Qué buenos son, que nos llevan de excursión. Pues claro que si: los japoneses también nos permiten conocer el país gracias a su exquisito y puntual servicio de trenes.
A una hora de Kyoto se encuentra Nara, la antigua capital del Japón medieval. Teniendo el Japan Rail Pass, no hay problemas de acceso, pero conviene estar con margen suficiente para poder hacer el viaje sentado, porque es una línea bastante transitada y no se puede reservar asiento.
Una vez llegas a la estación no hay manera de perderse: tienen mapas muy bien explicados para que vayas directamente hasta el gran parque de la ciudad.
Por si fuera poco, hay una señal inequívoca de que estás cerca del parque: un montón de coches parados durante un buen rato en un paso de cebra. Por favor, pinchad en la foto y observad con detenimiento. Exacto. Bienvenidos al parque de Nara... donde los ciervos son los indiscutibles protagonistas del recinto.
Y es que estos ciervos sika llevan mucho tiempo acostumbrados a los mimos de la gente. Hay varios puestos ambulantes de galletas especiales para ellos y por 150 yenes (1,16 euros) puedes disfrutar como un enano mientras les das de comer, haces fotos, vídeos, y hasta les esquivas cuando salen a tu paso pidiendo más. También se acercan a las tiendas y asoman la cabeza a ver si hay comida. Definitivamente, somos su despensa ambulante. Por eso, cuando no les haces caso, terminan buscándote de alguna manera. Hay carteles en el parque avisando que lo mismo te pueden morder o darte algún lametón, así que hay que estar atentos.
Obviamente los lugareños están más que acostumbrados. Me ha sorprendido muchísimo ver a un grupo de pequeñajos que estaban de excursión escolar. Estos animales son casi más altos que ellos y, sin embargo, ahí estaban dándoles de comer y sin miedo alguno.
Y, no sé si esto es todos los viernes, pero aquí había muchos más grupos de varias edades, cada uno con su traje y/o gorrito distintivo. Por cierto, que uno de ellos nos ha hecho una encuesta cultural. Tendrían entre 10 y 12 años, y estas preguntas formaban parte de una actividad de la clase de inglés. Se han presentado, nos han preguntado como unas 10 cosillas típicas (de dónde eres, cual es tu comida favorita de Japón, qué ciudad te gusta más de Japón,...), vamos, todo muy básico, pero todo un logro para estos chavales. Al final nos han regalado una pajarita de papel como gesto de agradecimiento (preciosa!!) y nos hemos hecho unas fotos. Ohhhh... que majetes!!
** Dato para los curiosos: aunque el gran parque de la ciudad se creó a finales del S.XIX, los ciervos siempre se habían considerado sagrados en la zona. Según cuentan, uno de los cuatro dioses del Santuario Kasuga (que está actualmente dentro del recinto) se apareció un día montado en un ciervo blanco. Desde entonces, se consideran animales sagrados e intocables.
Por cierto, estos ciervos mueven la cabeza de arriba a abajo como si estuvieran saludando. Supongo que será algo que ha ido pasando de generación en generación después de tantísimo contacto con los humanos, pero si haces una reverencia antes de darles comida, ellos te la devuelven automáticamente. Es tremendo.
Por cierto, estos ciervos mueven la cabeza de arriba a abajo como si estuvieran saludando. Supongo que será algo que ha ido pasando de generación en generación después de tantísimo contacto con los humanos, pero si haces una reverencia antes de darles comida, ellos te la devuelven automáticamente. Es tremendo.
De Sintoísmo no sé casi nada. Digamos que la idea que tengo desde siempre es bastante estereotipada y asocio los Torii (esos grandes arcos rojos) con una especie de búsqueda de paz interior. Pero claro, conseguir esto con tanta gente es bastante complicado. Hasta que hemos entrado en el santuario Tamukeyama Hachimangu - un humilde recinto que casi pasa desapercibido, donde la tranquilidad y el silencio casi se palpan. Aunque se ha reformado varias veces, tiene partes bastante descuidadas aparentemente, pero cuyo valor se puede apreciar una vez te acercas.
Pero quizá la verdadera razón por la que este santuario queda fuera del radar turístico es que a poco más de 5 minutos se encuentra el impresionante templo budista Todai-ji, la gran construcción del parque. Está fechado en el S.VIII y contiene una de las imágenes de Buda en bronce más grandes del mundo. Digamos como referencia que esa mano que ve en la foto mide unos 2 metros y medio. Ahí es nada. Y, ojo, que en su día la estatua estaba cubierta de pan de oro. No quiero ni imaginarme lo que debía de ser aquello. De todas formas, por muy grandioso e imponente que sea este templo, me quedo con la armonía del santuario anterior.
De vuelta a Kyoto el tren iba llenísimo. Hemos dejado los trastos en el hotel rápido para cenar en Nishiki Warai, uno de los locales del centro comercial The Cube de la estación de tren. Pero, como el folleto donde lo habíamos visto anunciado no especificaba por dónde había que subir hasta esa zona (porque la estación es tan grande que uno se pierde) nos hemos acercado hasta la ventanilla de información. Cuando le hemos dicho a la que estaba allí dónde teníamos pensado cenar, la pobre casi se ha echado las manos a la cabeza en plan "a ver cómo os lo explico yo ahora..." - y el resultado ha sido el maravilloso esquema en bolígrafo de la parte superior. Y, sí: al final hemos conseguido llegar, a pesar de los problemas de comunicación. Hemos tomado okonomiyaki y una especie de crep salado gigante.
Felices sueños y a descansar de este precioso día en Nara.
Konbanwa!!
HOTEL GRAN VIA, no me lo puedo creer , falta DE COLÓN para que fuera totalmente granaíno!!!
ResponderEliminarHasta los ciervos usan como se debe el paso de peatones, te saludan e incluso te agradecen el q les des la merienda! Japón es un país muy civilizado!
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