Maine 2017 - 19 SEP (dia 2)

"Buenos días príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra".

Esta es la frase (adaptada, obviamente, de la película "Las normas de la casa de la sidra") que se me ha venido a la cabeza cuando he visto el pedazo de plato que nos han puesto hoy para desayunar en "The Greenery Cafe". Es un revuelto de jamón, queso, pimientos, y cebolla con patatas y pan con mermelada casera, todo ello acompañado de un zumo de naranja recién exprimido. Y puedo asegurar que estaba buenísimo. Pero el otro plato que hemos pedido también era espectacular: huevos benedictinos con langosta, hojas de espinaca fresca y patatas, acompañado de otro zumo. Y es que con dos platos así, da gusto comenzar el día. Además, la camarera nos ha tratado genial y nos ha dado la bienvenida a Maine, deseándonos un feliz viaje. Ohhhh!!!!

Con el estómago bien lleno, nos hemos acercado al final a Perkins Cove. Hemos dejado el coche en el parking y resulta que la máquina es un tanto complicada. Por suerte, la abuelita encargada de la garita (que debe de tener más de 80 años y sin exagerar) nos ha explicado a todos cómo funciona. Divertidísimo!!! A P. le ha dicho que aprende muy rápido (normal, siendo casi los más jóvenes en varios kilómetros a la redonda, jeje) Hemos estado dando una vuelta, viendo varias tiendas y paseando junto al puente peatonal. Una pena que el día estuviera tan gris, pero bueno, ya habrá días de mejor sol en breve.

A pocos kilómetros de Ogunquit, se encuentra Kennebunkport, un animado pueblo costero que, a juzgar por lo que hemos visto, en verano tiene que ser un hervidero de gente y atasco de coches. Muchas tiendas, gente, y casitas bonitas, aunque también tiene su remanso de paz junto a la costa. De hecho, la pequeña iglesia de Santa Ana está en un enclave único, rodeada de árboles y naturaleza. Se hizo en el S.XIX, y recuerda mucho a esas pequeñas iglesias medievales europeas. Justo al otro lado del recinto, hay un altar y unos bancos fijos de madera, donde se pueden celebrar bodas al aire libre, mientras las olas del mar rompen en las rocas a modo de música contínua e hipnótica. Precioso, de verdad.

Aunque, este tipo de ceremonias al aire libre no son exclusivas de esta iglesia. Al otro lado del pueblo está el monasterio de San Antonio. Construido posteriormente, ya en el S.XX, se nota ese toque "moderno", un tanto feote para mi gusto. Pero vamos a la curiosidad del día: en la zona boscosa frente a la iglesia, se encuentra un altar protegido por rocas (a modo de cueva natural) y un montón de bancos de piedra. Como se ve en la foto, aquí las bodas al aire libre quedan también preciosas. Sólo hace falta tener un día soleado y con buena temperatura, verdad?

De vuelta al centro nos ha dado el ataque de hambre y, animados por la cantidad de gente que estaba haciendo cola, hemos pedido nuestra comida en The Clam Shack, una pequeño puesto callejero junto al puente principal donde el marisco es el protagonista absoluto. Hemos pedido dos bocadillos de langosta (los famosos "lobster rolls"), clam chowder y un par de limonadas. Todo muy rico y fantástico para hacer un lunch como auténticos lugareños. Por cierto, para evitar el caos de gente, hay que hacer el pedido (y pagar) en la taquilla de la derecha, y luego esperar a que digan tu número para recoger el pedido en la taquilla de la izquierda. 

Después de comer, teníamos planeado ver un par de faros en la zona de Cape Elizabeth, pero justo al llegar nos ha pillado un chaparrón salvaje y hemos tenido que cambiar los planes irremediablemente. No nos ha quedado más remedio que dirigirnos hasta Portland (siguiente parada), para dejar los trastos en el hotel y dar una vuelta por el centro. Justo aquí ya no llovía casi y se podía pasear tranquilamente. Por cierto, en la zona del Long Wharf nos hemos encontrado con una sección del famoso Muro de Berlín. Si alguien está interesado en el tema, que sepa que muchos países tienen restos de esta triste (y vergonzosa) construcción. La lista, AQUI.

Terminamos el día con una estupenda cena en el restaurante Solo Italiano de Portland. Hemos tomado ñoquis con salmón y tallarines a la boloñesa, pero lo que más nos ha entusiasmado es lo que se ve en la foto: una focaccia de jamón y burrata que nos ha dejado casi sin habla. Impresionante. 

Por cierto, la camarera que nos ha atendido ha sido simpatiquísima e incluso nos ha aconsejado con las bebidas (queríamos probar algún cocktail y el sugerido de limoncello ha sido un acierto)

Ahora a ver si descansamos bien, que mañana nos espera un largo trayecto de coche, con bastante lluvia y cielo gris. En teoría ya el último día de agua de todas las vacaciones. A ver si es cierto!!

1 comentario:

  1. ¡Buenos días C.y P.príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra! porque estais a cuerpo de rey. Mi voto es para los bocatas de langosta¡ qué pinta tienen!

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