Japon 2017 - 22 NOV (dia 9)

A las 7:15AM ha salido el Narita Express de la estación central de Tokyo. Puntual como el mejor reloj suizo. O como todos los trenes de este país, da igual el tipo que sea. Nunca habíamos visto nada parecido.

Como la estación es un laberinto de plantas, pasillos y escaleras mecánicas, ayer hicimos bien los deberes preguntando y comprando los billetes (que ya se acabó el chollo del JR Pass, snif!). Fuimos directamente a la oficina de compra de billetes de la JR - no nos atrevimos con las máquinas expendedoras de billetes (kenbaiki) por si acaso metíamos la pata.

Importante: el Narita Express utiliza las mismas vias de la linea Sobu, así que lo mejor es seguir las indicaciones de esta línea y en breve aparecerán con otra del avión indicando que es la línea del aeropuerto. No es complicado, pero conviene mirar bien todos los carteles y llegar con margen amplio de tiempo porque, repito, aquí son puntuales a más no poder y a la mínima te puedes llevar una desagradable sorpresa.

Casi una hora después, hemos llegado al aeropuerto. Aquí ya no hay peligro de equivocaciones: todos los carteles tienen sus indicaciones en inglés y japonés, y todos los que trabajan allí, si no dominan 100% el idioma foráneo, al menos lo chapurrean decentemente para hacerse entender. 

Hemos comido algo, para después hacer unas comprillas de última hora. Por cierto, aquí las tarjetas de crédito / débito no han fallado ni una sola vez. 

El vuelo ha despegado bastante puntual. Eso sí, en una distancia de 10.600 km (que ya se dice pronto!!), han sido 14 horas y media del tirón. Visto así de repente puede parecer una locura, pero además de aprovechar para dormir, hay tiempo para comer, charlar, ver películas y series, jugar... vamos, que no hay que agobiarse. 

Otra cosa es el cansancio que tienes al salir por el finger, especialmente si no has dormido lo suficiente y te has puesto a ver películas como si no hubiera un mañana. Pero quizá sea así mejor, para luego pillar la cama pronto y no sufrir al día siguiente las maldiciones del jetlag! 

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P.D:  "MADE IN JAPAN collection"

Este ha sido uno de los viajes más alucinantes que hemos hecho. No sólo teníamos unas ganas locas de visitar el país, sino que ha sido un choque cultural brutal en muchos aspectos. Voy a empezar a enumerar unas cuantas cosas que creo que no dejan indiferente a nadie!

1. La taza del WC es lo más. 

Da igual que sea hotel, centro comercial o servicio público: casi todos los retretes modernos son MUY modernos. Japón ha dejado de lado sus letrinas de toda la vida para incorporar mandos electrónicos con asiento calefactado y chorritos de agua para las partes íntimas. Parece una locura, pero después de varios días usándolos, se crea un efecto enganche y ya no puedes estar sin ellos. Snifff...

2.  WCs con sillitas para niños

Algunos servicios de chicas tienen una pegatina en la puerta en la que se ve una mujer y un niño pequeño sentado. Eso indica que dentro hay este interesante asiento de plástico en el que poner a tu peque mientras haces tus cositas sin interrupciones. Así como lo anterior me parece de dificil implantación en nuestro país, esto sí que podría funcionar sin problemas. Cuántas veces tenemos que ver (y escuchar) situaciones incómodas dentro de los servicios... y resulta que la solución está en este pequeño asiento de rincón. Un 10 para la mente pensante!!
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3. Máquinas de vending en cualquier sitio

En cuanto pisas suelo japonés te das cuenta de que las luces que hay a tu derecha (por ejemplo) no pertenecen a un cartel luminoso. No. Es una máquina de vending, llena de colores, que te invita a tomar algo. No es broma. En cada esquina casi hay una máquina y generalmente de bebidas. Supongo que esto comenzaría un verano de mucho calor y ahora están por todos lados, a veces sin venir a cuento. Por ejemplo, qué sentido tiene instalar una junto a este altarcito?

4. Si el producto es bueno, se vende solo. Literal.

En lo alto de un monte, junto a varios santuarios y pequeños altares sintoístas, aparece esto tan extraño. Se trata de una cazuela con varios huevos hervidos. Ningún tendero alrededor. Por 80 yenes (0'62 Euros), te puedes llevar uno. Sólo tienes que dejar el dinero en el platito y ya tienes proteína asegurada en tu comida! Esto en otro países sería impensable, pero aquí es muy normal. De hecho, recuerdo un documental en la TV en el que un señor recogía hortalizas de su huerto, las colocaba en un puestecito de madera con su precio, y la gente lo compraba dejando el dinero sin problema. Que cosas.

5. El tamaño del Parking no importa

Tienes un trozo de acera vacío delante de tu casa y no sabes qué hacer con él? Monta un parking! Aunque sólo quepan 4 coches (o 1, que también los hemos visto). Pones un sistema de cables sofisticado, un cartel luminoso bien resultón, y por último un cepo grandote en el suelo que se levanta para que no ocurran cosas raras con los coches. No está mal, eh?
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6. Aquí no hay (casi) paro

Con una ridícula tasa del 2,8%, Japón es de los países donde más posibilidades hay de tener trabajo. Otra cosa es que sea un tanto extraño, como el tipo de la foto que regula el tráfico con traje de luces. También hemos encontrado gente en las estaciones cuyo trabajo es decirte por qué pasillo tienes que seguir para no perderte. Es como si prefiriesen el factor humano antes que un cartel o una máquina. No sé si esto funcionaría fuera del país.

7. Taxis... elegantes?

Sorprende ver en plena calle un coche negro, con conductor de gorra negra, como sacado de los años 20, cuyo interior está recubierto de una especie de ganchillo blanco. Los coches te esperan con la puerta abierta que se cerrará AUTOMÁTICAMENTE en cuanto subas. Por un momento parece que es el coche de Norma Desmond en "El Crepúsculo de los Dioses".

8. Vagones SÓLO para mujeres

Usados entre semana a la hora punta, estos vagones intentan dar respuesta a todas esas afectadas por tocamientos y fotos indebidas que se hacen cuando el vagón está a reventar. Aquí los acosadores se conocen como chikan y las víctimas suelen ser jovencitas y menores de edad. 
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9. Linternas cargadas en cada habitación

Como ya sabemos, la actividad sísmica en Japón es altísima y sus habitantes tienen que "esperar lo inesperado" en cualquier momento. En todas las casas, tiendas y habitaciones de hotel, existen linternas cargadas que en cuanto las coges se iluminan. Es fácil encontrarlas en caso de apagón total. Y es que, tal y como está el panorama, la seguridad es lo primero. Además en las escuelas enseñan cómo protegerse en caso de terremoto y en los hoteles dejan muy bien indicado qué hacer cuando llegue el caso. 

10. Todo es muy "cuqui"

Si hay que adornar algo, será con colores llamativos, con florecitas, con lacitos. Todo muy tierno y achuchable. Exactamente igual que sus dibujos animados. En qué otro pais del mundo podríamos encontrar unas sosas y frías escaleras mecánicas estampadas con florecitas? Por eso no extraña nada que Hello Kitty aparezca en casi todos lados, inspirando ternura y una medio sonrisa de "qué bonito todo".

11. Japon es el paraíso del KIT KAT

Aquí se conoce como "kit-to kat-to" y se debe de consumir a toneladas, junto con los otros tropecientos dulces locales. Resulta que hay más de 200 sabores disponibles en este país y los turistas se vuelven locos por probar la mayor cantidad de ellos. Hace poco han sacado incluso una edición especial con los alimentos representativos de cada zona y así se pueden encontrar, por ejemplo, kitkat de fresas tochiotome de la Prefectura de Tochigi, el de pasas al ron de Tokyo, el de patata dulce morada de Okinawa o el de melón Yubari de Hokkaido. Tela, eh??
Más info de sabores... [AQUI]

12. Aquí me siento, aquí me duermo.

Es fácil encontrarse en el tren o el metro a un lugareño dormido aunque bien podría ser en cualquier parte, incluso en el trabajo. A nosotros nos sorprende un montón, pero en Japón no está mal visto. Es más, la práctica se conoce como "INEMURI" y se considera una consecuencia directa de trabajar duro.

Por cierto, como no está mal visto, si el de al lado se inclina hacia tu hombro, no te queda mas remedio que aceptarlo y esperar a que buenamente abra los ojos. Imagino que será un honor tener un contacto tan cercano con alguien tan entregado a la causa laboral!

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En fin, con esto y un bizcocho, hasta el próximo viaje a las ocho, jaja!

Arigato gozaimasu!!

Japon 2017 - 21 NOV (dia 8)

Con sus más de 39 millones de habitantes (sí, si, "millones"), Tokyo es esa mezcla raruna entre lo clásico y lo moderno, lo ruidoso y lo callado, lo estridente y lo casi invisible. Por eso, en medio de cuatro calles y rodeado de edificios, te puedes encontrar con un templo budista como el de Senso-ji. El único problema es que con la cantidad de gente que pulula por aquí, es complicadísimo sacar una foto decente y, por supuesto, también es una prueba de fuego atravesar el ejército de pequeñas tiendas junto al templo y no comprar (ni comer) nada. Todo te atrae y todo es fotografiable, así que, al igual que en la zona de Kiyomizudera de Kyoto, unos pocos metros se convierten en horas empleadas en mirar y rebuscar. 

Si los cantos de sirena pueden con uno y finalmente decides probar comida rara y nueva, cualquier puesto te vale. Nosotros hemos tomado mitarashi dango, unas bolitas dulces de arroz que  estaban muy ricas y, como no se puede comer mientras caminas, nos hemos quedado un ratito en un pequeño rincón adaptado para ello dentro de la caseta de comida (en la foto, se ve a una pareja al fondo comiendo precisamente en este sitio). Después, en las callecitas de Asakusa, ya si hemos entrado en un restaurante (muy viejo, como sacado de los años 50), donde hemos tomado pescado y gambas con ensalada, sopa miso y arroz por un precio de menú del día en España. Estupendo, oiga!

Por la tarde hemos estado un poco en Akihabara, el barrio de la electrónica, manga, y muchas frikadas. Aquí cada tienda es un universo en sí mismo y, como no tengas muy claro lo que estás buscando, se te pasará el día sin enterarte. Hay tiendas con tantas cosas y con pasillos tan estrechos, que tienes que andar por los pasillos casi de lado y con cuidado para no golpear cosas con la mochila o el bolso. Impresionante, de verdad. Nosotros no teníamos mucho tiempo (tampoco era éste el viaje para ello) y sólo hemos podido ver un poco por encima la calle principal, pero el entramado de callecitas que se esconden justo detrás parece que promete y queda ya apuntado para un futuro siguiente viaje.

Y hemos pasado las últimas horas en Tokyo cenando en Sushi Aoyagi. Hemos probado uno de sus menús especiales y ha sido toda una experiencia: local silencioso, servicio muy atento, presentación fantástica y sabores nuevos (algunos ha sido imposible quedarse con el nombre). Destaco, quizá por su presentación y sorpresa, el plato que se ve en la foto, con dos trozos de pescado (salmón y caballa), con unas pequeñas palomitas de trigo (!!!) presentadas en su tallo. Es genial!!

La cena, además de estupenda, ha supuesto mi reconciliación con el sushi en este país y también el broche final del viaje. En escasas horas saldremos del hotel y pillaremos el Narita Express (N'Ex) hasta el aeropuerto, donde nos espera un laaaaargo viaje de regreso a casa. Esperemos no tener incidencias.

Buenas noches, konbanwa!

Japon 2017 - 20 NOV (dia 7)

Como comentaba ayer, hoy decimos adiós a la primera etapa del viaje - bueno, "primera" y casi "principal", porque es el verdadero objetivo de estas vacaciones. Pero bueno, se nos ha pasado la semana casi volando y esta mañana otra vez tocaba hacer las maletas (por cierto, que hemos conseguido meter todo si problema). Ayer ya reservamos los asientos (viva la previsión!), así que hemos salido con un margen holgado de tiempo para estar tranquilamente esperando en el andén y poder entrar los primeros, dejando todo colocado en las baldas superiores. También hemos comprado un par de bentos para comer y nos hemos echado unas buenas risas.

Minuto a minuto, hemos esperado con impaciencia las vistas más deseadas del shinkansen, pero de nuevo no ha podido ser. La semana pasada todo estaba cubierto por la lluvia y hoy había demasiadas nubes. Vamos, que nos quedamos sin ver el Monte Fuji otra vez. Bohh. 

Recordatorio: al reservar asiento en las oficinas del JR Pass, si uno quiere, puede solicitarlos con "mountain views" - suelen ser los asientos de la fila de dobles.

La estación de Tokyo Station estaba a rebosar. Qué cantidad de gente! Claro que también había muchisimos carteles e indicaciones y eso nos ha despistado durante un rato, porque no sabíamos qué salida era la mejor para ir al hotel. Menos mal que la intuición sigue funcionando perfectamente y, no sólo lo hemos encontrado, sino que en nada ya estábamos montando en la Yamanote Line camino de Shibuya. Hemos pedido un par de chai lattes en el Starbucks y hemos subido a la planta de arriba para disfrutar del famoso cruce (el más transitado del mundo!!!). Una maravilla visual, oiga!

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Se me olvidaba: junto al cruce, en una pequeña plaza que hay a la salida de la estación de tren, se encuentra la famosa estatua de Hachiko, el perro fiel. Para quien no sepa nada de la historia, digamos que este perro acompañaba todos los días a su dueño, profesor de la universidad, hasta la parada de Shibuya y allí mismo le esperaba a su llegada. Durante más de un año el perro hacía la misma rutina, a primera hora le acompañaba y a última hora le recibía de nuevo, hasta que un día el profesor sufrió un infarto y falleció durante una clase. El perro, mientras tanto, seguía esperando a su dueño... y allí se quedó esa noche y al día siguiente y al otro... y así durante 9 años, cuando un día se lo encontraron sin vida. La historia es totalmente cierta y hasta se han hecho películas (la última, un remake estadounidense de 2009, con Richard Gere de protagonista). Esto sí que es un perro fiel y lo demás tonterias.

Luego hemos estado dando un paseo por la zona, llena de tiendas principalmente y algunos sitios para comer. Es entonces cuando parece que estás en otro planeta, viendo carteles luminoso sin fin y muchísima gente hablando en un idioma que no conoces. Me viene a la mente la película "Lost in translation" y me imagino a su protagonista caminando como nosotros con cara de alucinado.

La verdad es que no hace falta casi nada para disfrutar de todas estas rarezas. Basta con sentarse en un banco, el que sea, donde sea, y observar con detenimiento todas las personas que vayan pasando por delante. Si. Voy a tener que inaugurar una sección el próximo día con todo lo raro (y alucinante) que estamos viendo en este país!

Hace un momento hablaba del cruce más transitado del mundo. Pues Tokyo aún se supera a sí misma con Shinyuku, la estación de trenes más utilizada a diario, con casi 3 millones de personas. Madre mia. No es de extrañar que en el pasaje que da acceso al distrito financiero hayan colocado pasillos rodantes a uno de los lados.

Por cierto, en uno de los edificios de esta zona, se encuentra un mirador gratuito (y muy bien señalizado, por cierto) desde donde se pueden hacer unas fotos estupendas de la ciudad. Muy muy recomendable!

Y ahora a dormir. Que descanséis! 

Japon 2017 - 19 NOV (dia 6)

A tan sólo dos paradas de tren de la Nara Line se encuentra Fushimi Inari, un enorme conjunto de santuarios que se extiende por las laderas del monte Inari-san. Y la verdad es que, desde el primer gran torii que nos da la bienvenida, algo mágico envuelve la visita. Esto lo sé yo, lo sabe el vecino y lo sabe todo el mundo. Por eso es IMPRESCINDIBLE (así, con mayúsculas y bien destacado, para no olvidar) madrugar para visitarlo. Porque, señoras y señores, si queremos tener una experiencia única, hay que estar con poquita gente alrededor. Y este lugar es muy muy famoso para todos, pero en especial para ese "turismo de chincheta" que tanto agobio provoca. Nosotros hemos llegado sobre las 08:20AM y ha sido todo un acierto. Había gente, si, pero no hemos tenido problemas para disfrutarlo pausadamente, hacer fotos hasta aburrir y conseguir llegar a la cima sin sensación de asqueo.

Si. Hay que llegar a la cima. Y eso significa caminar durante 4 km por un sendero inclinado, con muchos tramos de escaleras, cubierto de toriis como si no hubiera un mañana. Pero es taaaan bonito y tan gratificante que merece la pena el esfuerzo. Además, la mayoría de la gente se queda a mitad de camino, aprovechando una zona amplia en la que hay un mirador con vistas a la ciudad. Así que los más atrevidos estamos de enhorabuena, porque podemos ver la cima unos 20 minutos después, y saludar (si se quiere) a los dioses del arroz y el sake, a quienes está dedicado el santuario. 

Para el que no se llegue a creer que este lugar está masificado a todas horas, simplemente tiene que ampliar la foto de la izquierda, hecha justo dos horas después de la anterior. Es el comienzo del camino hasta la cima y al loro, porque ya no se puede avanzar casi nada por la cantidad de gente que hay.

Importante: el camino de subida es diferente al de bajada, así que mejor hacer más fotos de la cuenta que quedarse corto y lamentarlo más tarde en casa. Cualquier rincón es susceptible de ser fotogénico!

La parte baja del santuario tiene puestos callejeros de comida de lo más curioso: desde perdices japonesas fritas hasta bolitas de pulpo (takoyakis). Había muchisimo donde elegir, pero nosotros nos hemos quedado con unos marumochis de judias azuki y de castañas y estaban buenísimos!

Después de comer ya en Kyoto, hemos cogido un autobús hasta la zona de Kiyomizu-dera, para callejear de nuevo por sus callecitas con encanto y descubrir de primera mano el primer Starbucks del mundo que tiene distribución de casa de té japonesa y que te permite disfrutar de tu bebida mientras estás felizmente sentado en un tatami. El local sólo lleva abierto 5 meses y, a juzgar por el ambiente, me temo que en poco tiempo se va a convertir en un fenómeno social y pasará a estar constantemente saturado. Nosotros hemos llegado a una buena hora y hemos estado un buen rato con nuestro té haciendo fotos y echándonos unas risas. Por cierto, el local se encuentra tan bien fusionado con el entorno de la calle que es fácil despistarse y saltárselo.

Con lo que no hay duda alguna es con el restaurante dedicado a Hello Kitty. Creo que es el escaparate de comida más mono de todos!! Absolutamente todos los platos que aparecen en él tienen alimentos, a cual más original, con forma de gatita japonesa. No me digáis que no inspira ternura! Además, dentro del local, cuando te sientas en la mesa, te ponen como acompañante especial un peluche gigante (tamaño persona adulta!!) de Hello Kitty que ocupa su silla como si fuera una más. Aúpa "Haro-Kiti" (tal y como suena su nombre en japonés!).

Y ya que hablamos de dibujos animados tiernos, justo al lado del restaurante hay una tienda con cosillas de varios personajes del estudio Ghibli (es decir, Totoro, Chihiro, Yubaba, Porco Rosso... y alguno más que no recuerdo ahora). Muy interesante tambien!

Terminamos el día cenando tempura en uno de los locales de la planta baja de la estación. No sé si es que hemos tenido un poco de mala suerte al coincidir con un cliente japonés bastante quisquilloso, pero las camareras no tenían muchas ganas de pasar por nuestra zona y el rato que teníamos pensado para cenar se ha alargado considerablemente. Una pena. Y la comida era bastante normalita, pero bueno, había que probar algo diferente para cerrar la primera etapa del viaje. Porque mañana, mal que nos pese, hacemos la maleta y volvemos al norte, donde la capital del país nos espera con los brazos abiertos. Esperemos que podamos disfrutarla tanto como la encantadora Kyoto.

Buenas noches, konbanwa!

Japon 2017 - 18 NOV (dia 5)

Sanjusangen-do es un templo budista que no deja indiferente a nadie. Y no me refiero sólo al exterior o la forma del mismo (que, para el que no lo sepa, es el edificio de madera más largo de Japón!). Es su interior el que se lleva el premio con diferencia.

Para empezar, dejas los zapatos en cualquiera de las baldas asignadas para ello o puedes meterlos en una bolsa de plástico (parece ser que esto es típico de templos muy concurridos). Y, subiendo una pequeña rampa, aparece el cartel de la historia del templo junto con el de FOTOS NO (y otro de "cuidadito, que cuando salgas voy a revisarte la cámara"). Así que ni he sacado las manos de los bolsillos. Sí, hacía frio y sin calzado se nota muchísimo más, ejem!

Lo que se ve a la derecha es una foto sacada de la red. No me ha quedado más remedio que recurrir a este préstamo porque intentar explicarlo es bastante dificil sin una imagen al lado. Esto es precisamente lo que no se puede fotografiar: la diosa Kannon de los mil brazos rodeada de mil estatuas a tamaño natural cubiertas de pan de oro. Brutal. Y en primera fila, protegiendo al conjunto, se encuentran otras 28 estatuas de deidades guardianas. La diosa Kannon se encuentra justo en medio, casi difuminada por una ligera nube de incienso constante. Si se tiene un poco de sensibilidad, da igual la creencia, es imposible no quedarse alli unos minutos contemplando ese rostro tranquilo y sereno de la gran estatua principal.

Por cierto, queda confirmado que cuando llueve, el "turismo (chino) de chincheta" se queda haciendo compras en los grandes almacenes. El resto de mortales debemos aprovechar esta oportunidad para por fin hacer turismo sin masificaciones. Suena a risa, pero no me quiero ni imaginar qué habría ocurrido esta mañana si todo hubiera estado colapsado de gente y griterío ininteligible. O si el templo Ginkaku-ji hubiera tenido más gente aún... uff que horror!! 

Este último ha sido protagonista (sin duda) del momento mágico del día. El templo en sí no está abierto al público, pero sus jardines son realmente preciosos, especialmente en el momiji de Noviembre. Cualquier rincón parece especialmente diseñado para provocar el asombro en el visitante y ser fotografiado. Además, justo al principio, tiene un jardín zen espectacular que incluye una representación del Monte Fuji. Para no perdérselo, vamos. 

A pocos minutos del templo, se encuentra el famoso "Paseo del Filósofo", un agradable camino de unos 2 km que transcurre junto a un canal lleno de cerezos. Su nombre se debe al filósofo Nishida Kitaro que solía meditar por aquí de camino al trabajo. Supongo que en la segunda mitad del S.XIX éste sería un buen lugar para ello, pero no me imagino hoy a este señor queriendo repetir sus buenas costumbres en plena temporada alta de floración del cerezo, por ejemplo. 

Quizá el paseo en esta época queda un tanto deslucido, aunque no olvidemos que los arces japoneses aportan ese fantástico color rojo a cualquier rincón por muy feote que sea. Arigato gozaimasu, Momiji San!!

Se nos ha hecho un poco tarde entre foto y foto, así que nos hemos quedado con las ganas de ver Nanzen-ji, que cerraba a las 5pm y que durante estos días también organiza visitas nocturnas a sus jardines. Qué le vamos a hacer - quizá mañana haya más suerte!

Como no sabíamos donde estaba la parada del autobús para el centro, nos hemos aventurado a caminar tranquilamente por una transitada calle que, según el mapa, nos llevaba directamente sin dar mucho rodeo. Ha sido muy interesante ver ese otro Kyoto actual y moderno, sin turistas, alejado un poco de la tradicional imagen que tenemos en la cabeza. Al menos en cuestión de edificios, porque por aqui también hemos visto lugareños con kimono, jeje!

Claro que a los 20 minutos (y aprovechando que hemos encontrado una parada de autobuses) ya hemos acortado el camino - algo que nos ha venido estupendamente, porque hacía ya demasiado frío. Hemos paseado un ratito y luego nos hemos encontrado la catedral católica de la ciudad. Varias fotos, intento de lectura de papeles y misa después, tenemos una experiencia más en nuestra mochila. De verdad, qué interesante ha sido ver cómo se realiza una misa en una cultura tan alejada de la nuestra como la japonesa. Sirva como ejemplo que aquí no se dan la paz con las manos unos a otros, sino que juntan las suyas, las apoyan en el pecho y hacen una reverencia a todos los que tienen alrededor. Madre mía, que cosas.

Conforme ha avanzado la tarde cada vez hacía más frio. Cuando hemos entrado en el Lipton Tea House para cenar, estaba casi a punto de tiritar. Menos mal que la cena nos ha ayudado a entrar en calor: pollo y ternera bien calentitos. Y, ojo, buenisimos de sabor, especialmente el pollo.

Hmmm,... parece que aún lo estoy saboreando!

En fin, dejo ya esto que si no, me voy a quedar dormida delante de la pantalla. Buenas noches, konbanwa!




Japon 2017 - 17 NOV (dia 4)

Qué buenos son, que nos llevan de excursión. Pues claro que si: los japoneses también nos permiten conocer el país gracias a su exquisito y puntual servicio de trenes.

A una hora de Kyoto se encuentra Nara, la antigua capital del Japón medieval. Teniendo el Japan Rail Pass, no hay problemas de acceso, pero conviene estar con margen suficiente para poder hacer el viaje sentado, porque es una línea bastante transitada y no se puede reservar asiento.

Una vez llegas a la estación no hay manera de perderse: tienen mapas muy bien explicados para que vayas directamente hasta el gran parque de la ciudad. 

Por si fuera poco, hay una señal inequívoca de que estás cerca del parque: un montón de coches parados durante un buen rato en un paso de cebra. Por favor, pinchad en la foto y observad con detenimiento. Exacto. Bienvenidos al parque de Nara... donde los ciervos son los indiscutibles protagonistas del recinto.

Y es que estos ciervos sika llevan mucho tiempo acostumbrados a los mimos de la gente. Hay varios puestos ambulantes de galletas especiales para ellos y por 150 yenes (1,16 euros) puedes disfrutar como un enano mientras les das de comer, haces fotos, vídeos, y hasta les esquivas cuando salen a tu paso pidiendo más. También se acercan a las tiendas y asoman la cabeza a ver si hay comida. Definitivamente, somos su despensa ambulante. Por eso, cuando no les haces caso, terminan buscándote de alguna manera. Hay carteles en el parque avisando que lo mismo te pueden morder o darte algún lametón, así que hay que estar atentos.

Obviamente los lugareños están más que acostumbrados. Me ha sorprendido muchísimo ver a un grupo de pequeñajos que estaban de excursión escolar. Estos animales son casi más altos que ellos y, sin embargo, ahí estaban dándoles de comer y sin miedo alguno.

Y, no sé si esto es todos los viernes, pero aquí había muchos más grupos de varias edades, cada uno con su traje y/o gorrito distintivo. Por cierto, que uno de ellos nos ha hecho una encuesta cultural. Tendrían entre 10 y 12 años, y estas preguntas formaban parte de una actividad de la clase de inglés. Se han presentado, nos han preguntado como unas 10 cosillas típicas (de dónde eres, cual es tu comida favorita de Japón, qué ciudad te gusta más de Japón,...), vamos, todo muy básico, pero todo un logro para estos chavales. Al final nos han regalado una pajarita de papel como gesto de agradecimiento (preciosa!!) y nos hemos hecho unas fotos. Ohhhh... que majetes!!

** Dato para los curiosos: aunque el gran parque de la ciudad se creó a finales del S.XIX, los ciervos siempre se habían considerado sagrados en la zona. Según cuentan, uno de los cuatro dioses del Santuario Kasuga (que está actualmente dentro del recinto) se apareció un día montado en un ciervo blanco. Desde entonces, se consideran animales sagrados e intocables.

Por cierto, estos ciervos mueven la cabeza de arriba a abajo como si estuvieran saludando. Supongo que será algo que ha ido pasando de generación en generación después de tantísimo contacto con los humanos, pero si haces una reverencia antes de darles comida, ellos te la devuelven automáticamente. Es tremendo.

De Sintoísmo no sé casi nada. Digamos que la idea que tengo desde siempre es bastante estereotipada y asocio los Torii (esos grandes arcos rojos) con una especie de búsqueda de paz interior. Pero claro, conseguir esto con tanta gente es bastante complicado. Hasta que hemos entrado en el santuario Tamukeyama Hachimangu - un humilde recinto que casi pasa desapercibido, donde la tranquilidad y el silencio casi se palpan. Aunque se ha reformado varias veces, tiene partes bastante descuidadas aparentemente, pero cuyo valor se puede apreciar una vez te acercas. 

Pero quizá la verdadera razón por la que este santuario queda fuera del radar turístico es que a poco más de 5 minutos se encuentra el impresionante templo budista Todai-ji, la gran construcción del parque. Está fechado en el S.VIII y contiene una de las imágenes de Buda en bronce más grandes del mundo. Digamos como referencia que esa mano que ve en la foto mide unos 2 metros y medio. Ahí es nada. Y, ojo, que en su día la estatua estaba cubierta de pan de oro. No quiero ni imaginarme lo que debía de ser aquello. De todas formas, por muy grandioso e imponente que sea este templo, me quedo con la armonía del santuario anterior. 

De vuelta a Kyoto el tren iba llenísimo. Hemos dejado los trastos en el hotel rápido para cenar en Nishiki Warai, uno de los locales del centro comercial The Cube de la estación de tren. Pero, como el folleto donde lo habíamos visto anunciado no especificaba por dónde había que subir hasta esa zona (porque la estación es tan grande que uno se pierde) nos hemos acercado hasta la ventanilla de información. Cuando le hemos dicho a la que estaba allí dónde teníamos pensado cenar, la pobre casi se ha echado las manos a la cabeza en plan "a ver cómo os lo explico yo ahora..." - y el resultado ha sido el maravilloso esquema en bolígrafo de la parte superior. Y, sí: al final hemos conseguido llegar, a pesar de los problemas de comunicación. Hemos tomado okonomiyaki y una especie de crep salado gigante.

Felices sueños y a descansar de este precioso día en Nara. 
Konbanwa!!                                    

Japon 2017 - 16 NOV (dia 3)

Cambiamos de día y cambiamos de zona a visitar. Hoy nos movemos hasta el norte para ver el área de Arashiyama, el lugar preferido en su día por la familia imperial para escapar del sofocante calor del verano. 

Además de pasear cerca del río y disfrutar de los colores otoñales del Momiji (hoja roja del arce japonés), se pueden ver templos y santuarios: en nuestro caso, hemos escogido una entrada combinada de templo y jardines Tenryunji (hay que verlos en este orden).

A la entrada del templo - cómo no - se encuentra la zona especial para dejar el calzado. Y una vez dentro, ya puedes pasear tranquilamente por la nave central y por una especie de camino techado que transcurre junto a unos jardines preciosos. Nos ha parecido una pasada pero cuando en la calle hace 7ºC y caminas sólo con calcetines, en fin, qué frío te entra.

Aunque también se pueden ver desde el templo, las vistas de los jardines Tenryunji son una pasada, especialmente en esta época, con esa mezcla de rojos, marrones, amarillos y verdes. Dan ganas de quedarse horas y horas contemplando esta maravilla. Aunque luego te das la vuelta, ves la cantidad de gente que tienes por todos lados y se te quita un poco la emoción. Es lo que tiene estar en el segundo lugar más turístico de Kyoto. 

Por cierto, aquí también hay muchos (muchiiiiiisimos) chinos - parece que esto ya no es algo anecdótico y se está convirtiendo en una estampa habitual de los viajes. Qué fácil es indentificarles por esa mala educación que tienen haciendo fotos o dando gritos para casi todo. Paciencia pues.

Aunque donde más molesta tener gente es en el bambusal que hay en la entrada norte del recinto. Puede que sea una de las estampas más conocidas del parque, perfecta en colores, sinónimo de armonía... pero hoy por hoy es complicadísimo hacer una foto sin tropecientas mil personas paseando a la vez. Según me ha parecido leer, el viento suele agitar los troncos creando un sonido único, pero ni nos hemos molestado en averiguarlo, porque nosotros solo oíamos algo así como "ni haooo... mei haooo kan... oyoooowaaaa.." (léase en tono de saludo de tienda de todo-a-cien de barrio). En fin.

El santuario de Nonomiya es justo lo que necesitábamos para comprender un par de cosas muy importantes: primero, que a pesar de todo, aún quedan sitios fuera del radar de la masificación y, segundo, que el turismo chino es básicamente "turismo de hacer foto famosa para añadir a la lista de méritos". 

Nonomiya es un pequeño y discreto santuario sintoísta  donde uno puede pasear sin problemas ni agobios. Y sin aglomeraciones orientales, por supuesto. En su día aquí venían las princesas niponas que buscaban purificarse. Hoy los sintoístas pueden rezar a sus deidades mientras los demás intentamos pasear por allí con el mayor de los respetos. 

Las mejores vistas de Kyoto sin duda están en lo alto del monte al otro lado del río Katsura. Hay que hacer una buena subida de unos 20/25 minutos para finalmente llegar al mirador y descubrir que todo está plagado de macacos japoneses. Hay una serie de normas básicas (no hay que tener demasiado contacto visual con ellos, hay que mantener la distancia de seguridad, no hay que agacharse en ningún momento. Pero luego te das cuenta de que están más que acostumbrados a los humanos y que lo importante es dejarles estar a su ritmo. 

Una curiosidad a descatar: se les puede alimentar desde dentro de una caseta especial con rejas. Es decir, uno se mete en la caseta, compra una bolsa de cacahuetes, y pone la mano firme y recta junto a las celdillas hasta que algún macaco se acerca, mete la mano y pilla el tesoro. 

A media hora de distancia (y un enlace de autobuses) se encuentra Kinkaku-ji, el pabellón de oro. Es otro de esos sitios saturados de gente haciendo fotos como si no hubiera un mañana pero, como hemos llegado al atardecer, la gente rotaba bastante rápido de la primera fila del mirador del lago y al final se ha hecho bastante llevadero. El pabellón en sí no se visita por dentro (parece que no se puede) pero sí que hemos hecho muchas fotos por fuera y por los jardines adyacentes. Es una de esas visitas que hay que hacer aún sabiendo lo turístico que es.

Terminamos el día cenando en Tsukiji Sushisei. Hemos tomado buen sushi aunque, todo hay que decirlo, ya habíamos probado mejores piezas en la península. Con esto cae el mito de que en este país está el mejor sushi, jaja! Eso sí, hemos cenado en la barra y hemos disfrutado como enanos mientras los lugareños intercambiaban palabras y el camarero preparaba nuestras piezas con esmero.

Se me olvidaba comentar que en el autobús desde el Pabellón de Oro hasta la estación hemos coincidido con un mochilero argentino muy aventurero que está recorriendo el país sacándole todo el partido al Japan Rail Pass. Ha sido una conversación muy divertida. Ahora que lo pienso, ni se ha presentado ni sabemos su nombre, pero seguro que durante el medio mes que le queda por estas tierras, se lo va a pasar estupendamente.

Buenas noches. Konbanwa!! ;)