sido capturadas esta mañana. Hoy ya no hemos hecho tantas fotos y nos hemos dedicado en cuerpo y alma a la comida. Qué buena la langosta, hmmm!! Y cómo la vamos a echar de menos cuando volvamos a casa... snif!!

Ya en Bar Harbor hemos dado una vuelta por el centro. No estaba todo lo animado que se podría esperar un sábado por la noche y quizá esto se deba a las actividades astronómicas que tienen lugar este fin de semana. 

Lo que sí hemos probado es el famoso helado de langosta de Ben & Bill's. Si, eso es, helado de LANGOSTA. Y está muy bueno! Y no es una simple masa triturada: se pueden ver perfectamente los tropezones del crustáceo. Ñam ñam ñam!!

Buenas noches!!


Maine 2017 - 22 SEP (dia 5)

Ayer no me pareció importante comentarlo pero como hoy ha vuelto a suceder lo mismo, está claro que la anécdota es más bien una rutina. Me estoy refiriendo a unos trasatlánticos impresionantes que se acercan a la costa justo después del amanecer y que van desembarcando a sus pasajeros ordenadamente en pequeños barcos hacia la orilla (no, aquí no hay puerto - ni calado - adecuado para estas "ciudades flotantes"). El que hemos visto hoy pertenecía a la Holland America Line. Buscando un poco por internet, hemos descubierto que salió hace unos días de Montreal y se dirige a Boston (Bar Harbor es justo la penúltima escala). Qué cosas.

A las 12 salía otro barco de aquí rumbo a un punto indeterminado del Golfo de Maine para ver ballenas. Hace ya meses que habíamos comprado las entradas y estábamos muy emocionados con la idea de verlas. Como teníamos que estar una hora antes en la taquilla, hemos rellenado el tiempo esta mañana paseando por el pueblo, viendo gente, tiendas y un par de iglesias que estaban abiertas. Pero cuando hemos llegado con papel y documentación en mano, la chica nos ha dicho que ayer decidieron cancelar la salida por mal tiempo. Nos hemos quedado de piedra. Y, visto el panorama, hemos renunciado a que nos reubicaran en el barco de mañana (que, ojo, no es seguro que salga y podría obligarnos a desperdiciar otra mañana). En fin, que no ha podido ser, pero estas cosas son así de incontrolables y si por seguridad tenemos que esperar otros tantos años más para verlas, así lo haremos sin problema. Será por excusas para volver!

En pocos minutos ya teníamos organizado un nuevo plan. Y para ello, teníamos que desplazarnos hasta la parte oeste de la isla. 

Sin quererlo ni esperarlo, a medio camino nos hemos encontrado con este precioso puente blanco en Somesville. Si se conduce un poco al despiste no hay tiempo de reacción para poder dejar el coche en el parking cercano, pero es posible enmendarlo: a pocos metros hay una iglesia en la otra acera con sitio de sobra. Sea como sea, creo que merece la pena disfrutar del entorno sin prisas.

El GPS casi nos la juega una vez más. Pero no es cosa de éste, sino de casi todos. Hay muchos sitios dentro de los parques nacionales (o puntos de interés en plena naturaleza) a los que no puedes acceder bien si te guías solo por el aparatito. El mapa de papel que te dan a la entrada es básico y siempre te puede solucionar muchas cosas. Lo que ya no entiendo es cómo Google Maps se las apaña para llevarte sin problema (¿?) y los GPS aún no pueden con ello. En fin, que al final hemos conseguido llegar hasta el parking de Beech Cliff. Hemos hecho una pequeña excursión para estirar bien las piernas, llegando hasta la parte superior, junto al borde del barranco y alli estado un buen rato, con buenas vistas de Echo Lake y las Cranberry Islands

Aunque para vistas, las del plato de la cena. Nos hemos acercado hasta Tremont, otro de los pueblos de la isla, para comer, sin duda, la mejor langosta que hayamos probado nunca. OHhhhhhhHH!!!! El local se llama Thurston's Lobster Pound y es de lo más peculiar. Según entras, eliges la comida en una especie de mostrador. Ahí mismo las tienen, en agua, recién atrapadas horas antes por la mañana. Y se pueden elegir por tipo de caparazón (duro o blando) y por peso. Le hemos preguntado a la chica que estaba atendiendo y al final nos hemos decidido por dos langostas de caparazón blando de aproximadamente 1 kg cada una. Todas incluyen su correspondiente vasito de mantequilla, sus herramientas, servilleta, cubiertos... y el babero. Por supuesto. Porque si uno no va con cuidado, puede terminar como un auténtico cuadro de Pollock.

A 10 escasos minutos del restaurante, se encuentra el faro de Bass Harbor. Si alguna vez buscáis en Google imágenes del parque, fijo que aparecerá entre las primeras, porque es uno de los sitios más bonitos para ver el atardecer a estas latitudes. Eso sí, hay que tener en cuenta tanto la previsión como las horas de la marea. Esta foto de la izquierda sólo se puede hacer si coinciden (más o menos) la puesta de sol con la hora de la marea baja. Y tanto ayer como hoy esto era posible. Esperando una afluencia masiva en un parking ridículo, nos hemos ido con tiempo de sobra. Ha sido lo mejor. Y viendo dónde se colocaban los expertos fotógrafos, nos hemos acercado hasta una roca más o menos plana que estaba casi al borde de donde rompían ya las olas. Tranquilidad, que yendo con cuidado, no hay problemas. Conforme se acercaba la hora del ocaso, cada vez aparecía más gente, pero ya nosotros teníamos el mejor sitio y la mejor perspectiva. 

Aunque al final las nubes se han compactado demasiado, ha sido una bonita puesta de sol. Y hemos tenido muchisima suerte con la marea!!

Hale, a dormirrrrr...!!!

P.D: "repeat after me - loooobbb... staaaaaahh!!

Maine 2017 - 21 SEP (dia 4)

FO-TA-ZA. Vaya FO-TA-ZA. 

Seguro que lo estábais pensando también ahora. Y es que esta mañana se nos han quitado todos los males de lluvia y cielo gris. Nos hemos despertado prontísimo por culpa del jetlag, pero al descorrer las cortinas... sorpresa!! Se confirma que los mejores amaneceres de este país se ven desde aquí. Madre mía, qué espectáculo. Sólo por haber podido ver esto ya ha merecido la pena el esfuerzo y la espera. Bien!!

No lo había dicho hasta ahora, pero en este viaje vamos a ver un pequeño parque nacional que se encuentra en esta isla de Mount Desert. Se llama Acadia y su creación no habría sido posible sin el esfuerzo de George Dorr, que consiguió parar las ansias especulativas de los adinerados de la capital y se gastó toda su fortuna en preservación y adquisición de nuevos terrenos para el parque.  Su familia solía pasar los veranos en Bar Harbor y desde el primer momento algo le dijo que si no hacía algo, la isla quedaría invadida de gente y casas, destruyendo el entorno natural para siempre. Aunque el hombre muriese con 90 años y casi arruinado, creo que su labor es algo que todos deberíamos agradecer enormemente. 

Viendo la cantidad de gente con la que hemos coincidido en el desayuno, hemos salido pronto hacia el centro de visitantes de Hull Cove. Allí nos han dado un mapa y la cartulina verde que te permite moverte por todo el recinto sin problemas. 

Con mucha emoción hemos comenzado conduciendo por la ruta clásica del parque, la Park Loop Road. Desde hace ya muchos años, y para evitar atascos innecesarios, sólo se permite conducir en un sentido, con lo que puedes ir parando más o menos cuando quieras, dejando el coche en el margen derecho de la carretera. Hasta aquí todo bien. El problema está en que casi no hay carteles que te indiquen dónde están las cosas que hay que ver (!!!), así que o tienes buena guía o tienes buen ojo para encontrar los enclaves interesantes. En este aspecto, el parque necesita mejorar (ya hemos visto unos cuantos y esto no nos había pasado nunca).

De lo que hemos visto, destaco Beaver Dam Pond (un estanque muy bonito donde se suelen ver castores al amanecer y anochecer), Sand Beach (que creo que es el único sitio con arena junto al mar de toda la isla), Thunder Hole (una fisura enorme entre las rocas donde los días de viento el mar rompe con una fuerza brutal - y uno de los sitios donde más gente se concentra por milímetro cuadrado, especialmente desde dos horas antes de la marea alta -), Otter Point (las fotos con marea alta son preciosas desde aquí) y Little Hunters Beach (una playa llena de guijarros enormes donde las olas rompen con fuerza y hacen un efecto sonoro como el que tuvimos el año pasado en Ruby Beach del Olympic Park. Muy bonito todo.

La hora de comer nos ha pillado cerca de Jordan Pond. Esta preciosa laguna se encuentra en un enclave único, con un par de formaciones redondeadas al fondo (las famosas "bubbles"!) que quedan perfectas en las fotos. Su agua es potable y es tan clara que se puede ver hasta 14 metros de profundidad sin problema. Sobra decir que es la formación de agua más transparente de todo el estado y que aquí NO se permite nadar. 

Por su situación y por su tranquilidad, esto suele estar muy concurrido, así que creo que si uno lo tiene claro, aquí hay que venir a primera hora, para poder dejar el coche sin problemas en el parking.

Nosotros hemos tenido la feliz idea de no comprar bocata y arriesgarnos a comer en hora punta en el único restaurante de todo el parque, Jordan Pond House, que está obviamente junto a esta laguna. Y claro, así nos ha tocado estar dando vueltas entre los dos parkings del restaurante. 

Hasta que hemos dado con la solución (ver FOTO): dejarlo a medio camino (mitad de ruedas dentro, mitad de ruedas en tierra) aprovechando el espacio que había en una especie de curva, jejeje! Seguro que más de uno habrá pensado eso de "cómo no se me había ocurrido a mí antes?" (pues porque no estarías tan agobiado o desesperado como nosotros).

Una de las razones de éste "órdago a la grande sin bocata" es precisamente lo que se ve en la foto de la izquierda. Se llama "popover" y se sirve como acompañamiento a la hora del lunch y del té. Se trata de una masa de harina, huevo y leche, que se mete al horno en moldes parecidos a los de las magdalenas y que, llegado el momento, el aire atrapado en la masa hace que ésta se expanda como si fuera una palomita de maíz, dejando la parte interior hueca y la exterior casi crujiente. Se sirve con mermelada y mantequilla y la verdad es que están muy buenos. Según dicen, son los mejores de toda la isla - y es que esta tradición tiene mucho rodaje y más de 100 años de historia, que ya se dice pronto -.

Después de comer hemos hecho una pequeña ruta por la zona de la laguna. No había mucho agobio de gente, así que hemos estado muy tranquilos. Aunque hay dos partes diferenciadas en este paseo: empezando por la derecha, en sentido contrario a las agujas del reloj, se trata de un camino más o menos llano, sencillo y sin mucha complicación. Pero desde la mitad del trayecto la cosa se complica, con rocas grandes y terreno bastante irregular. No es díficil de hacer, pero ya no vale para todos los públicos. Por cierto, lo mejor de esta segunda parte es que durante un buen rato el paseo transcurre entre grandes tablones de madera que son una delicia para todo entusiasta de la fotografía. Aunque si lo que se quiere es tener fotos despejadas de gente, hay que acelerar bien el paso antes para llegar el primero a esta zona (a nosotros nos ha funcionado!)

Tras volver al hotel y picar algo rico, nos hemos sentado de nuevo en los bancos de Main St, mientras veíamos pasar gente y algunos coches. Al otro lado de la calle, junto a una heladería, estaba un violinista tocando canciones populares americanas. La verdad es que se puede respirar tranquilidad por todas las esquinas de este sitio. Pero bueno, casi es la tendencia de este viaje. Estos pequeños pueblos de costa son una maravilla para reencontrarse con la vida sencilla, sin más agobios que levantarse con los mejores amaneceres del país, comer sano y disfrutar de la vida. Viva Maine!!

P.D: habría estado bien que el violinista nos sorprendiera con canciones tan chulas como la que aparece en la BSO de "Regreso al Futuro 3", jeje!



:)

Maine 2017 - 20 SEP (dia 3)

La sombra de la nube es alargada. Qué gris era mi viaje. Llueve sobre mojado. A estas horas se me empiezan a ocurrir infinidad de maneras para etiquetar otro día más de cielo gris y lluvia. Un poco de humor siempre es bueno en estos días.

Cuando hemos llegado a Camden (siguiente parada) parecía que teníamos una pequeña tregua, pero después de estar un rato haciendo fotos por el centro y la zona del puerto, ha vuelto esa lluvia fina e incómoda que va calando lentamente. 

*Recordatorio: en muchas zonas del centro, se permite aparcar el coche por un máximo de 2 horas. No me digáis cómo controlan el tiempo, porque no hemos puesto papelito de ningún tipo y parece que se respeta bien este tema. 

Podíamos haber aguantado un poco más, pero quizá era el momento adecuado para picar algo con un par de cervezas locales. El Sea Dog Brewing Co. es especialista en cervezas de estilo británico y tiene varios locales en Maine y Florida. Hemos elegido un par de ellas al azar (muy ricas, por cierto) y las hemos acompañado de un espectacular lobster roll. No sé cómo serán los próximos que tomemos, pero desde luego la frescura, suavidad y sabor que tenían éstos va a ser difícil de superar. Hmmm, buenísimo, buenísimo, buenííísimo!!

Otro par de horas después por fin hemos llegado hasta Bar Harbor, el pueblo en el que estaremos durante los próximos días. Y desde el primer momento nos hemos dado cuenta de que en Maine sí que hay gente, sólo que está concentrada en pequeños núcleos junto a la costa. Esto me recuerda algo que he leído esta mañana:

- Augusta (capital de Maine): unos 20.000 habitantes
- Portland (ciudad más poblada): unos 66.000 habitantes
- Bar Harbor: poco más de 5.000 habitantes
- Población total del estado de Maine: aprox 1.300.000 habitantes

Ojo, en Portugal (que ocupa la misma extensión) viven más de 10 millones de personas

Estadísticas aparte, tras hacer el check-in, hemos dado un pequeño paseo por el pueblo. Bueno, más bien por el centro, que está lleno de tiendas de todo tipo y sitios para comer. Casi todos los hoteles, hostales y B&B están algo alejados y, sinceramente, creo que es lo mejor, porque así se garantiza el descanso, especialmente cuando hace buen tiempo y hay mucho bullicio en la calle. 

Hemos cenado algo rápido y luego nos hemos lanzado a probar una de las delicias locales: el whoopie pie. No se ve muy bien en la foto, pero consiste en un par de bizcochos redondos (y jugosos) con relleno. Según parece, la receta es de origen Amish y, aunque cada vez se pueden encontrar en más sitios de la zona Este, fue en Maine donde se comercializaron por primera vez. Aquí los hemos probado en Pink Pastry Shop, uno de chocolate y otro de calabaza picante, y estaban realmente buenos. Tanto que me parece que volveremos a pillar más estos dias, jajaja!

Night night!


Maine 2017 - 19 SEP (dia 2)

"Buenos días príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra".

Esta es la frase (adaptada, obviamente, de la película "Las normas de la casa de la sidra") que se me ha venido a la cabeza cuando he visto el pedazo de plato que nos han puesto hoy para desayunar en "The Greenery Cafe". Es un revuelto de jamón, queso, pimientos, y cebolla con patatas y pan con mermelada casera, todo ello acompañado de un zumo de naranja recién exprimido. Y puedo asegurar que estaba buenísimo. Pero el otro plato que hemos pedido también era espectacular: huevos benedictinos con langosta, hojas de espinaca fresca y patatas, acompañado de otro zumo. Y es que con dos platos así, da gusto comenzar el día. Además, la camarera nos ha tratado genial y nos ha dado la bienvenida a Maine, deseándonos un feliz viaje. Ohhhh!!!!

Con el estómago bien lleno, nos hemos acercado al final a Perkins Cove. Hemos dejado el coche en el parking y resulta que la máquina es un tanto complicada. Por suerte, la abuelita encargada de la garita (que debe de tener más de 80 años y sin exagerar) nos ha explicado a todos cómo funciona. Divertidísimo!!! A P. le ha dicho que aprende muy rápido (normal, siendo casi los más jóvenes en varios kilómetros a la redonda, jeje) Hemos estado dando una vuelta, viendo varias tiendas y paseando junto al puente peatonal. Una pena que el día estuviera tan gris, pero bueno, ya habrá días de mejor sol en breve.

A pocos kilómetros de Ogunquit, se encuentra Kennebunkport, un animado pueblo costero que, a juzgar por lo que hemos visto, en verano tiene que ser un hervidero de gente y atasco de coches. Muchas tiendas, gente, y casitas bonitas, aunque también tiene su remanso de paz junto a la costa. De hecho, la pequeña iglesia de Santa Ana está en un enclave único, rodeada de árboles y naturaleza. Se hizo en el S.XIX, y recuerda mucho a esas pequeñas iglesias medievales europeas. Justo al otro lado del recinto, hay un altar y unos bancos fijos de madera, donde se pueden celebrar bodas al aire libre, mientras las olas del mar rompen en las rocas a modo de música contínua e hipnótica. Precioso, de verdad.

Aunque, este tipo de ceremonias al aire libre no son exclusivas de esta iglesia. Al otro lado del pueblo está el monasterio de San Antonio. Construido posteriormente, ya en el S.XX, se nota ese toque "moderno", un tanto feote para mi gusto. Pero vamos a la curiosidad del día: en la zona boscosa frente a la iglesia, se encuentra un altar protegido por rocas (a modo de cueva natural) y un montón de bancos de piedra. Como se ve en la foto, aquí las bodas al aire libre quedan también preciosas. Sólo hace falta tener un día soleado y con buena temperatura, verdad?

De vuelta al centro nos ha dado el ataque de hambre y, animados por la cantidad de gente que estaba haciendo cola, hemos pedido nuestra comida en The Clam Shack, una pequeño puesto callejero junto al puente principal donde el marisco es el protagonista absoluto. Hemos pedido dos bocadillos de langosta (los famosos "lobster rolls"), clam chowder y un par de limonadas. Todo muy rico y fantástico para hacer un lunch como auténticos lugareños. Por cierto, para evitar el caos de gente, hay que hacer el pedido (y pagar) en la taquilla de la derecha, y luego esperar a que digan tu número para recoger el pedido en la taquilla de la izquierda. 

Después de comer, teníamos planeado ver un par de faros en la zona de Cape Elizabeth, pero justo al llegar nos ha pillado un chaparrón salvaje y hemos tenido que cambiar los planes irremediablemente. No nos ha quedado más remedio que dirigirnos hasta Portland (siguiente parada), para dejar los trastos en el hotel y dar una vuelta por el centro. Justo aquí ya no llovía casi y se podía pasear tranquilamente. Por cierto, en la zona del Long Wharf nos hemos encontrado con una sección del famoso Muro de Berlín. Si alguien está interesado en el tema, que sepa que muchos países tienen restos de esta triste (y vergonzosa) construcción. La lista, AQUI.

Terminamos el día con una estupenda cena en el restaurante Solo Italiano de Portland. Hemos tomado ñoquis con salmón y tallarines a la boloñesa, pero lo que más nos ha entusiasmado es lo que se ve en la foto: una focaccia de jamón y burrata que nos ha dejado casi sin habla. Impresionante. 

Por cierto, la camarera que nos ha atendido ha sido simpatiquísima e incluso nos ha aconsejado con las bebidas (queríamos probar algún cocktail y el sugerido de limoncello ha sido un acierto)

Ahora a ver si descansamos bien, que mañana nos espera un largo trayecto de coche, con bastante lluvia y cielo gris. En teoría ya el último día de agua de todas las vacaciones. A ver si es cierto!!